Tomado de CubaDebate
Por Oliver Zamora Oria
Fue cuestión de horas. La Cámara de Representantes aprobó (285 vs
144), la mayoría de los senadores levantaron la mano (81 vs 17), y pocos
minutos después Obama firmó. Así de “corre corre” concluyó por el
momento la irracional pelea bipartidista en Estados Unidos;
si… irracional, y el principal argumento que justifica ese adjetivo es
que todos, demócratas y republicanos, la Casa Blanca, los mercados, los
inversionistas, Wall Street, absolutamente todos, sabían que el acuerdo
iba a llegar. Fueron los intereses políticos, la tozudez republicana y
la falta de una estrategia inteligente de ese partido, los elementos
responsables de los sobresaltos y de ese espectáculo tan bien utilizado
por los medios, pero sin dejar de ser una remake con final esperado.
La falta de consenso acarrearía consecuencias inimaginables, solo un
ejemplo, Estados Unidos es el epicentro mundial del capitalismo y además
el mayor deudor del mundo; sin dinero
no podría pagar sus deudas. ¿Las consecuencias? Un terremoto desde
Brasil hasta Japón, la economía estadounidense volvería al piso y
arrastraría a unos cuantos con ella. ¡Pero cuidado! Respiren aliviados
por el momento, pues el problema está pospuesto, no resuelto. El acuerdo
estiró el presupuesto del Ejecutivo hasta el próximo 15 de enero y
elevó el techo de la deuda hasta al 7 de febrero. Después de las
celebraciones de fin de año, veremos otra vez la misma novela de los
últimos 17 días.
Repito, acuerdo siempre habrá, 10 días o un minuto antes, pero
siempre habrá. La pregunta ahora es la siguiente. ¿Quiénes fueron los
perdedores de esta batalla presupuestaria? Todos, aunque no al mismo
nivel. Ni el presidente Barack Obama
y su Partido Demócrata se anotaron puntos, aunque fueron los menos
afectados, cayeron dentro de esa frustración creciente en los
norteamericanos con el sistema político del país, debido en parte, a
este tipo de peleas tan dañinas para
la sociedad. Pensemos además que el mandatario aún permanece en medio
de un mal momento en política exterior debido a la crisis en Siria y el
firme desafío de Rusia en este tema.
Es obvio que los republicanos
salen peor parados, sobre todo, el líder de la mayoría en la Cámara,
John Boehner, quien no ha colado aún su primer gol desde 2011, cuando
asumió ese importante cargo legislativo. Para los analistas, Boehner no
pudo controlar las diferentes fracciones dentro de su partido, y al
final, tras una posición inflexible, se mordió los labios y aceptó la
derrota. ¿Seguirá sentado en su silla, la tercera de mayor importancia
en el país tras el presidente y el vicepresidente? Quien sabe.
¿Repercusión para el Tea Party? Una buena pregunta. Fueron el núcleo
de la polémica, los más furibundos detractores de la reforma sanitaria
del presidente Obama, y esta derrota agudizará el descontento creciente
en sus bases, en esos millones de estadounidenses que prestaron oídos y
consciencias a sus propuestas extremistas. Simplemente sufren un
desgaste esperado, una cosa es hacer campaña, y otra muy diferente es
cuando llegas a Washington investido como congresista. En política, las
buenas y malas rachas son pasajeras, mecanismos hay de sobra para
recuperar la imagen, en eso muchos políticos son expertos, pero será
interesante ver como se reformulan en vista a las elecciones de medio
término el próximo año.
Ahora bien, seamos justos y busquemos a los mayores perdedores fuera
del Congreso, la institución más impopular en el país con solo un 10 por
ciento de aprobación. No fue la élite política la peor parada, no, fue
el pueblo norteamericanos, esos cientos de miles de ciudadanos que
tuvieron que sentarse en sus casas porque el cierre parcial del
Ejecutivo impedía pagarles sus salarios, el departamento de Comercio
debió prescindir del 87% de sus trabajadores, el departamento de Energía
del 81%, Salud y Servicios Sociales mandó a sus hogares al 52%, y el
departamento de Defensa a la mitad de sus empleados civiles de un total
de 800 mil.
Pero hay más. ¿Cuántos costó la “bronquita”? Unos modestos 24 mil
millones de dólares, en un país que apenas se recupera de la crisis.
Según estimaciones de Standard & Poor’s, el llamado “shutdown”
podría afectar en un 0,6 % el crecimiento de este
trimestre. Para el sistema político las secuelas fueron morales, para
millones de estadounidenses fueron prácticas… en sus bolsillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario