Por Ángel Guerra Cabrera
En esta entrega debo abusar de las cifras. Son datos sobre las
conquistas sociales de Cuba reconocidos por agencias de la ONU que el
ejército mediático imperial oculta o presenta sesgadamente a sus
audiencias cautivas, como acostumbra hacer con toda información que
demuestre la posibilidad real de construir una sociedad alternativa al
capitalismo.
A esas audiencias se les machaca que en Cuba no hay democracia ni se
respetan los derechos humanos y se les escamotea que la isla antillana
de apenas 11.3 millones de habitantes está sometida desde hace más de
medio siglo a una guerra no declarada por la mayor potencia militar de
la historia. Esta ha lanzado contra ella una invasión mercenaria y 681
acciones terroristas, que han costado la vida a 3478 personas y
discapacidad a más de 2000, y ha recrudecido el bloqueo que dura más de
50 años.
Sin embargo, y esto también lo ocultan, en esas adversas condiciones
Cuba ha alcanzado la condición de país de alto desarrollo humano que
ocupa en ese indicador el lugar 51 entre 187 naciones según el Informe
de Desarrollo Humano 2011 de la ONU. Pero de acuerdo con el informe, si
el que se aplica es el Índice de Desarrollo Humano no Económico,
entonces Cuba sube al lugar 17, lo que la ubica por encima de todos los
países en desarrollo y de varios países desarrollados.
Ahora bien, un informe de la UNESCO del mes de octubre de 2012
enlista a Cuba en el lugar 16 entre 120 países del mundo atendiendo al
Índice de Desarrollo de la Educación para Todos. En esta clasificación,
Cuba es la primera nación de América Latina y el Caribe, y supera a países ricos, como EE.UU., Dinamarca, Australia, Bélgica, Alemania o Israel.
Con un millón de graduados universitarios y 261 mil alumnos cursando
ese nivel en la actualidad, no debe sorprender a nadie que el Estado
cubano dedique el 9.3 porciento de su Producto Interno Bruto a la
educación, otro dato que la ubica a la cabeza de América Latina y el Caribe, donde la media es de 4.1, e incluso por encima de los países nórdicos.
La Isla exhibe una mortalidad infantil de 4.6 por cada mil nacidos
vivos, también por encima de los demás países de la región y de varios
países desarrollados, entre ellos EE.UU. Los niños cubanos son vacunados contra 13 enfermedades, una de las coberturas más altas del mundo.
La esperanza de vida es de 77.97 años (80.02 para las mujeres y 76
para los hombres) por lo que los cubanos integran el 25 porciento de los
moradores del planeta que puede aspirar a vivir 77 años o más.
Otra agencia de la ONU, UNICEF, en su último informe sobre la materia reporta que Cuba es el único país de América Latina
y el Caribe que no padece desnutrición infantil, lo que atribuye a los
esfuerzos del gobierno en pro de la alimentación, en particular de los
grupos más vulnerables y los programas de estímulo a la lactancia
materna, detección y lucha contra la anemia y atención a las
embarazadas.
En Cuba, se han diagnosticado 17 224 personas con SIDA desde 1986, de
las cuales sobrevive un 80 porciento gracias a la atención que
proporciona el sistema de salud a los pacientes, incluyendo la
administración del antirretroviral de fabricación nacional. La tasa de
infección es una de las más bajas de la región.
En cuanto a los logros cubanos en la salud en general y de la
infancia en particular, las agencias de la ONU y sus representantes en
Cuba coinciden en enfatizar el impacto en la sociedad de la atención
médica gratuita y universal basada en la prevención. Resaltan el
decisivo papel cumplido por el programa del médico y la enfermera de la
familia, que lleva la atención primaria a ras de tierra beneficiada de
la gran calidad humana de los trabajadores de la salud isleños, como lo
puede constatar cualquiera que visite Cuba y hable con los vecinos de un
barrio.
Al igual que en la salud, las conquistas cubanas en la educación solo
han sido posibles gracias a las trasformaciones socialistas, que
propician la movilización y participación democrática de la población.
Cuba es uno de los pocos países que ha cumplido los Objetivos de
Desarrollo del Milenio acordados por la ONU. Entre ellos, erradicar la
pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal,
promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer,
así como reducir la mortalidad de menores de cinco años. Ello se
explica, entre otras razones, por el alto porciento del presupuesto que
aplica al gasto social.
Fuente: La Jornada
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