Tomado de La Santa Mambisa.
Por: Arthur Gónzalez | El Heraldo Cubano
Eliécer Ávila, el joven cubano graduado de la Universidad de Ciencias
Informáticas de la Habana, recibió todos los beneficios que le valieron
haberse convertido en discípulo de la bloguera oficialista de
Washington Yoani Sánchez Cordero, al ser invitado con todos los gastos
pagados a una gira internacional que lo llevó a países como Suecia,
República Checa, Polonia, Francia, España y Estados Unidos entre otros.
Por supuesto, para
un joven de procedencia campesina todo resultó como un cuento de Walt
Disney, y quedó totalmente embriagado con el esplendor del primer mundo y
de la culta Europa. No es el primero ni será el último.
La nueva estrategia de las Agencias de Inteligencia de los Estados
Unidos, ha sido sufragar las recientes giras internacionales de un
numeroso grupo de sus asalariados en Cuba, con el fin de poderlos
deslumbrar con las vitrinas del capitalismo, escamoteándoles las
penurias que realmente están sufriendo los europeos por la grave crisis
económica que atraviesan esos países, que por cierto no son socialistas
ni nada que se le parezca.
Como parte de las orientaciones recibida de sus patrocinadores
norteamericanos y de sus propias aspiraciones, Eliécer dejó atrás su
pueblecito campesino y se lanzó a intentar realizar su trabajo subversivo en la capital del país, donde él supone que existen más posibilidades.
Pero el problema no radica en las personas que pueda o no captar para
su deseado proyecto político, es que realmente él no sabe lo que quiere
ni tiene experiencia ni capacidad para realizarlo, solo hay que
escuchar lo que dice para darse cuenta del problema.
En primer lugar, al dejar el Instituto Lesh Walesa, declaró desde
Polonia que iba a conformar un partido político, pero ahora dice que no
es un partido sino un movimiento y que desea que lo integren
economistas, sociólogos, y obreros, incluso ccomunistas, pero que
todavía no ha lanzado oficialmente dicho Movimiento. Como se puede
constatar es un discurso típico del actor mexicano Mario Moreno en su
personaje de Cantinflas.
A esta indefinición se le suma que aun no sabe que quiere ser, si
socialista, socialdemócrata o liberal de izquierda, en realidad no
conoce nada de estos partidos, su experiencia es solo campesina y de
militante de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba.
Según sus torpes declaraciones en Miami, se autodefine como “un
político racional que cree en la libertad individual como único motor
impulsor de la iniciativa y del progreso”. ¿Alguien con experiencia
política en este mundo podría traducirle a este joven inexperto? Todo
hace indicar que desconoce que un movimiento político triunfa cuando hay
unidad entre sus miembros.
Quizás pudiera estudiar un poco el movimiento revolucionario cubano para
entender el por qué un pueblo pequeño ha logrado derrotar al imperio
más poderosos de este mundo y resistir de forma victoriosa sus planes
terroristas, la Guerra Económica y las actividades de subversión
política, durante más de medio siglo.
Por otra parte, si solo tiene como patrón de comparación a varios
asalariados de los norteamericanos, como son José Daniel Ferrer,
Dagoberto Valdés, Yoani Sánchez y a Antonio González-Rodiles, el augurio
es totalmente funesto, ya que en Cuba todos saben a quién responden, de
donde salen las orientaciones, el abastecimiento material y sobre todo
el dinero.
En algunos momentos de más lucidez, Eliécer reconoce que le queda por
delante una gran utopía, pues tendrá que asumir ante sus patrocinadores
en Estados Unidos la responsabilidad del fracaso, algo que a los
yanquis no les gusta y menos cuando se han gastado tantos dólares en su
nueva ilusión de derrocar a la Revolución, pensando que los jóvenes
cubanos rechazan el proceso revolucionario y es ahí donde radica su gran
error, ya que insatisfacción no es sinónimo de oposición.
Mejor sería que la CIA atendiera los problemas que presentan los
obreros, técnicos y profesionales norteamericanos, que si desean un
cambio radical en su sistema político y económico, para
detener la pérdida del bienestar de vida al que estaban acostumbrados,
tal y como prometió Barack Obama en su campaña presidencial, en vez de
malgastar su dinero en advenedizos como Eliécer Ávila y sus compinches,
en esos sueños trasnochados del sofocante verano de su provincia
oriental de Las Tunas.
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