Por Belén Martínez.
Entrevistar a Paqui Maqueda,
presidenta de la Asociación para la defensa de las víctimas del franquismo
“Nuestra Memoria” no es hacerlo frente a una persona, sino junto a ella. Es la
experiencia misma, desde su tono afable y cercano de una experiencia de lo
trágico. El horror, que puede tener mil rostros en la eternidad de la historia,
y que se personifica en la constancia de los valores de aquello que es justo.
Detrás de cada temática hay siempre
una persona. Aprovechando las jornadas por la Memoria Histórica en Ayamonte,
queremos conocer a esa persona que está vinculada a este proceso. ¿Por qué
estás delante de nosotros? ¿Cuál es tu relación con los crímenes del
franquismo?
¡Que
por qué me metí en este tinglado vamos! (Risas). Bueno, yo me metí en esto
porque mi hermana gemela y yo siempre habíamos estado muy interesadas en todo
el tema de la Guerra Civil, concretamente en las injusticias sufridas por los
vencidos. Leíamos mucho sobre la República, somos republicanas, mujeres de
izquierdas, por supuesto. Éramos muy jóvenes y cuando nos enterábamos de que
había un acto sobre la República, allí estábamos las dos!
En
el año 2003, se empiezan a abrir fosas comunes en España. Esto no significa que
antes no se abrieran, sabéis que se abrieron desde el 78 pero el fallido golpe
de Estado de Tejero en el 81 acabó con todo eso. Se empieza a hablar de la fosa
de Priaranza del Bierzo con Emilio Silva y ese dia visitaba a mi madre. Mi
hermana y yo decidimos ese verano colaborar e irnos al País Vasco -donde se
iban a abrir las próximas- a abrir fosas comunes con ellos. Se lo digo a mi
madre y mirándome a los ojos, me dice: “¿Y por qué no buscas a mi abuelo?”
“¿Cómo?” “¡Que por qué no buscas a mi abuelo! A mi abuelo lo fusilaron en
Carmona, nuestro pueblo, y está en la fosa común de Carmona.” Para mí eso fue
un descubrimiento.
A
raíz de los hechos que pasaron el 36, mi familia jamás habló. Tiendo a entender
que ejercitaron unos mecanismos de protección familiar muy entendible y
respetable. Cuando se vive con tanto miedo y horror, se desarrolla un
mecanismo de defensa. Los míos optaron por el silencio. Conozco muchas familias
que no, me cuentan que todas las noches les enseñaban fotos de sus abuelos en
la mesita de noche diciéndoles que estaban en fosas. En mi caso no, el
mecanismo de protección fue cerrarse y no contar nada. Mi madre me pidió que
buscara a su abuelo cuando pudo hacerlo. Para mi sus palabras fueron como un
mandato familiar. Como si mi madre me mandara a comprar leche porque no hubiese
en casa. Había que ir a comprar leche porque si no, no se bebía. Había que
buscar a su abuelo.
A
raíz de ahí, poco después vino la asociación a nivel nacional de Emilio Silva.
En Sevilla se presenta la RMH y allí encontramos un montón de gente que
recorríamos el camino, que nos pasaba lo mismo: teníamos familiares
desaparecidos. Nos unimos y montamos la asociación andaluza Memoria Histórica y Justicia. Desde el principio estuve muy
ligada y crecí con ella en la búsqueda de los míos. Esta asociación se
extinguió en el año 2015. Ahora soy presidenta de “Nuestra Memoria”.
Mi
bisabuelo, Juan Rodríguez Tirado, está en una fosa común, en mi pueblo,
Carmona. Lo matan con 62 años. Sus tres hijo que sufren distintos tipos de
represión. El mayor, Enrique, estuvo junto con el mediano, Pascual, cuando
los fascistas toman el pueblo en julio de 1936. Se van con una columna de
milicianos, la columna Espartaco, junto con miles de personas hasta llegar a
Madrid donde se suman al ejército, a las brigada 77. Permanecen juntos
hasta el final de la guerra en Madrid. Por algún motivo los dos se
separan e intentan volver a Carmona. Enrique vuelve, lo detienen y le realizan
un consejo de guerra, con pena de 30 años de cárcel. Pasa también por el campos
de concentración de Los Merinales, construyendo el canal de los Preso: Trabajó
como preso esclavo en el canal del Bajo Guadalquivir. Ángel del Río siempre me
dice “El expediente de tu tío siempre me ha llamado la atención porque no
paraba de entrar en la cárcel. Salía y al poco tiempo, otra vez entraba”. Mi
tío tenía un par de huevos, un luchador con mucho carácter.
