En vísperas de cumplirse el aniversario 55 de la desaparición física del
Héroe de Yaguajay, el capitán del Ejército Rebelde, Felipe Guerra
Matos, confiesa recordarlo todos los días.
Tomado de Granma
Por Lissy Rodríguez
Sucedió en el combate de Pino del Agua, donde el Comandante Camilo
Cienfuegos es herido. Sin embargo, con solo unos 40 hombres logra abrir
fuego y llegar hasta el Estado Mayor.
Todos fueron a cargarlo, sin embargo él exigió llevar primero a otro
herido. Cuentan que nadie quería dejarlo solo y eso provocó su molestia.
Salió caminando con dos impactos de bala en el cuerpo, insistiendo en
el cumplimiento de la orden, o él mismo se encargaría de hacerlo. En ese
estado de salud, Camilo dirigió la retirada de su gente y solo lejos
del lugar lograron encamillarlo.
Felipe Guerra Matos (Guerrita), capitán del Ejército Rebelde, evoca
una de las anécdotas más conocidas del Señor de la Vanguardia, y lo
cataloga de “guerrillero excepcional”, con el orgullo y la nostalgia que
le hace recordarlo todos los días, especialmente cada octubre.
“Esas eran las cosas de Camilo que lo enaltecieron”, dice rodeado de
las fotografías que le recuerdan el inicio y desarrollo de una sincera
amistad.
“Yo lo conocí el 17 de febrero de 1957 por la entrevista entre Fidel y
el periodista Herbert Matthews, del periódico The New York Times, en la
Sierra Maestra. me habían dado la misión de llevar al americano hasta
donde estaba Fidel”.
Ese momento marcó el inicio de una estrecha relación, matizada por
una fama de glotón que tenía el Héroe entre sus compañeros: “Siempre me
buscaba para comer”, comenta risueño.
Los avatares de la Sierra los hicieron separarse: “Pasó un tiempo sin
que nos volviéramos a ver, mientras yo estuve herido”, explica
refiriéndose al asalto al Cuartel de Veguitas el 16 de enero de 1958,
cuando estuvo a punto de caer en combate.
De esa manera relata sus primeros recuerdos al lado de Camilo
Cienfuegos, uno de los últimos expedicionarios aceptados para subir a
bordo del yate Granma; el combatiente de La Plata, del Uvero, Pino del
Agua y Mar Verde; quien enfrentó numerosas acciones combativas dando
muestras de heroísmo, y rindió la guarnición de Yaguajay contribuyendo
al derrumbamiento de la tiranía.
LOS ÚLTIMOS DÍAS
El 26 de octubre de 1959 Camilo se dirigió por última vez a su pueblo
desde el Palacio Presidencial, en un discurso considerado su testamento
político.
Según cuenta Jorge Enrique Mendoza en acontecimiento recogido en el libro Camilo Cienfuegos, el hombre de las mil anécdotas,
del escritor y periodista cubano Guillermo Cabrera Álvarez, ese día
había en las calles “un mar humano” y las personas gritaban el nombre de
Camilo agitando los brazos para saludarlo, a lo que él respondía
también con saludos y sonrisas. Pasado un tiempo de repetirse la escena
Camilo expresó:
“Qué equivocados están los fatuos que se creen que los aplausos y los
saludos del pueblo son para ellos. Yo contesto a los saludos con igual
cariño, porque sé que no me saludan a mí sino a la Revolución”.
“Esta manifestación de pueblo, estos campesinos, estos obreros, estos
estudiantes que hoy vienen a este Palacio, nos dan las energías
suficientes para seguir con la Revolución, para seguir con la Reforma
Agraria, que hoy no se detendrá ante nadie ni ante nada. Porque hoy se
demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr
esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir,
si es necesario, por no vivir de rodillas”, dijo a su pueblo horas antes
de su desaparición física.
En su memoria, Guerrita conserva los versos de Bonifacio Byrne que
dijo ese día y el hecho de que, concluida su intervención, se fue con él
a la Ciudad Deportiva.
También lo hizo el día antes de su muerte, el 27 de octubre. “Me fue a
ver a la Ciudad Deportiva y me dijo: ‘Vamos, que hoy yo te pago el
almuerzo’. Era un día muy lluvioso —rememora—. Me contó que se iba a
Camagüey por cuestiones de trabajo, y ya no supe más de él. En su
viaje de retorno a La Habana desapareció físicamente”.
—¿Cómo le impactó la noticia de su desaparición? —pregunto presumiendo la respuesta.
—Con una angustia tremenda. Desde ese momento a Camilo lo recuerdo todos los días.
En sus manos, unas notas donde guarda las últimas informaciones que
se tienen del Comandante Camilo. Y lee: “Lo último que se sabe es su
salida del aeropuerto de Camagüey Ignacio Agramonte, a las 6:01 de la
tarde. En pista el avión tipo Cessna 310-C número 53, con número de
plaza 5, velocidad 242 kilómetros por hora, elevación 500 pies;
tripulación: Comandante Camilo Cienfuegos, piloto teniente Luciano
Fariñas, y el escolta sargento Félix Rodríguez”.
“Fue un suceso terrible para la Revolución, con mucha razón Fidel ha
dicho que en el pueblo hay muchos Camilos, porque muchos son los jóvenes
cubanos que han estado dispuestos a dar la vida por defender el
socialismo de las atrocidades del imperio, y eso es un ejemplo de que el
recuerdo de Camilo vive siempre en el pueblo”, afirma.
CIENFUEGOS DE FLORES
“Un día a la Sierra llegó un compañero que había sido capitán en el gobierno de Carlos Prío Socarrás, y ese compañero con cierta vanidad le decía:
—Camilo, a mí me da pena, yo quisiera tener algún grado porque imagínate cuando yo tenga que hablarle a la gente…
Camilo tranquilamente le contestó:
—No te preocupes, cuando yo hable con el Gigante —como le decía a Fidel— eso se resuelve.
Pasado un tiempo viene Camilo con la respuesta:
Pasado un tiempo viene Camilo con la respuesta:
—¡Resuelto!
Mete la mano en el bolsillo, saca una cabeza de ajo, la machaca en el suelo y le dice:
—¡Acabas de ser ascendido a cabo machacador de ajo!
—¡Acabas de ser ascendido a cabo machacador de ajo!
trae al presente sus memorias más gratas sobre la amistad entre
Camilo Cienfuegos y el Che, surgida en medio de la vida en la Sierra,
cuando el Señor de la Vanguardia compartió con él su lata de leche,
porque había perdido la mochila con sus pertenencias. “Desde aquel
momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad”, confesaría
el Che en el discurso pronunciado por el quinto aniversario de su
desaparición física.
“El Che siempre se expresaba muy bien de Camilo, y por otro lado este
siempre estaba bromeando con el Che —comenta Guerrita—. Era al único
que le admitía ese tipo de bromas. Camilo le quitaba el tabaco y se lo
fumaba, o le quitaba la boina y le ponía el sombrero. Siempre estaban
sucediendo cosas muy simpáticas entre ellos, pero a la vez había una
relación muy íntima y de respeto”.
“Al referirse a algunas de las cualidades de su amigo y compañero de
lucha, el Che expresó en una ocasión que Camilo practicaba la lealtad
como una religión, y realmente su actuación en defensa de su patria fue
una muestra de consecuencia ideológica y lealtad”, refiere Guerra Matos.
Además comenta que fue a fuerza de golpe que llegó a ser un afamado
jefe guerrillero. Un hecho que lo demuestra fue su participación en la
celebración del Congreso Nacional de los Trabajadores Azucareros en el
norte de Las Villas, del cual expresaría después en una misiva dirigida a
Fidel: “Hoy, cuando hablé a los azucareros, sentí una de las más
grandes emociones de estos años de lucha”.
De esa manera hace referencia a esos aspectos de su vida y la
historia Patria bien conocidos por su pueblo: que era enamorado hasta la
saciedad; el respeto y lealtad hacia el líder de la Revolución que le
hicieron responder, ante la propuesta de enfrentarlo en dos novenas de
un juego de pelota: “¡Qué va! ¡Contra Fidel ni en la pelota!”; el día de
la entrada victoriosa a La Habana; cuando entregó el campamento militar
de Columbia para convertirlo en escuela; y los días en que encabezó la
eliminación de la intentona contrarrevolucionaria de Hubert Matos en
Camagüey. Así queda guardado Camilo en la memoria de Guerrita.
El Héroe de Yaguajay fue un hombre de su pueblo, una leyenda tejida
en los infinitos días de batalla contra el enemigo, un eco repetido en
las voces de quienes lo conocieron, y una verdad que cobra vida por
estas fechas, cuando los mares graban en ellos la sonrisa de miles de
niños cubanos que lo honran con sus flores.
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