Por Arthur González.
El pasado mes deseptiembre, el
asalariado del gobierno estadounidense Reinaldo Escobar, esposo de Yoani
Sánchez Cordero, devenida en bloguera famosa por obra y gracia de la
CIA, declaró al diario argentino La Nación, que “no quería vivir nunca
más una Revolución”.
¿Qué será lo que desea Reinaldo
Escobar?¿Vivir en la Cuba de 1958 donde el tirano Fulgencio Batista,
hijo pródigo de los yanquis, asesinaba a diestra y siniestra a todo el
que se pronunciara por un mundo mejor, donde la discriminación racial
imperaba, los pobres morían sin asistencia médica ante la falta de
recursos para costear las clínicas privadas y el analfabetismo cubría
un alto por ciento de la población activa?
Me gustaría verlo zapatear las calles de
su país en busca de trabajo y chocar de bruces con un cartel de los
que decía hasta 1958: “No hay plazas vacantes” u otro: “Aquíno entran
perros ni negros”.
¿Acaso sueña que en otro régimen sin una
Revolución, él, mulato de origen humilde, pudiera haber estudiado
periodismo sin costo alguno y su esposa nacida en una casa de vecindad
de la Habana Vieja, esas que le llaman en Cuba “solares”, con una madre
de escaso nivel cultural y lavando ropa para la calle, hubiese podido
sufragar los estudios de filología que gratuitamente le dio la
Revolución?
Para quien tiene ahora los bolsillos
repletos de dólares del que le brindan los yanquis por difamar a su
país, resulta sencillo renegar, pero resultaría fantástico montarlo en
una máquina del tiempo y dejarlo en diciembre de 1958 y escuchar sus
declaraciones.
O mejor, pudiéramos dejarlo en la
Argentina de las dictaduras militares, y observarlo emitiendo
declaraciones contrarias al gobierno, sostenido financiera y
políticamente por una potencia extranjera, para ver como sería
arrastrado hasta el centro de torturas “Automotores Orleti”, como
cientos de argentinos que perdieron allí su vida.
Lo que no dijo Escobar en sus
declaraciones al diario La Nación, es la forma en que la misión
diplomática yanqui en La Habana preparó a su esposa y a él mismo, para
actuar en contra de su patria ni como el viejo agente CIA Carlos Alberto
Montaner, prófugo de la justicia cubana por ejecutar acciones
terroristas, reclutó a Yoani, cuando en categoría de emigrada
desesperada buscaba trabajo en España.
Menos aun mencionó las instrucciones que
ambos han recibido durante su estancia en el exterior, tanto en Miami
como en Praga, e incluso en el instituto Lech Walesa, en Polonia, junto
al contrarrevolucionario venezolano Leopoldo López.
Los que actúan de esa forma al servicio
de un gobierno extranjero carecen de vergüenza, por eso se suman a los
estribillos de los norteamericanos cuando hablan del Bloqueo económico,
comercial y financiero, que mantienen contra el pueblo cubano desde
hace más de medio siglo, intentando minimizarlo bajo el título de
“embargo”.
Documentos oficiales yanquis desclasificados permiten conocer la verdad. En la tenebrosa Operación Mangosta se define:
“La acción política será apoyada guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, unida a operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen”.
Para Escobar ese Bloqueo, “para lo único que sirve es para justificar todos los fracasos económicos del gobierno cubano.
¿Si es así cuál es la razón de que no lo eliminan a pesar del clamor mundial?
Muy sencillo, aún no han logrado lo que
expuso el subsecretario de Estado de EE.UU., Lester Mallory, el 6 de
abril de 1960, cuando afirmó:
“No existe una oposición política
efectiva en Cuba; por tanto, el único medio previsible que tenemos hoy
para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del
desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las
dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio
concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y
suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de
causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esto encierra de forma resumida lo que
pretende alcanzar el gobierno estadounidense con su política hostil y es
la base del reclutamiento de personas como Reinaldo Escobar y Yoani
Sánchez, que se venden al mejor postor aun en contra de su propio país,
tratando de olvidarse de las posiciones a favor del proceso
revolucionario, que durante años asumió desde la páginas del diario
comunista cubano Juventud Rebelde.
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