A
Pascual, lo detienen en La Carolina, los falangistas. Cuando llegan informes de
él desde Carmona, lo interrogan y en un momento dado y según los documentos que
he obtenido, sale corriendo por las calles de la Carolina, los falangistas
fueron detrás de él y le pegaron siete tiros por detrás. Las últimas palabras
de mi tío Pascual fueron llamando a su madre. Tenía 27 años.
A
mi tío Pepe, el otro hermano que se quedó en Carmona, lo obligan a alistarse en
las filas fascistas y en una batalla en Jaén él se pasa a las líneas republicanas.
Cuando termina la guerra lo detienen y va a un campo de concentración y a la
cárcel.
Después
nos incautan por orden de Queipo de Llano la casa familiar, en mi pueblo,
Carmona. Le he pedido al estado su devolución pero me ha contestado diciendo
que la legislación actual no permite devolución de bienes personales o
familiares. Sólo la devolución a Partidos políticos y sindicatos.
Siempre suelen sacarse a colación las
palabras de Rafael Hernando cuando dijo que la gente se había acordado de sus
familiares cuando les daban las subvenciones. También Pablo Casado cuando decía
en un mitin lo pesada que era la izquierda con las fosas de los abuelos. Pueden
decir estas cosas porque la mayor parte de la población lo tolera. ¿Cómo se
vive hoy sabiendo todo esto con respecto al resto del mundo?
Yo
creo que el Partido Popular le ha declarado la guerra a la Memoria Histórica.
No sólo no quieren saber nada, si se quedara en eso… Cuando hablo de declarar
la guerra es que nos atacan, nos insultan, nos menosprecian. Comenzando por el
hecho de no considerarnos como víctimas cuando la legislación internacional nos
ampara como tal. Y no sólo a los nuestros que sufrieron represión, sino a los
familiares que todavía vivimos. Yo soy víctima de un Estado que represalió,
hizo desaparecer y tomó como esclavo a mi tío y también me quitó la casa. Yo
soy víctima según el derecho internacional. Y ni siquiera el Estado lo condena,
ni los distintos gobiernos. Estamos hablando del PP , un partido que nace de
las entrañas de otro, del partido Alianza Popular, creado por la derecha del
franquismo.
Hay
que tener empatía y la capacidad para escuchar a las víctimas, para
respetarlas, comprenderlas y darles un espacio. O al menos, para no atacarlas.
Eso es lo que le pediríamos al PP. Pero a mí no me extraña que esta gente nos
trate con desprecio. Yo siempre digo en las charlas que los artífices de la
Transición -o Transacción más bien como nosotros decimos- consideraban que
cuando se muriera la primera generación de victimas esto se iba a acabar. Nadie
se iba a interesar por los muertos en las cunetas, los presos esclavos, la
incautación de bienes, la represión laboral… Esto eran cosas del pasado y con
la democracia había que olvidar y pasar página, ¡sin leerla!. Lo que no
esperaban era que se podían encontrar con una generación de personas educadas
en “Democracia” pero al final educados en libertad, que hemos podido decir
“¿pero cómo? ¿Por qué se olvidan esas fosas comunes?”
De alguna forma la generación
posterior a aquellos acontecimientos, ¿ha contribuido aunque sea pasivamente a
crear el mito de la Transición y de la necesidad de olvidar?
No
se nos puede olvidar que el estado utilizó un mecanismo fundamental: el olvido,
lo potenciaron totalmente para que no se supiera nada de esto. Cuando hay una
guerra civil en cualquier país del mundo y hay una dictadura o una época de
represión, después llega la democracia. Entre eso y la etapa de paz, hay algo
intermedio que es la justicia y el derecho transaccional, una justicia que se
dedica a averiguar qué pasó. Se dedica a compensar a las víctimas de alguna
manera, en cada país de una forma. Aquí no hubo eso, esa justicia transaccional
y ese derecho no se aplicó porque se entendió que aplicando el mecanismo del
olvido -que lo potenciaron- se iba a acabar todo. No se puede cortar una
generación del olvido. A los ciudadanos y ciudadanas no se nos puede olvidar
que fue un mecanismo del mismo Estado. Fue el Estado el que potenció, desde las
administraciones, que no se supiera.
Instituciones
educativas, por ejemplo; en los libros de historia, no se estudia el tema de la
República, nunca llegan. Tampoco saben lo que vino después, la represión. La
administración de justicia no se dedicó ni a inscribir a los muertos. Hay miles
de personas muertas que no están inscritas y por eso son desaparecidas porque
ni siquiera están en los juzgados. Hay un mecanismo de olvido que se potenció
en este país. Los ciudadanos no somos responsables, ni jóvenes ni mayores. Yo
no me siento responsable de que no se me haya enseñado, al igual que de que mi
madre no me lo contara. Tampoco la hago a ella responsable por supuesto. Eso
fue algo premeditado para que la impunidad siguiera para adelante. Por eso te
digo que ellos creían que cuando esa generación se muriera ya está. Ellos no contaron
con los nietos y bisnietos. Pero nosotros vamos a decir no, basta de impunidad.
Aquí hay crímenes de lesa humanidad, vamos a organizar y vamos a luchar por la
verdad la justicia y la reparación.
No
se sabe porque premeditadamente se ha cultivado ese terreno, el terreno del
olvido, del silencio. Se nos confunde, se nos dice que eso hay que olvidarlo
para que no nos demos con los huesos de los muertos en la cabeza. Que yo sepa,
en trece años que llevo en esto, nadie va con odio ni tiene rencor, nadie pide
que se mate a nadie. Ni siquiera a los que se conoce, porque en los pueblos
pequeños se conocen a víctimas y verdugos. No se piden responsabilidades a esas
familias de verdugos, la maldad no se hereda. Igual que yo no he heredado lo
bueno de mi familia, esas cosas no se heredan aunque estén presentes en la
historia familiar. Si tú quieres lo tomas o lo dejas, yo de la mía lo he tomado
libremente pero no siempre es así. No se puede achacar a los descendientes ese
tema. Quisieron dejar todo atado y bien atado, pero le falló, le falló y la
prueba es que nosotros estamos aquí.
Comentas que todo ese olvido que se
impuso en aquel momento estuvo totalmente potenciado por el gobierno. En la
actualidad, todo este tipo de plataformas que están surgiendo pidiendo “Verdad,
Justicia y Reparación” con qué impedimentos se encuentran? ¿Qué bloqueos está
utilizando el gobierno del Partido Popular y en general las instituciones para
parar vuestra lucha?
No
es una cuestión de gobiernos, es una cuestión del Estado. Los distintos
gobiernos son los que gestionan la Memoria, o los que deben de gestionarla.
Realmente es responsabilidad del Estado, nosotros siempre lo decimos, gobierne
quien gobierne, es que nos da igual; el PP, el PSOE. ¡Quien sea! Es verdad que
unos tienen una actitud más respetuosa y más de consideración con las víctimas,
pero no llegan a hacer el trabajo que tienen que hacer, un trabajo que nos
duele la boca de decirlo a las asociaciones por la Memoria Histórica y a los
familiares; desde sacar a la gente de las fosas, sí o sí, y si hay fosas que no
se pueden sacar porque entendemos que están construidas sobre autovías, parques
públicos donde nuestros niños juegan, cementerios donde se construyen nichos
encima… Si no se puede hacer eso, al menos que se diga que eso es un lugar de
memoria. Al menos un monolito donde se diga que allí hay una fosa común de
ciudadanos de este pueblo, los nombres, todos los nombres. Al menos un
reconocimiento público de ese sitio. Hasta la eliminación de los símbolos
franquistas de nuestras calles y plazas, que todavía están para vergüenza de
este país. Hasta la incorporación en los libros de texto de lo que fue el
primer sistema democrático en España, la II República. Un sistema democrático
que acabó mal, pero fue la primera experiencia de Democracia en este país. Eso
no se cuenta, al contrario, se suele poner como el origen de la guerra civil.
Dicen que la República fue el origen de la guerra civil, cuando el origen fue
un golpe de Estado.
De hecho, la Guerra Civil cuando se
ve en el Bachillerato, nos encontramos con que existen libros que hablan de
ello sin problemas, junto a otros que lo hablan efectivamente como un
alzamiento…
Hay
barbaridades. No sólo con la II República, sino con Machado y con Lorca. ¿Puede
haber mayor barbaridad que digan que Lorca murió en Granada y que Antonio
Machado estaba de viaje y murió en Francia? ¡Por favor! Cuando son dos poetas
insignia, de lo mejor que hemos tenido, la realidad es que uno fue asesinado y
el otro murió de pena después de defender la República. ¡Mayor barbaridad
quieren!
Entonces
bueno, eso es lo que el Estado tiene que asumir. Son muchas cosas, pero la
condición de víctima de los familiares lo tiene que hacer. Lo que pedimos es
que eleve el listón igual que con las víctimas del terrorismo u otros tipos de
víctimas. El Estado contempla esta situación, nosotros queremos tener el mismo
tratamiento y nuestra condición y reconocimiento de víctima, no queremos ser
víctimas de 4ª o de 5ª, es que no lo somos. Tenemos personas desaparecidas
desde hace 80 años en fosas comunes. El derecho internacional dice que tenemos
el mismo derecho a que se nos considere y se nos respete nuestra condición de
víctima. Eso es lo primero que tiene que hacer el Estado con nosotros. Después
poner en marcha mecanismos de creación, por ejemplo, de oficinas de atención a
las víctimas. ¿Te imaginas que en cada pueblo se hiciera una pequeña oficina
para las víctimas?
¡Saldrían muchos más desaparecidos!
¡Pues
claro! Primero que atendieran a las personas que aún viven, que fueran a contar
la historia que para ellos es fundamental. Que cuenten lo que les pasó a su
madre, su padre, que no lo han podido contar nunca, lo han llevado en el
corazón metido con miedo y vergüenza porque les dijeron que eran unos
delincuentes. Que estas personas fueran a una oficina y que cuenten su historia
y sea transcrita en una base de datos, eso es lo mínimo que se tiene que hacer,
la consideración de estas personas. Eso nos haría saber la verdad de lo que
pasó aquí.
Yo
digo muchas veces que han sido hasta torpes, porque si después de la Transición
ellos se hubieran currado un poquito el tema y hubieran hecho algo mínimo ;
señalizar los sitios, sacar a la gente en los pueblos, ayudar a familiares, un
arqueólogo, que se quitaran símbolos… ¡lo mínimo! En los años 70-80 eso hubiera
evitado lo que hoy hay. Hoy los llevamos a los juzgados y les pedimos
responsabilidades penales. Si ellos hubieran hecho eso, el movimiento no
hubiera sido tan rotundo, en decir “Señores, ustedes tienen sus
responsabilidades, tienen que hacerlo. ¿No lo hacen? Bueno, pues yo denunciamos
en Argentina”
Entonces antes de llegar a todo ese
proceso, ¿cerró la Transición todo esto en falso?
No
te quepa duda de que lo cerró en falso. Como digo, si ellos lo hubieran hecho
mínimamente bien con una política de cara a la galería. Pero, ¡si lo ha hecho
hasta Marruecos! ¡Guatemala¡ ¡Croacia! Tenemos ejemplos de hace muy poco
tiempo. Si lo hubiesen empezado a hacer, un mínimo, comisiones de la verdad por
ejemplo, que la gente acuda dignamente a declarar y que el Estado acompañe y
sea consciente de ese dolor. Que cree mecanismos para amortiguar ese dolor. Si
eso se hubiera hecho en España no hubiésemos llegado a esto porque hubiéramos
tenido un espacio, un lugar. Si tú me das mi lugar yo me acomodo en este lugar.
¡Pero es que nos han negado todo! ¡No nos han dado nada! Todo lo que nos han
dado lo hemos tenido que pelear; en los pueblos, barrios, saliendo a las
calles… todo. Hasta las subvenciones, tuvieron que crear mecanismos de
subvenciones porque dijimos que si no, abríamos nosotros las fosas, como las
abrimos. Hemos abierto varias, porque de las fosas los vamos a sacar.
Entonces
claro, si hubieran sido más listos, ya no digo más humanos, sólo más listos y
no hubieran tenido lo que tienen hoy. Y lo que tienen es que las víctimas
decidimos poner en 2007 una denuncia en la mesa a Garzón, aquello salió por
donde salió y nos fuimos para Argentina. Y nos iremos a donde sea, al
Parlamento Europeo he ido ya tres veces, a Ginebra, a la ONU, a donde tengamos
que ir porque es una cuestión de Derechos Humanos.
En tu libro en el que hablas del
viaje a Argentina mencionas una frase que te marcó: “La solidaridad es la
ternura de los pueblos”. ¿Ha sido Argentina solidaria?
¡Muchísimo!
Me resultó curioso comprobar que
compartiste viaje con Merçona, la hermana de Salvador Puich Antig, también con
Ascensión Mendieta a sus 88 años… ¿Qué te aportaron esas mujeres en el viaje?
Aquel
viaje fue para mí… no sé ni cómo puedo decirlo. Fue bonito, porque nos
encontramos con un país que ya había pasado por ese proceso, que lo ha resuelto
muy dignamente y que nos ha enseñado el camino. Entonces… es que allí era todo;
un camarero, un taxista, la gente en la Plaza de Mayo…
De hecho en el libro comentas una
anécdota de un taxista, os montasteis en el taxi y ¿os reconoció?
No
nos reconoció. Nos montamos en un taxi, íbamos cuatro y el taxista pues como
todos los argentinos, muy dicharachero; “¿Españoles?
¡Anda españoles! Fíjate tú lo que Argentina está haciendo ahora con los
españoles, anda, a la cárcel el franquismo! ¡Toma ya!” Nosotras calladas
y le dijimos de pronto “Es que nosotras somos el grupo de españolas que venimos ahora a
declarar a la jueza María Servini” Ella es muy conocida allí. “¿Cómo? ” Giró el volante “¡Reloco
me poneeees! ¡Me pones reloco! ¡Qué suerte he tenido!” Cosas muy
bonitas nos dijo el taxista; “Hacer lo que nosotros hicimos.
A nosotros no nos devolvieron vivos a los compañeros y tampoco los matamos a
los verdugos. Fuimos a sus casas, los buscamos, los sacamos de debajo de la
cama y los hemos puesto donde tienen que estar, donde nuestros compañeros
querrían que estuvieran; ante la Justicia y en la actualidad en prisión.” Que te diga eso
un taxista que no te conozca de nada…te llega al alma.
¡Te da un subidón para todo el viaje!
Te
da, te da… nos quedamos alucinadas. Porque además él no te decía “¡Cabrones
hay que matarlos a todos!” No. Fijaos en la conciencia del tío, es hacer lo que
ellos hicieron: perseguirlos hasta debajo de las camas. Pero lo que los
compañeros hubieran querido es que fueran ante la justicia, y ahí los llevaron.
Ese es nuestro camino.
También comentas otra anécdota, te
sentaste en Argentina en la silla donde se sentó Videla.
¡Uf!
Bueno, bueno, ¡no te puedo explicar cómo fue porque me pongo yo reloca! Ese día
estaba yo muy nerviosa porque iba a declarar. Era la primera vez que me tomaba
declaración un juez porque aquí en España no había podido hacerlo. Entonces me
acuerdo del día anterior, estaba muy nerviosa. Llamé a mi hermana desde
Argentina y le dije “Mari, yo no puedo escribir, estoy muy mal, más rara…” “Paqui
¡cómo no vas a escribir! ¿tú sabes la gente que te está leyendo? escribe.” Total que escribí.
A
la mañana siguiente cuando me levanté a las ocho ya empecé a llorar. A llorar
pero las lágrimas éstas que bff… ¡Con los papeles de mi familia y con todo lo
que yo llevaba, porque ya te digo, llevaba en un pendrive 22.000 nombres! También
llevaba las fotos de mis familiares, que siempre las llevo. No paré de llorar,
estaba llorando atacada cuando entré a tomar declaración, en un despachito muy
chico. Me senté y me dice una chica que nos estaba grabando y venía con
nosotros “Si
te digo una cosa…” “¡Qué!” “¿Tú sabes esa silla de quién es?” “¡Yo qué sé de
quién es una silla, del juzgado será!” “Ahí se sentó Videla. Ahí le tomaron
declaración a Videla.” “¡Me cago en la puta! ¡¡Si me estás viendo que no puedo
con mi cuerpo!!” (Risas) Y ahí me senté.
En
Argentina lo que nos encontramos fue un pueblo acogedor, un pueblo que ha leído
su historia, que ha sabido cómo hacerlo porque la justicia se aplicó porque el
pueblo dijo que se tenía que aplicar, sino allí salen como nosotros. El pueblo
dijo no, aquí hay verdugos, hay gente que hay que enjuiciar y nosotros los
vamos a perseguir, os lo vamos a señalar y vamos a conseguirlo. Nos decían
siempre “que no se os olvide quién fue el protagonista de que se hiciera
esto“.
Y
después nos encontramos con unas instituciones… Nos recibió la comisión de
Derechos Humanos del parlamento argentino, nos recibió la Universidad, nos
recibió la jueza antes de tomarnos declaración, pudimos hablar de todo lo que
quisimos… Todo el mundo nos daba un espacio, todo el mundo nos daba el espacio
que nos tienen que dar a un grupo de victimas que se han hecho 10.000 km para
pedir justicia en la España del s. XXI.
Allí
nos encontramos eso, un modelo de compromiso con las víctimas, con la justicia…
y con el cariño, la ternura, la solidaridad… Yo me acuerdo que no paré de
llorar ese día, terminé la declaración y salí llorando abrazada a los
compañeros. Como era jueves, estaba la ronda de la Plaza de Mayo, que es todos
los jueves. Fuimos allí y yo seguía llorando hasta que vi una bandera
republicana. Eran chavales jóvenes que llevaban dos o tres años en el país,
exiliados económicos buscándose la vida y todos los jueves iban con su bandera
republicana a acompañar a las abuelas de la Plaza de Mayo. Yo cuando vi la
bandera me fui para ellos y le dijimos que éramos el grupo de españolas que
veníamos a declarar. “¿Me
puedo poner detrás de la bandera por favor?” Y ya dejé de llorar. Ya no lloré
más. Fue el cauce que yo encontré para decir ya está. Una bandera que enarbola
hoy el pueblo español en las calles.
La
verdad es que el viaje bff… ¡y con los compañeros con los que iba! Conocía la
historia de Merçona Puig Antich, había visto la película de Salvador… y es una
historia muy dura. Es una injusticia y además el responsable vive todavía, es
Utrera Molina, que es a quien tiene esta familia denunciada.
Y está libre ahora mismo. De hecho,
hace una semana en Sevilla se le ha retirado la calle.
Sí,
desde el ayuntamiento, ¡claro! Está vivo y chuleando, socio de la Fundación
Francisco Franco.
Esa emoción de la que hablas en
Argentina, ¿podremos llegar a sentirla alguna vez en España? ¿Podremos ver a
los torturadores al menos reconocidos como tal?
Sí,
claro. Para eso estamos trabajando. Si yo no estuviera convencida me dedicaría
a otra cosa. Pero no, me dedico a esto porque estoy súper convencida de que
vamos a ver que en España se hace justicia con las víctimas. Y los verdugos,
los cómplices, los colaboradores con el régimen franquista, que no murieron
todos, que hay 19 imputados ahora mismo por la justicia argentina y están vivos
porque de los 22 que imputó la jueza, creo que han muerto 2 o 3, los demás
viven. Entre ellos Utrera Molina y Martín Villa. Este señor está implicado en
la matanza de los trabajadores en Vitoria de 1976. Y no sólo vive, además goza
de una salud extraordinaria. ¡Claro que lo vamos a ver! Y lo estamos viendo ya
porque los estamos señalando y visibilizando el historial criminal que tienen y
eso ya es una forma de que sepa la verdad y de que tarde o temprano se haga
justicia.
La
jueza ha tenido que suspender el viaje que tenía, venía del 4 al 22 de abril
pero el gobierno no está colaborando con la investigación y se están haciendo
los locos. Obviamente necesitamos un gobierno progresista ya, porque el
gobierno está haciendo una labor obstruccionista. Y no lo digo yo, lo dice
Amnistía Internacional y las organizaciones de Derechos Humanos porque no
facilitan que se aplique el derecho y la justicia internacional cuyos tratados
España ha firmado, porque España ha firmado acuerdos de colaboración con
Argentina. Pero se lo saltan porque se está abriendo una caja y ellos no
quieren que se abra porque hay muchos intereses políticos y económicos.
Estamos
hablando de trabajo esclavo, de quién se benefició de ese trabajo esclavo, qué
empresas que existen hoy por hoy y que deben de recompensar a las víctimas; a
mi tío, a mí, a mi familia nos tienen que recompensar porque mi tío fue un
trabajador esclavo. Estamos hablando de la incautación de bienes, porque yo
tengo una casa en Carmona pero es mi casa, que yo quiero recuperar. Pero es que
aquí se robaron terrenos, fábricas, empresas, obras de arte, se robaron muchas
cosas…
Vidas.
Claro.
No hay interés para que se empiece a abrir la caja. La estamos abriendo y
cuesta mucho. Hay que reconocer que se ha equivocado mucha gente. ¡De izquierda
y de derecha, eh! Porque la responsabilidad de la derecha que tenemos en España
está clara pero ¿y la responsabilidad de los partidos de izquierda? Que en su
día, en la Transición eran los que tenían que haber dicho; ¿Cómo? ¿Que la
bandera se cambia y aceptamos la monárquica? Vale. ¿Que aceptamos a los
Borbones? Vale. ¿Que aceptamos el papel preponderante de la Iglesia Católica?
Vale. ¿Pero que dejemos a los nuestros en las fosas? ¿Que la memoria de los
nuestros siga por siempre en las fosas comunes? Eso la izquierda de este país
jamás debería de haberlo consentido. Nunca. Sin embargó por ahí se pasó. Hay
una responsabilidad. De partidos políticos y sindicatos a los que se le
devolvieron los bienes robados. Todos tuvieron sus bienes robados; la CNT, la
UGT…
¿Sabes
lo que nos contesta el Estado a la gente que pedimos? ¿A mí, que pedí en nombre
de mi familia, mi casa? Que es que no hay legislación que establezca que los
bienes de personas y de familias se puedan devolver. Y es que tristemente es
así. Se legisló para que los partidos políticos y los sindicatos que habían
batallado y existían en la guerra civil, se les devolviera. ¡Y ellos aceptaron
eso! ¡Aceptaron que los nuestros estén en las cunetas y que no se les
devolvieran a los particulares las viviendas!
Aquí
hay que hacer una limpieza general y cuando la hagamos y sea el Estado el que
lo haga en colaboración con asociaciones, antropólogos,, arqueólogos,
historiadores… todo el músculo de la memoria histórica, entonces aquí se verá
un poco el horizonte. Pero a mí no me cabe duda, sin pretensión de ser pedante,
de que lo vamos a ver.
Habéis abierto el camino.
El
camino se empezó hace mucho tiempo.
Belén Martínez (@belenlynx)
Aarón Reyes (@tyndaro)
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