Por Yadira Escobar
Lo
que yo diga de Manolín no será publicado en el Miami Herald porque la única
razón por la cual se hace propaganda a las cartas de Manolín es que son ataques
a la elevada figura de Fidel Castro y representan todo el odio acumulado contra
el líder de la Revolución cubana desde los rincones de quienes perdieron la
batalla ideológica contra el modelo cubano.
La
figura de Manolín en contraste con la de Fidel es muy pequeña, así que al
criticar sus cartas no espero provocar escándalo, sino simplemente cumplir con
un deber moral con la opinión pública en mi comunidad. Él no está solo en esta
batalla y aunque no es tan famoso, es útil a quienes trabajan por consolidar el
poder del capital por encima de todo lo demás. La extrema-derecha lo apoya
ahora, lo que por poco tiempo, pues ellos no perdonan a los de abajo. Para
ellos, el siempre será un hijo del pantano.
Fidel
Castro es un anciano bastante sabio que pone sobre la mesa asuntos de interés
general para toda la humanidad. Manolín, debería saber que incluso en el mundo
antiguo donde un músico sólo servía para entretener, la figura del anciano era
venerada bastante y más aún si era un jefe político. Servir a un anciano no era
una carga para sus seres queridos, sino un privilegio para ejercitar la virtud.
Si ese anciano era jefe de tribu o de una ciudad-estado, el respeto era aún
mayor. ¿Cómo es posible entonces tanta ignorancia?
Me
imagino que algunas personas inmaduras y aturdidas por una cultura artificial
que hace culto a la fuerza, al dinero y a ciertas ventajas de la juventud,
sienta desprecio por la debilidad. Sin embargo, advierto que por ese camino
llegó a
definir las reglas del juego competitivo. El elevó a nivel de locura las
teorías que anteriormente en Estados Unidos e Inglaterra se desarrollaban para
justificar el individualismo y la supremacía del más fuerte.
Dice
Manolín que quisiera morir sin tener una vida larga, y creo que no imagina el
horror del último día que vive todo ser humano frente a la Muerte. Hoy mismo
murió el exitoso músico, Prince a los 57 años y a
nadie le pasa por la mente que él quiso morir joven para no ser carga.
Uno de los sueños más profundos de la humanidad es no morir, así de sencillo. Millones
de dólares se gastan en esta lucha por la vida y no es sabio guiarse por
emociones y desafiar el tema de la vida o la muerte tan superficialmente por
una razón política.
Hablar
del fin de los días del oponente político es de mal gusto e insensato, y más en
este caso cuando él mismo Fidel habló de su propia mortalidad diciendo:
“Pronto seré ya como todos los demás. A
todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas
cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y
dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres
humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos”.
El
músico cubano trata de suavizar sus ofensas a la vejez diciendo que:
“… no aspiro, ni quiero llegar a los 90 años, ojalá me vaya
mucho antes, para no molestar, o molestar lo menos posible a los más jóvenes
con mi vejez”.
Manolín
habló sobre fusilamientos y prisiones políticas para tratar de sumarse al
oponente que imagina traumatizado por aquellas tormentas pasadas, sin darse
cuenta de que la comunidad que pretende manipular está llena de ancianos
también. Él no deja muy claro por qué se apartó de la Revolución que tanto le
benefició en el pasado. Como todo derechista improvisado, es un simplista y
dice: “el líder histórico cubano es un ejemplo de contradicciones”, aunque no
aclara esto de manera objetiva.
Quizás
se quiere sumar de manera oportunista a ese movimiento centrista que trata de
aparentar solidaridad con las clases populares en Cuba mientras planifica
manipular la insatisfacción para establecer el caos, y nada resulta más eficaz
para quien quiere pescar en río revuelto que llegar a tiempo a la orilla
agitada. Criticar a un jefe de estado que le tocó conducir a un pueblo en un
prolongado tiempo de crisis es muy fácil cuando se desconoce el apoyo popular
que ese jefe tuvo todo el tiempo. Insistir en la tesis de un dictador solitario
es distorsionar la realidad y ofrecer un cebo a las sociedades extenuadas
por un largo conflicto para provocar cambios de mentalidad.
Ya
sabemos que sería imposible un cambio de régimen si acusamos al de los cubanos de haber maltratado a
minorías políticas. Por eso la propaganda insiste en presentar a los “hermanos
Castro” en solitario, como si fuesen solamente un clan familiar que oprimió a
millones de personas en una isla tropical. Suena como un libreto de Hollywood.
Todo eso es muy exótico, pero demasiado fantástico para provocar una revolución
de colores. Entonces aparece el “llanero solitario” que debe ganar la simpatía
de las masas, la bloguera infeliz enfrentándose al poder, el afrocubano
discriminado o el músico que abre los ojos y se rebela contra el viejo líder.
Cuba
es otra cosa, es una isla castigada por querer ser diferente y que aún conserva
un sistema que trata de no abandonar a los más débiles. Quizás su vino no es
tan dulce como el de California, ni hay tantas residencias lujosas, ni tan
magnificas carreteras pero aseguro que no le hubiera ido mejor con la dictadura
batistiana, que fue lo que encontró la generación aquella frente a sus narices.
Estoy casi segura que en el futuro Manolín tendrá otra opinión menos crispada y
quizás no por ser iluminado sino porque nuestro contexto será más pacifista. No
le pido que no critique, simplemente que sea más comprensivo con nuestra
historia, pues en definitiva esto apenas comienza y necesitamos una cultura de
amor no una guerra civil en esta nueva etapa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario