
Por Iroel Sánchez.
Hace 49 años se constituía el Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Un momento en que Fidel analiza las mentiras de turno de los grandes
medios de comunicación y el gobierno estadounidense contra Cuba y el uso
de la emigración como arma propagandística contra la Revolución.
Es el momento en que ante las campañas mediáticas, da a conocer la carta de despedida del Che.
Y también dice ideas
de gran actualidad sobre el papel de la ideología revolucionaria: “La
diversidad de situaciones inevitablemente trazará infinidad de
interpretaciones. Quienes hagan las interpretaciones
correctas podrán llamarse revolucionarios; quienes hagan las
interpretaciones verdaderas y las apliquen de manera consecuente,
triunfarán; quienes se equivoquen o no sean consecuentes con el
pensamiento revolucionario, fracasarán, serán derrotados e incluso
suplantados, porque el marxismo no es una propiedad privada que se
inscriba en un registro; es una doctrina de los revolucionarios, escrita
por un revolucionario, desarrollada por otros revolucionarios, para
revolucionarios.”
Señores invitados;
Compañeros del Comité Central;
Compañeros de los comités provinciales, regionales y seccionales;
Compañeros secretarios de los núcleos de nuestro Partido:
Me veo obligado a
comenzar por un tema que no tiene relación directa con el motivo que
aquí nos reúne, pero que sí, por ser una cuestión de actualidad y de
interés político, no debo dejar de referirme a él.
Es el resultado del
planteamiento hecho el 28 de septiembre en relación con un hecho que
venía sucediendo hacía tres años, y que era de una manera pérfida
utilizado por el enemigo para hacer campaña contra nuestra Revolución,
el caso de los individuos que cuando fueron suspendidos los vuelos entre
Cuba y Miami se quedaron con un pie aquí y el otro allá.
A fin de desenmascarar
definitivamente al imperialismo yanki en este aspecto, formulamos las
declaraciones que ustedes conocen el día 28, y cuando con posterioridad
dijeron que eran algo vagas y ambiguas, así como que no habían sido
presentadas por canales diplomáticos, hicimos una segunda declaración
muy clara y muy concreta para dejar definitivamente zanjada la cuestión.
Y en el día de hoy ya los cables traen la noticia de la respuesta
definitiva del gobierno de Estados Unidos a este respecto.
Y voy a leer las noticias que traen esos cables.
Esencialmente dice:
“El presidente Johnson
—este es un cable de la AP— anunció hoy que procurará un entendimiento
diplomático con Cuba para que puedan asilarse en Estados Unidos cubanos
que quieran salir de su patria.”
Esto de entendimiento diplomático quiere decir un acuerdo por vía diplomática con relación a este problema.
Dice: “He pedido al
Departamento de Estado que busque por conducto de la embajada de Suiza,
encargada de los asuntos de Estados Unidos, la venia del gobierno de
Cuba en una solicitud al presidente de la comisión de la Cruz Roja
Internacional.”
Dice igualmente: “He dado
instrucciones a los ministerios de Estado, Justicia, Salud, Educación y
Asistencia Social, para que hagan los arreglos necesarios para quienes
en Cuba buscan la libertad puedan entrar ordenadamente a Estados Unidos.
Y en otro cable, con más noticias, añade, que además declaró el señor Johnson:
“Una vez más esto revela
un sello de fracaso sobre un régimen cuando muchos de sus ciudadanos
eligen voluntariamente abandonar la tierra en que nacieron hacia un
hogar de esperanza. El futuro alberga poca esperanza para cualquier
gobierno cuando el presente no permite esperanzas para su pueblo.” Dijo
que “los refugiados serán bienvenidos con el pensamiento de que otro día
puedan regresar a su patria para encontrarla limpia del terror y libre
del miedo”.
Es decir que,
aparentemente no les quedó otra alternativa ni otra salida; y significa,
en primer lugar, que hemos ganado una batalla por la libertad
(APLAUSOS).
El señor Johnson no sería
Johnson, ni sería presidente de Estados Unidos, ni sería yanki, si con
ese proverbial fariseísmo no acompañara esta declaración, de todo este
condimento relativo a las esperanzas que van a buscar los que marchan a
Estados Unidos en busca de la libertad, y que nada puede ofrecer para el
futuro, quienes para el presente solo ofrecen la perspectiva de tener
que marcharse del país, a los ciudadanos de un país. Y también habla de
la Cruz Roja, por tanto consideramos necesario que respondamos al señor
Johnson sobre estos particulares que nada tienen que ver con el hecho en
sí que nosotros planteábamos, y hacer algunas aclaraciones pertinentes
en relación con todo esto.
En primer lugar todavía
las agencias cablegráficas yankis, y muchos de los funcionarios de ese
país, al igual que algunas agencias cablegráficas que no son yankis,
pero que aparentemente a fuerza de oír repetir los argumentos, como es
la Reuter y la France Press, se han hecho eco de la afirmación de que
esto implicó un cambio en la política con relación a los que deseaban
marcharse del país. Y esto es absolutamente falso. Desde el principio de
la Revolución se tuvo sobre este particular una sola política; desde el
principio de la Revolución hasta la Crisis de Octubre,
estuvieron saliendo incesantemente de este país todos aquellos que lo
deseaban y que habían recibido permiso de Estados Unidos.
Y cuando a raíz de la
Crisis de Octubre ellos paralizaron los vuelos a Cuba, no hubo un cambio
en la política del gobierno revolucionario, porque por las demás vías
—es decir, por la vía de España y la vía de México—
continuaban saliendo cerca de 300 personas mensuales, es decir, más de 3
000 personas al año. No ha habido el menor cambio en la política sobre
los que deseen marcharse en el país, lo que hemos hecho es desenmascarar
la mala fe y la hipocresía del imperialismo yanki, único responsable de
que las vías para salir normalmente se hubiesen paralizado, a fin de
promover cierto tipo de salidas clandestinas y arriesgadas, con el único
propósito de hacer propaganda.
El señor Johnson
posiblemente ignore que en Estados Unidos cuando tuvo lugar la lucha por
lo independencia para librarse del coloniaje inglés, miles y miles de
norteamericanos abandonaron el país después de la independencia, y se
marcharon al Canadá.
Y en todas las
revoluciones, bien sea la Revolución Francesa, o la Revolución Rusa, o
la Revolución Cubana, ese fenómeno de la marcha o de la emigración de
las clases privilegiadas es un hecho absolutamente histórico. Mas si la
marcha de un país, si la marcha de los hombres y mujeres que nacen en un
país hacia otro país pudiera ser un índice de las características de un
régimen social, el mejor ejemplo es el caso de Puerto Rico, isla de la
cual se apoderó el imperialismo yanki, y que ha mantenido bajo un
régimen de explotación colonial, a consecuencia de lo cual más de un
millón de los hombres y mujeres nacidos en ese país se han visto en la
necesidad de emigrar hacia Estados Unidos. ¡Y el señor Johnson se olvidó
de Puerto Rico
y del millón de portorriqueños que viven en Nueva York en las más duras
condiciones de vida, en los barrios más pobres, y realizando los
trabajos más humillantes!
Desde luego que esto de
hablar de la Cruz Roja es un truquito del señor Johnson a fin de
dramatizar la cuestión. Y en realidad, ¿quién ha dicho que para tramitar
pasaportes y dar permiso para que aterricen unos aviones en Miami tiene
que intervenir la Cruz Roja? ¿Qué tiene que ver la Cruz Roja con eso?
No se trata de un terremoto, ni de una hecatombe, ni de una guerra, sino
del simple trámite de autorizar la llegada a Estados Unidos, de
autorizar el aterrizaje de los aviones, o la llegada de los barcos.
La Cruz Roja no hace
ninguna falta en este caso. La Cruz Roja, en todo caso, podría
intervenir para plantearle al gobierno de Estados Unidos que cese la
criminal medida mediante la cual se prohíbe la exportación de
medicamentos a Cuba. ¡Para eso sí haría falta la Cruz Roja
Internacional! (APLAUSOS.)
En todo caso, la Cruz
Roja podría hacer un mejor trabajo en Viet Nam del Sur (APLAUSOS), donde
los soldados yankis asesinan a miles, asesinan y torturan por millares a
los ciudadanos de ese pueblo. O en Viet Nam del Norte, donde los
criminales bombardeos yankis no distinguen en nada absolutamente, y lo
mismo bombardean ciudades, que aldeas, que escuelas, que hospitales.
La Cruz Roja podría tener
algo que hacer en Santo Domingo, donde los soldados invasores cometen
todo tipo de atropellos contra el pueblo, y tienen ocupadas las escuelas
de los estudiantes (APLAUSOS).
Podría intervenir en los
propios Estados Unidos, a fin de evitar las masacres de ciudadanos
negros, como la que ocurrió en Los Angeles, en California, recientemente
(APLAUSOS).
Pero para esta cuestión,
señor Johnson, no hace falta la presencia de la Cruz Roja. A nosotros
nos basta discutir con los representantes de la embajada suiza, que son a
la vez los representantes de los intereses norteamericanos en Cuba, y
podemos ponernos de acuerdo perfectamente bien con ellos acerca de
cualquier trámite. No hace falta que intervenga nadie más. Nosotros
aceptamos la seriedad y la responsabilidad de los funcionarios suizos.
Ahora, ¡si el gobierno de Estados Unidos
no tiene confianza, o no cree en la habilidad o la capacidad de los
funcionarios de la embajada suiza, eso es cosa del gobierno de Estados
Unidos! (APLAUSOS.)
Ahora bien: hablando muy
seriamente sobre estas cuestiones de libertades, yo quisiera saber si el
señor Johnson pudiera responder un par de preguntas, puesto que
nosotros aquí hemos estado permitiendo que salga todo el que quiera
salir del país desde el principio de la Revolución, puesto que nosotros
no hemos negado permiso nunca a los que han querido salir para ir a
visitar a sus familiares y regresar, y puesto que si bien hay cubanos
que tienen familiares en Estados Unidos y desean ir a reunirse con
ellos, también hay cubanos que tienen familiares en Estados Unidos y que
no quieren abandonar el país (APLAUSOS), y ya que el señor Johnson,
junto a la Estatua de la Libertad se tomó le molestia de “condimentar”
su declaración con todas estas pamplinerías acerca de libertad, ¡yo le
pregunto si Estados Unidos es capaz de permitir que puedan venir a
visitar a sus familiares en Cuba aquellos que deseen venir a visitarlos y
regresar a Estados Unidos! (APLAUSOS), si Estados Unidos es capaz de
permitir que cubanos que no desean residir en Estados Unidos visiten a
sus familiares en Estados Unidos y regresen después a Cuba; y si Estados
Unidos, por último, está dispuesto a permitir que los ciudadanos
norteamericanos puedan visitar a Cuba (APLAUSOS).
Porque a ese mismo
gobierno que habla de que mal puede andar un país cuando se marchan de
ese país ciudadanos, nosotros le podemos decir: peor puede andar un país
cuando, a pesar de ser un país que tanto pregona y tanto presume de ser
un país de libertades; mal puede andar un país que, a pesar de haber
alcanzado los estándares de desarrollo económico que han alcanzado,
tiene miedo permitir que los ciudadanos de ese país puedan visitar a
este país tan detractado y tan calumniado del miedo y del terror —como
llaman ellos (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, aquí va
el segundo emplazamiento al gobierno de Estados Unidos. Lo emplazamos a
que permita también visitar a Cuba, a sus familiares en Cuba, a aquellos
que tienen aquí familiares que no quieren irse para Estados Unidos; a
que permita que esos familiares, residentes en Cuba y que no quieren
abandonar a Cuba, puedan ir a Estados Unidos y regresar; y, por último,
lo emplazamos a que permita que los estudiantes o cualquier ciudadano de
Estados Unidos pueda venir libremente a Cuba, de la misma manera que
nosotros permitimos que se marche, o que vaya y que regrese, cualquier
ciudadano de este país (APLAUSOS); que permita que puedan visitar a Cuba
los representantes de las organizaciones negras de Estados Unidos, o de
las organizaciones de los defensores de los derechos civiles, para que
vean cómo, con la desaparición de la explotación del hombre por el
hombre, desapareció definitivamente la discriminación racial en nuestro
país (APLAUSOS).
Y veamos si el señor
Johnson, ante el mundo y ante el pueblo de Estados Unidos, tiene alguna
respuesta —que no sea un galimatías— que darle a este emplazamiento.
Nosotros mantenemos
nuestra posición, mantenemos nuestra declaración, y esperamos que
soliciten la pertinente entrevista para el caso los señores funcionarios
de la embajada suiza, cuando reciban las pertinentes instrucciones del
gobierno de Estados Unidos. Pero esperamos para saber si el señor
Johnson tiene manera de responder a este emplazamiento.
Y ya que se habla tanto,
ya que se jactan tanto de hablar de libertades, que baste ya de hablar
de falsas libertades, baste ya de hablar de libertades abstractas, que
los hechos están demostrando que donde realmente se está creando un
mundo de libertades no es allí, sino aquí (APLAUSOS); tan libre, que no
queremos que nadie, ajeno a su voluntad, tenga necesariamente que vivir
en esta sociedad. Porque nuestra sociedad socialista, nuestra sociedad
comunista, deberá ser eminentemente una asociación verdaderamente libre
de ciudadanos (APLAUSOS).
Y aunque es cierto que
determinados ciudadanos, educados en aquellas ideas del pasado y en
aquel sistema de vida pasado, prefieren marcharse a Estados Unidos,
también es muy cierto que este país se ha convertido en el santuario de
los revolucionarios de este continente (APLAUSOS). También es cierto que
nosotros consideramos acreedores a la hospitalidad de este pueblo y de
esta tierra, no solo a los que en ella nacieron, sino a todos los
hombres y mujeres de nuestra misma lengua, de nuestra misma cultura, o
aun cuando no de la misma lengua, de similares orígenes históricos y
étnicos de similar historia de explotación. Y en este país tienen
derecho a venir —y han hecho uso de ese derecho todos cuantos han
querido— los perseguidos por las oligarquías sanguinarias e
imperialistas; a este país han venido a residir permanentemente o
transitoriamente muchos hombres y mujeres que nacieron en otros
territorios hermanos de este continente; y en este país durante años han
vivido y han trabajado muchos técnicos y muchos profesionales
procedentes de distintos rincones de América.
Esta no es solo una
tierra de cubanos, esta es una tierra de revolucionarios (APLAUSOS); y
tienen derecho a considerarse como hermanos nuestros y acreedores a ella
los revolucionarios del continente, incluso los revolucionarios
norteamericanos (APLAUSOS). Porque algún dirigente, como el caso de
Robert Williams, perseguido allí ferozmente, encontró albergue en esta
tierra. Y al igual que él, podrán encontrar albergue los que persigan
allí los reaccionarios y los explotadores. No importa que hablen inglés y
hayan nacido en Estados Unidos. Esta es la patria de los
revolucionarios de este continente, al igual que Estados Unidos es el
albergue inevitable de todos los esbirros, de todos los malversadores,
de todos los explotadores, de todos los reaccionarios de este continente
(APLAUSOS), porque no hay ladrón, no hay explotador, no hay
reaccionario, no hay criminal, que no tenga las puertas abiertas de
Estados Unidos.
Y con esto quedan
respondidas las palabras del señor Johnson bajo su desteñida Estatua de
la Libertad, que no se sabe qué representa ya ese amasijo de piedra y de
hipocresía, como no sea lo que hoy significa para el mundo el
imperialismo yanki.
Nosotros vamos ahora a
nuestras cuestiones, vamos a las cuestiones de nuestro Partido, porque
creo que las noticias que de aquí salen, todas las que se refieren a
nuestros éxitos sociales, a nuestros éxitos económicos y a nuestros
éxitos políticos, son noticias muy malas para los imperialistas yankis.
Y naturalmente que todo
lo que fortalezca e impulse la Revolución, todo lo que nos permita
avanzar el máximo, es altamente preocupante para ellos, porque eso de
que volverán, sí, algún día añorarán volver, arrepentidos, una buena
parte de los que se marcharon. Pero cuando el señor Johnson habla de
regresar aquí en plan de libertadores, podríamos decirle que esos son
sueños de una noche de otoño (RISAS).
Todo el país ha recibido
con júbilo y entusiasmo la noticia de la constitución de nuestro Comité
Central. Los nombres de los compañeros que integran este Comité, así
como su historia, son sobradamente conocidos. Si no todos son conocidos
por todos, todos son conocidos por una parte considerable e importante
del pueblo. Hemos procurado escoger a quienes en nuestro juicio
representan, de la manera más cabal, la historia de nuestra Revolución, a
quienes, tanto en la lucha por la Revolución, como en la lucha por la
consolidación, defensa y desarrollo de la Revolución, han trabajado y
han luchado tesonera e incansablemente.
No hay episodio heroico
en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí
representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo
militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay
sector revolucionario, social, que no esté representado. No hablo de
organizaciones. Cuando hablo de sector hablo de obreros, hablo de
jóvenes, hablo de campesinos, hablo de nuestras organizaciones de masa.
Hay hombres que fueron
portadores durante muchos años de las ideas socialistas, como es el caso
de quien fuera fundador del primer Partido Comunista, el compañero
Fabio Grobart (APLAUSOS); casos como la compañera Elena Gil (APLAUSOS),
cuya extraordinaria labor al frente de las escuelas por donde han pasado
más de 40 000 campesinas de las montañas, donde se han formado miles de
maestros, donde estudian hoy más de 50 000 jóvenes y niños, y que
nosotros consideramos un trabajo verdaderamente ejemplar; o casos como
el compañero Arteaga (APLAUSOS) que, además de su historial de lucha,
durante siete años ha trabajado en el sector agrícola y ha llevado a
cabo planes exitosos, en algunos casos extraordinariamente exitosos,
como es el plan agrícola del Escambray (APLAUSOS); casos de compañeros
como el teniente Tarrau (APLAUSOS), compañero sobre el cual tal vez
muchos no hayan oído hablar, pero es el compañero a quien el Ministerio
del Interior situó al frente de los planes de rehabilitación en Isla de
Pinos (APLAUSOS) y donde ha llevado a cabo, con actitud ejemplar y
abnegada, un brillantísimo trabajo del cual algún día tendrá que
hablarse y escribirse mucho.
He mencionado casos de
compañeros, algunos más conocidos, otros menos conocidos. Sería
interminable la lista de los compañeros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (APLAUSOS) por su historia antes y después del triunfo,
¡antes y después del triunfo!, como ejemplo de ejemplares
revolucionarios, de incansables trabajadores, como ejemplo de superación
en el estudio, en el desarrollo de la cultura, de los niveles
culturales y de los niveles políticos, compañeros de una modestia
extraordinaria, en cuyas manos ha estado fundamentalmente la defensa de
la patria en estos siete años de peligros y de amenazas.
De los más conocidos no
es necesario hablar. No quiere esto decir que estén aquí los únicos
valores de la nación. No, muy lejos de eso. Cuenta nuestro país
afortunadamente con incontables valores y sobre todo una promoción de
compañeros nuevos, en pleno desarrollo, que algún día —sin duda de
ninguna índole— llegarán a ostentar esa responsabilidad y ese honor.
Si nos preguntamos
quienes faltan, indiscutiblemente que faltan. Sería imposible constituir
un Comité Central con 100 compañeros revolucionarios sin que faltaran
muchos compañeros. Lo importante no son los que faltan, esos vendrán
detrás; lo que importa son los que están, y lo que representan los que
están. Y nosotros sabemos que el Partido y el pueblo han acogido con
satisfacción al Comité Central que se ha constituido (APLAUSOS).
Este Comité, reunido en el día de ayer, adoptó distintos acuerdos:
Primeramente, ratificar
las medidas acordadas por la antigua Dirección Nacional, ratificar al
Buró Político, al Secretariado y a las comisiones de trabajo, así como
también al compañero electo para el cargo de Secretario de Organización
(APLAUSOS). Pero, además, adoptó dos importantes acuerdos, que a su vez
habían sido sugeridos por la antigua Dirección Nacional. Uno, lo que se
refiere a nuestro órgano oficial, y es que en lugar de dos periódicos
con caracteres políticos como se venían editando, concentrar los
recursos humanos, concentrar los recursos en maquinaria y en papel para
hacer un nuevo y único periódico de carácter político matutino, además
del periódico “El Mundo” que no es un periódico propiamente de
orientación política. Unir todos esos recursos y hacer un nuevo
periódico que llevará el nombre de “Granma” (APLAUSOS), símbolo de
nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino.
Y otro acuerdo aún más
importante, en lo que se refiere al nombre de nuestro Partido. Primero
fuimos ORI, en los primeros pasos de la unión de las fuerzas
revolucionarias, con sus aspectos positivos y sus aspectos negativos;
después fuimos Partido Unido de la Revolución Socialista, que significó
un progreso extraordinario, un extraordinario avance en la creación de
nuestro aparato político. Esfuerzo de tres años en que, de la cantera
inagotable del pueblo, se extrajeron incontables valores surgidos de
entre las filas de nuestros trabajadores, para llegar a ser hoy lo que
somos en cantidad, pero sobre todo lo que somos en calidad. Pero Partido
Unido de la Revolución Socialista de Cuba dice mucho, pero no dice
todo; y Partido Unido da todavía la idea de algo que fue necesario unir,
que recuerda todavía un poco los orígenes de cada cual. Y como
entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez por todas
y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de
origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya
al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en
que podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario, y puesto que
es necesario que el nombre de nuestro Partido diga no lo que fuimos
ayer, sino lo que somos hoy y lo que seremos mañana, ¿cuál es, a juicio
de ustedes, el nombre que debe tener nuestro Partido? (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¿Cuál es, compañero? ¡Un compañero de
aquí! (EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de acá!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de allá!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de allá!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Partido Comunista de Cuba!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista, Comunista!”)
Pues ese es el nombre
que, interpretando el desarrollo de nuestro Partido, de la conciencia
revolucionaria de sus miembros y de los objetivos de nuestra Revolución,
adoptó en el día de ayer nuestro primer Comité Central.
Y es muy correcto, como
explicábamos ayer a los compañeros del Comité; la palabra comunista ha
sido muy calumniada y muy detractada a lo largo de los siglos.
Comunistas hubo a lo largo de la historia, hombres de ideas comunistas,
hombres que concebían un modo de vivir distinto a la sociedad en que
habían nacido, y los que pensaron de una manera comunista en otros
tiempos fueron considerados, por ejemplo, comunistas utópicos, quienes
hace 500 años, porque de una manera idealista aspiraban a un tipo de
sociedad que no era posible en aquel entonces dado el ínfimo desarrollo
de las fuerzas productivas con que contaba el hombre; dado que al
comunismo de donde partió el hombre primitivo, para vivir en una forma
de comunismo primitiva, no podrá volver el hombre sino mediante tal
grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y tal modo de utilización
de esas fuerzas, modo social de utilización de esas fuerzas, que se
puedan crear los bienes materiales y los servicios en cantidades más que
suficientes para satisfacer las necesidades del hombre.
Y todos los explotadores,
todos los privilegiados, odiaron siempre la palabra comunista como si
fuera un crimen; anatematizaban la palabra comunista. Y por eso cuando
Marx y Engels escribieron su Manifiesto Comunista
que daba origen a una nueva teoría revolucionaria, a una interpretación
científica de la sociedad humana y de la historia humana, ellos decían
“un fantasma recorre a Europa, y es el fantasma del comunismo”, porque
como un fantasma, con verdadero miedo, contemplaban las clases
privilegiadas esas ideas.
Mas las clases
privilegiadas en cualquier época de la historia contemplaron siempre con
extraordinario miedo las ideas nuevas, y la sociedad romana se
aterrorizó en su época también con las ideas cristianas cuando estas
ideas surgieron al mundo, y fueron en un tiempo las ideas de los pobres y
de los esclavos de aquellos tiempos. Y por odio a esas ideas nuevas,
aquella sociedad lanzó a la hoguera y lanzó al circo a incontable número
de seres humanos. Y así también, durante la Edad Media, en la época del
feudalismo, las ideas nuevas fueron perseguidas y sus portadores
calumniados y tratados de la peor forma.
Y las ideas nuevas que
surgieron con la burguesía, en medio del feudalismo, lo mismo cuando
aquellas ideas adoptaban posiciones políticas, que cuando adoptaban
posiciones filosóficas, que cuando adoptaban posiciones religiosas,
fueron cruelmente anatematizadas y perseguidas.
Siempre las clases
reaccionarias se han valido de todos los medios para anatematizar y
calumniar a las ideas nuevas. Y así, todo el papel y todos los medios de
que disponen no les alcanzan para calumniar a las ideas comunistas,
como si el afán de una sociedad en que el hombre no sea un explotador
del hombre sino un verdadero hermano del hombre, como si el sueño de una
sociedad en que todos los seres humanos sean realmente iguales de hecho
y de derecho, no una simple cláusula constitucional como rezan las
constituciones burguesas, donde dicen que todos los hombres nacen libres
e iguales, como si se pudiera afirmar eso lo mismo del niño que nace en
un barrio de indigentes, en una cuna pobre, que el niño que nace en una
cuna de oro; como si se pudiera afirmar jamás que en una sociedad de
explotadores y explotados, de ricos y de pobres, que todos los hombres
nacen libres e iguales; como si todos esos hombres estuviesen llamados a
tener en la vida la misma oportunidad.
El sueño secular del
hombre —y posible hoy— de una sociedad sin explotadores ni explotados,
ha concitado el odio y el rencor de todos los explotadores.
Los imperialistas, como
si nos fuesen a ofender, o como si fuese una ofensa, hablan del gobierno
comunista de Cuba, al igual que también la palabra “mambí” la emplearon
contra nuestros libertadores como una ofensa, así también intentan
emplear la palabra “comunista” como una ofensa, y la palabra “comunista”
no es para nosotros una ofensa, sino una honra (APLAUSOS).
Y es la palabra que
simboliza la aspiración de una gran parte de la humanidad, y por ella
hoy trabajan concretamente cientos y cientos de millones de seres
humanos. Y dentro de 100 años no habrá honra mayor, ni habrá nada más
natural y lógico que llamarse comunistas (APLAUSOS).
Hacia una sociedad
comunista nos encaminamos. Si no quieren los imperialistas caldo, pues
les daremos tres tazas de caldo (APLAUSOS). De ahora en adelante,
señores de la UPI, y de la AP, cuando nos llamen “comunistas” sepan que
nos llaman de la manera más honrosa que puedan llamarnos (APLAUSOS).
Hay una ausencia en
nuestro Comité Central, de quien posee todos los méritos y todas las
virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin
embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central.
Alrededor de esto, el
enemigo ha podido tejer mil conjeturas; el enemigo ha tratado de
confundir y de sembrar la cizaña y la duda, y pacientemente, puesto que
era necesario esperar, hemos esperado.
Y eso diferencia al
revolucionario del contrarrevolucionario, al revolucionario del
imperialista: que los revolucionarios sabemos esperar, sabemos tener
paciencia, no nos desesperamos nunca, y los reaccionarios, los
contrarrevolucionarios, los imperialistas, viven en perenne
desesperación, viven en perenne angustia, en un perenne mentir, de la
manera más ridícula, de la manera más infantil.
Cuando se leen las cosas
que dicen algunos de esos funcionarios, algunos de esos senadores
yankis, uno se pregunta: ¿Pero cómo es posible que este señor no esté en
un establo en vez de pertenecer a lo que se llama un congreso?
(APLAUSOS) Algunos de ellos dicen verdaderas barbaridades. Y tienen un
tremendo hábito de mentir, no pueden vivir sin mentir. Viven
angustiados.
Si el gobierno
revolucionario declara una cosa —que es lo que ha estado haciendo
siempre— como fue a la que me referí al principio, entonces ven cosas
truculentas, terribles, ¡un plan detrás de todo eso!
¡Qué ridiculez! ¡Con qué
miedo viven! Y uno se pregunta: ¿Lo creerán? ¿Lo creerán? ¿Creerán todo
lo que dicen? O, ¿tendrán necesidad de creer todo lo que dicen? ¿O no
pueden vivir sin creer todo lo que dicen? ¿O dicen todo lo que no creen?
Es difícil, sería
cuestión de médicos y de psicólogos. ¿Qué tienen en el cerebro, qué
angustia es esa que en todo ven una maniobra, un plan truculento,
tenebroso, terrible? Y no saben que no hay mejor táctica, ni mejor
estrategia que luchar con armas limpias, y que luchar con la verdad,
porque esas son las únicas armas que inspiran confianza, son las únicas
armas que inspiran fe, son las únicas armas que inspiran seguridad,
dignidad, moral. Y son con esas armas con las que hemos ido venciendo y
aplastando los revolucionarios a nuestros enemigos.
Mentira. ¿Quién ha
escuchado nunca una mentira en boca de un revolucionario? Porque son
armas que no benefician a ningún revolucionario, y ningún revolucionario
serio tiene necesidad de acudir a una mentira nunca; su arma es la
razón, la moral, la verdad, la capacidad de defender una idea, un
propósito, una posición.
Y en fin, el espectáculo
moral de nuestros adversarios es verdaderamente lamentable. Y así los
agoreros, los intérpretes, los especialistas en las cuestiones de Cuba y
las máquinas electrónicas, han estado trabajando incesantemente para
desentrañar este misterio. Que si Ernesto Guevara
(APLAUSOS) había sido purgado, que si Ernesto Guevara estaba enfermo,
que si Ernesto Guevara había tenido discrepancias y cosas por el estilo.
Naturalmente que el
pueblo tiene confianza, el pueblo tiene fe. Pero los enemigos se valen
de estas cosas, sobre todo en el exterior, para calumniar: he ahí al
régimen comunista tenebroso, terrible, los hombres se desaparecen, no
dejan rastro, no dejan huellas, no hay una explicación; y nosotros
dijimos en su oportunidad al pueblo, cuando el pueblo comenzó a notar
esa ausencia, que oportunamente hablaríamos, algunas razones tendríamos
para esperar.
Nos desenvolvemos en un
medio rodeado por las fuerzas del imperialismo. No vive el mundo en
condiciones normales; mientras las bombas criminales de los
imperialistas yankis estén cayendo en un pueblo como Viet Nam no podemos
decir que vivimos en condiciones normales (APLAUSOS); cuando más de 100
000 soldados yankis desembarcan allí para tratar de aplastar el
movimiento de liberación; cuando los soldados del imperialismo
desembarcan en una república que tiene igualdad de derechos
jurídicamente como todas las demás repúblicas del mundo, cual es el caso
de Santo Domingo, para pisotear su soberanía (APLAUSOS), no vive el
mundo en condiciones normales; cuando alrededor de nuestra patria los
imperialistas entrenan mercenarios y organizan ataques vandálicos de la
manera más impune, como el caso de Sierra Aránzazu; cuando los
imperialistas amenazan con intervenir en cualquier país de la América
Latina y del mundo, no se vive en condiciones normales. Y cuando
luchábamos en la clandestinidad contra la tiranía batistiana, los
revolucionarios que no vivíamos en condiciones de normalidad, teníamos
que atenernos a las reglas de la lucha; de la misma manera, aunque el
poder revolucionario existe en nuestro país, en lo que se refiere a las
realidades del mundo, no vivimos en condiciones normales y tenemos que
atenernos a las reglas de esa situación.
Y para explicar esto
vamos a leer una carta aquí de puño y letra, transcripta a máquina, del
compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS), que por sí misma se explica.
Pensaba yo si debía hacer la historia de nuestra amistad y de nuestro
compañerismo, cómo comenzó y bajo qué condiciones comenzó y cómo se
desarrolló. Mas no es necesario. Me voy a limitar a leer la carta.
Dice así: “Habana… No fue
puesta la fecha, puesto que esta carta era para ser leída en el momento
en que lo considerásemos más conveniente, pero ajustándonos a la
estricta realidad, fue entregada el 1ro de abril de este año, hace
exactamente seis meses y dos días. Y dice así:
Habana
Año de la Agricultura
“Fidel:
“Me recuerdo en esta hora
de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de
cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
“Un día pasaron
preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad
real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierta, que
en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos
compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
“Hoy todo tiene un tono
menos dramático, porque somos más maduros, pero el hecho se repite.
Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución
Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu
pueblo, que es ya mío.
“Hago formal renuncia de
mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi
grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a
Cuba, solo lazos de otra clase que no se pueden romper como los
nombramientos.
“Haciendo un recuento de
mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación
para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna
gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de
la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus
cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y
sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días
luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto
un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte
seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y
apreciar los peligros y los principios.
“Otras tierras del mundo
reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te
está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de
separarnos.
“Sépase que lo hago con
una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas
de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… Y dejo un
pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu.
En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el
espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más
sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que
esté: esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
“Digo una vez más que
libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su
ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último
pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy
las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel
hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado
siempre con la política exterior de nuestra Revolución, y lo sigo
estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de
ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y
mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no
pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y
educarse.
“Tendría muchas cosas que
decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las
palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena
emborronar cuartillas.
“Hasta la victoria siempre.
“¡Patria o Muerte!
“Te abraza con todo fervor revolucionario,
Che.” (APLAUSOS PROLONGADOS)
Los que hablan de los
revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres
fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta
carta el ejemplo de todo el sentimiento, de toda la sensibilidad, de
toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario.
Y nosotros podríamos
contestar, todos nosotros: Compañero Guevara: ¡No es la responsabilidad
lo que nos preocupa, nosotros estamos responsabilizados con la
Revolución, y nosotros estamos responsabilizados con la ayuda al
movimiento revolucionario en la medida de nuestras fuerzas! (APLAUSOS
PROLONGADOS), y asumimos la responsabilidad y las consecuencias, y los
riesgos. Durante siete años casi ha venido siendo así, y sabemos que
mientras el imperialismo exista, y mientras haya pueblos explotados y
colonializados, seguiremos corriendo esos riesgos y seguiremos asumiendo
serenamente esa responsabilidad.
Y nosotros teníamos el
deber de conformarnos, teníamos el deber de respetar ese sentimiento de
ese compañero, esa libertad y ese derecho. ¡Y esa sí es libertad, no la
de los que van a ponerse un grillete, sino la de los que van a empuñar
un fusil contra los grilletes de la esclavitud! (APLAUSOS.)
¡Y esa es otra de las
libertades, señor Johnson, que nuestra Revolución proclama! y si los que
quieren marcharse para irse a vivir con los imperialistas, a los que a
veces los imperialistas reclutan para ir a luchar a Viet Nam y al Congo
pueden hacerlo, ¡sépase también que todos los ciudadanos de este país,
cuando soliciten permiso, no para ir a luchar junto a los imperialistas,
sino para luchar junto a los revolucionarios, esta Revolución no les
negará el permiso! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Este país es libre, señor Johnson, ¡verdaderamente libre para todos!
Y no fue esta la única
carta. Junto a esta carta, y para la ocasión en que se hiciese uso de
esta carta, también quedaron en nuestras manos distintas cartas de
saludo a distintos compañeros y, además —como dice aquí—, “a mis hijos”,
“a mis padres”, y a otros compañeros; cartas escritas por él para sus
hijos y para sus padres. Y estas cartas se las entregaremos a los
compañeros y a los familiares, y les pediremos que las donen a la
Revolución, porque nosotros consideramos que estos son documentos dignos
de la historia.
Y entendemos que esto lo
explica todo, y es lo que a nosotros nos corresponde explicar. Lo demás,
que los enemigos se preocupen. Nosotros tenemos bastantes tareas,
bastantes cosas que hacer en nuestro país y con relación al mundo;
bastantes deberes que cumplir, y los cumpliremos.
Desarrollaremos nuestro
camino, desarrollaremos nuestras ideas, desarrollaremos nuestros
métodos, desarrollaremos nuestro sistema. Utilizaremos toda la
experiencia que pueda sernos útil, y desarrollaremos experiencias
nuevas.
Una nueva época surge por
entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad,
un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido
de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con
la participación plena de las masas, para poder decir con toda
justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y
que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia
obrera y revolucionaria. Y será mil veces más democrática que la
democracia burguesa, porque marcharemos hacia formas administrativas y
políticas que implicarán la constante participación, en los problemas de
la sociedad, de las masas, a través de los organismos idóneos, a través
del Partido, en todos los niveles. E iremos desarrollando esas formas
nuevas como solo una revolución puede hacerlo, e iremos creando la
conciencia y los hábitos de esas nuevas formas. Y no nos detendremos, no
se detendrá nuestro pueblo hasta haber alcanzado sus objetivos finales.
y este paso significa
mucho, significa uno de los pasos más trascendentales en la historia de
nuestro país, significa el momento histórico en que las fuerzas
unificadoras fueron superiores a las fuerzas que dispersaban y dividían,
significa el momento histórico en que todo un pueblo revolucionario se
unió estrechamente, en que el sentido del deber prevaleció sobre todo,
en que el espíritu colectivo triunfó sobre todos los individualismos, en
que los intereses de la patria prevalecieron ampliamente y
definitivamente sobre todo interés individual o de grupos, significa
haber alcanzado el grado más alto de unión y de organización con la más
moderna, la más científica, a la vez que la más revolucionaria y humana
de las concepciones políticas.
Y somos el primer país de
este continente, a más de ser, en el criterio del gobierno imperialista
de Estados Unidos, el único país independiente. Porque si la Cámara de
Representantes proclama el derecho a intervenir en cualquier país para
evitar el peligro de una revolución comunista, aquí hay una revolución
comunista en el poder (APLAUSOS). Luego se nos considera el único país
independiente. Y, claro, cuando los representantes de los monopolios
lanzaron esa bofetada en el rostro de todas las repúblicas de América,
emitiendo la declaración de no independencia, unos cuantos —y podría
decirse mejor muchos— se han sonrojado de vergüenza, muchos se han
escandalizado cuando Estados Unidos declara su derecho a intervenir
unilateralmente.
Bueno es recordarles los
acuerdos que tomaron contra Cuba, bueno es recordarles la complicidad
con las fechorías que contra nuestra patria tramó el imperialismo. Y
entonces nosotros fuimos los únicos, los que nos levantamos decididos a
morir y dijimos que defendíamos no solo el derecho de Cuba, sino que
defendíamos la independencia de los demás pueblos de América Latina
(APLAUSOS).
Los que siembran vientos
recogen tempestades, y los que sembraron intervencionismo contra Cuba,
rompimientos colectivos contra Cuba, bloqueos contra Cuba, están
recogiendo tempestades de intervencionismos y de amenazas contra ellos
mismos. Y se asombran y se llenan de pánico y se reúnen los parlamentos y
los partidos burgueses dan el grito en el cielo. Ahí tienen los frutos
de la complicidad con los imperialistas, ahí tienen lo que es el
imperialismo.
Y así, cada día que pase,
los pueblos verán más nítidamente quién tiene la razón, quién en estos
años históricos defendió la verdadera independencia, la verdadera
libertad, la verdadera soberanía; y la defendió con su sangre, y la
defendió frente al imperialismo y a todos sus cómplices.
Los propios imperialistas
les están enseñando. El fantasma del comunismo era incesantemente
agitado. Y en nombre de combatir a ese fantasma, los imperialistas
yankis han declarado su derecho a desembarcar en cualquier país de este
continente, menos en Cuba (APLAUSOS).
Y lo que nosotros hemos
avanzado, pero sobre todo lo que nosotros avanzaremos en los años
venideros, utilizando todas las posibilidades potenciales de nuestro
país, utilizando las enormes fuerzas que hemos organizado y que hemos
creado, utilizándolo de una manera organizada, eficaz: esa es la tarea
de nuestro Partido.
Tomaremos enorme ventaja,
marcharemos a paso vertiginoso hacia el futuro, con un partido que
deberá dirigir, que deberá atender todos los frentes, porque todos los
frentes deberán ser atendidos por nuestro Partido, todos los problemas
deberán ser estudiados. Y para eso hemos creado las comisiones, y nuevas
comisiones serán creadas. Y no habrá un solo problema que no sea objeto
de estudio y de análisis profundo por parte del Partido, para que de
cada análisis salga la orientación, la orientación correcta y la mejor
orientación.
Y decía que labraremos
nuestro camino hacia el comunismo y llegaremos al comunismo. Tan seguros
estamos, como de que hemos llegado hasta aquí.
Y en medio de las
dificultades de todo tipo de este minuto de la historia del mundo,
frente a un enemigo cada vez más poderoso, frente al doloroso hecho de
la división en las filas revolucionarias en el mundo, nuestra política
será de más estrecha unión, nuestra política será la política de un
pueblo pequeño, pero independiente y libre.
Nuestro Partido educará a
las masas, nuestro Partido educará a sus militantes. Entiéndase bien:
¡Nuestro Partido! ¡Ningún otro partido, sino nuestro Partido y su Comité
Central! (APLAUSOS.)
Y la prerrogativa de
educar y orientar a las masas revolucionarias es una prerrogativa
irrenunciable de nuestro Partido, y seremos muy celosos defensores de
ese derecho. Y en materia ideológica será el Partido quien diga lo que
debe decir. ¡Y si nosotros no estamos de acuerdo y no queremos y no nos
da la gana que las divergencias que dividan al campo socialista nos
dividan a nosotros, nadie podrá imponernos semejante cosa! (APLAUSOS.)
Y todo material de tipo
político, excepto que se trate de enemigos, solo podrá llegar al pueblo a
través de nuestro Partido en el momento y en la oportunidad en que
nuestro Partido lo determine (APLAUSOS).
Nosotros sabemos
demasiado bien dónde está el enemigo, quién es el único y verdadero
enemigo. Lo sabemos demasiado bien, lo sabemos de sobra. Contra ese
enemigo hemos tenido que luchar en condiciones difíciles, para enfrentar
a ese enemigo hemos necesitado la solidaridad y la ayuda de muchos,
para derrotar la política agresiva de ese enemigo, para seguir
enfrentándonos a ella, necesitamos recursos y necesitamos armas. Porque
aquí, a miles de millas de distancia de cualquier otro país socialista, a
miles de millas de distancia, sin que podamos depender en los momentos
decisivos de otra cosa que de nuestras propias fuerzas y de nuestras
propias armas, y como estamos conscientes de los riesgos que corremos
hoy y de los riesgos que seguiremos corriendo, hemos de estar armados
hasta los dientes y preparados hasta la saciedad (APLAUSOS).
Y podemos discrepar en
cualquier punto de cualquier partido. Es imposible aspirar a que en la
heterogeneidad de este mundo contemporáneo, en tan diversas
circunstancias, constituido por países en las más disímiles situaciones y
en los más desiguales niveles de desarrollo material, técnico y
cultura, que podamos concebir el marxismo como algo así como una
iglesia, como una doctrina religiosa, con su Roma, su Papa y su Concilio
Ecuménico.
Esta es una doctrina
revolucionaria y dialéctica, no una doctrina filosófica; es una guía
para la acción revolucionaria, y no un dogma. Pretender enmarcar en
especies de catecismos el marxismo, es antimarxista.
La diversidad de
situaciones inevitablemente trazará infinidad de interpretaciones.
Quienes hagan las interpretaciones correctas podrán llamarse
revolucionarios; quienes hagan las interpretaciones verdaderas y las
apliquen de manera consecuente, triunfarán; quienes se equivoquen o no
sean consecuentes con el pensamiento revolucionario, fracasarán, serán
derrotados e incluso suplantados, porque el marxismo no es una propiedad
privada que se inscriba en un registro; es una doctrina de los
revolucionarios, escrita por un revolucionario, desarrollada por otros
revolucionarios, para revolucionarios.
Y nosotros habremos de
caracterizarnos por nuestra confianza en nosotros mismos, por nuestra
confianza en nuestra capacidad para seguir y desarrollar nuestro camino
revolucionario. Y podremos discrepar en una cuestión, o en un punto, o
en varios puntos con cualquier partido; las discrepancias cuando son
honestas están llamadas a ser transitorias. Lo que nunca haremos es
insultar con una mano y pedir con otra, y sabremos mantener cualquier
discrepancia dentro de las normas de la decencia con cualquier partido, y
sabremos ser amigos de quienes sepan ser amigos, y sabremos respetar a
quienes nos sepan respetar.
Y estas pautas
determinarán siempre nuestra libérrima conducta, y jamás le pediremos
permiso a nadie para hacer nada, jamás le pediremos permiso a nadie para
ir a ninguna parte, jamás le pediremos permiso a nadie para ser amigo
de algún partido o de algún pueblo.
Sabemos la transitoriedad
de los problemas. Y los problemas pasan, los pueblos perduran; los
hombres pasan, los pueblos quedan; las direcciones pasan, las
revoluciones persisten. Y nosotros vemos algo más que transitorias
relaciones en las relaciones entre los partidos y entre los pueblos
revolucionarios: vemos relaciones duraderas y relaciones definitivas.
Y de nuestra parte nunca
saldrá nada tendiente a crear diferencia, algo más que entre los
hombres, entre los pueblos. Y nos guiaremos por ese elemental principio,
porque sabemos que es una posición correcta, que es un principio justo.
Y nada nos apartará de la dedicación de todas nuestras energías a la
lucha contra el enemigo de la humanidad, que es el imperialismo. Porque
nosotros no podremos decir jamás que sean cómplices de los imperialistas
a los que nos han ayudado a derrotar a los imperialistas (APLAUSOS).
Y aspiramos no solo a una
sociedad comunista, sino a un mundo comunista en que todas las naciones
tengan iguales derechos; aspiramos a un mundo comunista en que ninguna
nación tenga derecho al veto, y aspiramos a que el mundo comunista del
mañana no presente jamás el mismo cuadro de un mundo burgués desgarrado
por querellas intestinas; aspiramos a una sociedad libre, de naciones
libres, en que todos los pueblos —grandes y pequeños— tengan iguales
derechos.
Defenderemos, como hemos
defendido hasta hoy, nuestros puntos de vista y nuestras posiciones y
nuestra línea, de manera consecuente con nuestros actos y con nuestros
hechos. Y nada nos podrá apartar de ese camino.
No es fácil, en las
complejidades de los problemas actuales y del mundo actual, mantener esa
línea, mantener ese inflexible criterio, mantener esa inflexible
independencia. ¡Pero nosotros la mantendremos! Esta Revolución no se
importó de ninguna parte, es un producto genuino de este país, ¡nadie
nos dijo cómo teníamos que hacerla, y la hemos hecho! (APLAUSOS); ¡nadie
nos tendrá que decir cómo la seguiremos haciendo, y la seguiremos
haciendo! ¡Hemos aprendido a escribir la historia, y la continuaremos
escribiendo! Eso que no lo dude nadie.
Vivimos en un mundo
complejo y un mundo peligroso. Los riesgos de ese mundo los correremos
dignamente y serenamente. ¡Nuestra suerte será la suerte de los demás
pueblos, y nuestra suerte será la suerte del mundo!
Les pido a todos los
compañeros aquí presentes, a todos los representantes de nuestro
Partido, a todos los secretarios de los núcleos en esta especie de
amplísimo congreso, les pido a los que aquí representan la voluntad del
Partido, del Partido que representa a los trabajadores, les pido la
ratificación de los acuerdos de la Dirección Nacional (APLAUSOS), les
pido la ratificación plena y unánime al Comité Central de nuestro
Partido (APLAUSOS), les pido el pleno apoyo a la línea seguida por la
dirección revolucionaria hasta aquí (APLAUSOS), y el pleno apoyo a la
política proclamada hoy aquí (APLAUSOS).
¡Viva el Partido Comunista de Cuba! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva su Comité Central! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva nuestra Revolución socialista y comunista! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
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