Por Elsa Claro
Una fuerte confrontación se cierne sobre el mundo a partir de los acontecimientos en Ucrania, particularizados de momento en Crimea. El sábado tuvo lugar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU donde los embajadores de Ucrania y Rusia intercambiaron imputaciones. Los de Kíev acusaron a Moscú de agresión
a su país, en aludido a tropas que, según exponen, arribaron a Crimea.
El Kremlin, en tanto, defendió sus actos al tiempo que hizo severas
críticas al amplio influjo y concurso de Occidente en el litigio interno
ucraniano.
En el ínterin, el presidente Barack Obama, en
fugaz intervención de apenas minutos y sin derecho a preguntas de los
periodistas, dijo hoy que "habrá costes" si Rusia decide intervenir
militarmente en la península de Crimea, advirtiendo que cualquier
violación de la soberanía ucraniana será "profundamente
desestabilizadora". Lo expuesto por el mandatario estadounidense, fue
interpretado en diferentes medios como una amenaza.
Para este domingo se citó a una reunión especial
de la OTAN, síntoma alarmante en el debate y se supone que el lunes
arribe a Rusia la ex primera ministra de Ucrania y jefa del partido
Batkivschina, Yulia Timoshenko, a título personal, según aclaraciones de
prensa, habida cuenta que los principales puestos oficiales de Ucrania
están a cargo de sus allegados.
CRIMEA
Para tener un alcance o concluir de qué lado
pudiera andar la razón en este pleito que promete ingratos desenlaces, o
desatar los peores nudos que se han fraguado en los últimos años,
resulta saludable recordar pasajes de los antecedentes acumulados por la
disputada zona.
Le península estuvo en manos griegas, romanas, mongolas y de otros imperios y antiguos invasores. En
1475, la ocupan los otomanos asistidos por tártaros que ya tenían bajo
su control parte de la zona. Esas dos comunidades tuvieron el dominio
hasta 1777, cuando el régimen de los zares los derrota.
Se mantiene como parte del Imperio ruso desde 1783.
Al término de las Guerras Napoleónicas Austria, Gran Bretaña, Rusia, y
Prusia había suscrito acuerdos que permitieron 4 décadas de paz en
Europa, pero en 1854 y durante 2 años se
desarrolla la conocida como Guerra de Crimea, durante la cual se
enfrentan de nuevo los rusos (esta vez con menos fortuna) con los turcos
otomanos, ayudados, en ese segundo momento, por una alianza
británico-francesa.
A partir de 1917, en Crimea se asienta gran número
de anticomunistas (con apoyo alemán, británico, francés, estadounidense
y turco. Son los conocidos como ejercito blanco) opuestos a los
bolcheviques que depusieron al zar Nicolás I.
En 1921, al término de esa guerra civil, Crimea se
convierte en república autónoma, como parte de la Unión Soviética, y es
cedida a los tártaros de la zona. Durante la II Guerra Mundial la
ocupan los nazis, quienes logran retener el territorio hasta 1944 cuando
es liberado por el Ejército Rojo.
En el 45, Josef Stalin
decide desterrar a los tártaros hacia zonas de Asia Central acusándolos
de haber colaborado con los agresores alemanes. En 1954 el entonces
presidente de la URSS, Nikita Kruchov, decidió traspasar ese encave a Ucrania, como “regalo” personal a su país nativo.
Cuando en 1991 Ucrania se independiza surgen
disputas entre Kíev y Moscú, con respecto al enclave, sobre todo por la
posesión y emplazamiento de la Flota del Mar Negro. En 1997 se logra un
acuerdo mediante el cual Rusia adquiere el 80% de la importante
escuadra naval y se le otorga el arrendamiento -por 20 años- del puerto
de Sebastopol. Hubo pactos y arreglos posteriores también.
En 1994, fue elegido presiente de Crimea Yuri
Meshkov, al frente de una coalición de fuerzas políticas que aspiraban a
reunificar el enclave con Rusia. Los movimientos emprendidos fueron
desautorizados por el entonces jefe del gobierno ucraniano Leonid
Kuchma, quien asume el control de la península hasta que, después,
nombra un sustituto. El suceso, aunque fracasado, se puede considerar
el primer intento de separar esta comarca de Ucrania y devolverla a la
Federación rusa.
Casual o no, esos hechos coincidieron con un
préstamo del FMI a Ucrania que a solo 3 años de comenzar vida aparte, se
encontraba ya en fuertes aprietos económicos que aumentarían con las
privatizaciones que a modo de reformas iniciaría el mismo jefe de estado
a posteriori.
El Banco Mundial se sumó al salvataje y Estados
Unidos también aumentó la ayuda financiera que le daba a Ucrania, y, al
parecer por reciprocidad, Kuchma decide sumarse al programa Socios por
la Paz, considerada la antesala para un ingreso pleno a la OTAN, paso
este último no ejecutado por la elevada oposición popular y debido a
decisiones de gobernantes posteriores.
En Crimea habita una mayoría de rusos (60%), le siguen los ucranianos y después tártaros y búlgaros.
Con tanto pendiente por ocurrir y hacer, al cierre
de estas notas, no son prudentes los vaticinios, solo aportar elementos
de juicio como los aquí puestos a disposición de nuestros lectores y
dejar anotado que el curso de los hechos pudiera involucrar no solo a
Ucrania y Rusia por Crimea, sino a otras naciones, insertadas en el
conflicto con agenda propia y turbadores afanes.
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