martes, 9 de julio de 2013

Raúl Castro, el verdadero Disidente


Tomado de Tercera Información.
Por Salim Lamrani

Contrariamente a una idea ampliamente difundida, particularmente en Occidente, el debate crítico está presente en la sociedad Cuba. Así, el crítico más virulento del país se llama Raúl Castro.

En Occidente Cuba se representa como una sociedad cerrada sobre sí misma, donde el debate crítico es inexistente y la pluralidad de las ideas está prohibida por el poder. En realidad, Cuba está lejos de ser una sociedad monolítica que compartiría un pensamiento único. En efecto, la cultura del debate se desarrolla cada día más y la simboliza el Presidente cubano Raúl Castro que se ha convertido en el primer crítico de las vicisitudes, contradicciones, aberraciones e injusticias presentes en la sociedad cubana.

La necesidad de cambio y del debate crítico
En diciembre de 2010, en una intervención ante el Parlamento cubano, Raúl Castro tuvo un discurso más alarmista y puso al gobierno y a los ciudadanos frente a sus responsabilidades: “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos y nos hundiremos”. También agregó poco tiempo después: “es imprescindible romper la colosal barrera psicológica que resulta de una mentalidad arraigada en hábitos y conceptos del pasado”.

Raúl Castro también fustigó la debilidad del debate crítico en Cuba. También fustigó los silencios, la complacencia y la mediocridad. Lanzó un llamado a más franqueza. “No hay que temer a las discrepancias de criterios […], las diferencias de opiniones, que […] siempre serán más deseables que la falsa unanimidad basada en la simulación y el oportunismo. Es por demás un derecho del que no se debe privar a nadie”. Castro denunció “el exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años” para ocultar errores, fallos y yerros. “Es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros y de todos los compatriotas”, agregó.

Sobre los medios, dijo lo siguiente:
Nuestra prensa habla bastante de eso, de los logros de la Revolución, en los discursos también abundamos; pero hay que ir a la médula de los problemas […]. Soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que tenemos y los interesados en que sea así y siga así. Y yo recuerdo algunas críticas; "sí, saquen en el periódico tal crítica", le orienté yo mismo […]. Inmediatamente la gran burocracia empezó a moverse: "Esas cosas no ayudan, desmoralizan a los trabajadores”. ¿A qué trabajadores van a desmoralizar? Como en una ocasión, en la gran empresa estatal lechera, El Triángulo. Se llevaba semanas, porque uno de los camiones de esa vaquería que estaba ahí en Camagüey estaba roto, y entonces toda la leche que se producía en las vaquerías de esa zona, de ese lugar, se la echaban a unos cerdos que estaban criando. Fue entonces que le digo a un secretario del Comité Central para atender la agricultura en esa etapa, mete en Granma, cuenta todo esto que está pasando, haz una crítica. Algunos vinieron y hasta me comentaron que: "Esas cosas no ayudan, porque desmoralizan a los trabajadores". Lo que no sabían que era yo el que lo había orientado.

El 1 de agosto de 2011, durante su discurso de clausura de la VII Legislatura del Parlamento Cubano, Raúl Castro reiteró la necesidad del debate crítico y la controversia en la sociedad: “Todas las opiniones deben ser analizadas, y cuando no se alcance el consenso, las discrepancias se elevarán a las instancias superiores facultadas para decidir y además nadie está habilitado para impedirlo”. Llamó a acabar con “el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y radio que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública” para evitar “materiales aburridos, improvisados y superficiales” en los medios de comunicación.

La corrupción
Raúl Castro tampoco eludió el problema de la corrupción: “Ante las violaciones de la Constitución y de la legalidad establecida no queda otra alternativa que recurrir a la Fiscalía y los Tribunales, como ya empezamos a hacer, para exigir responsabilidad a los infractores, sean quienes sean, porque todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley”. Raúl Castro, consciente de que la corrupción también afecta a los altos funcionarios, ha mandado un mensaje claro a los responsables de todos los sectores: “Hay que luchar para desterrar definitivamente la mentira y el engaño de la conducta de los cuadros, de cualquier nivel”. De modo más insólito se ha apoyado en dos de los diez mandamientos bíblicos para ilustrar sus puntos: “No robarás” y “no mentirás”. Del mismo modo, ha evocado los tres principios éticos y morales de la civilización inca: “no mentir, no robar, no ser holgazán”, los cuales deben guiar la conducta de todos los responsables de la nación.

La libertad religiosa
Del mismo modo, Raúl Castro condenó severamente las derivas sectarias. Así, denunció públicamente por televisión algunos atentados a la libertad religiosa debidos a la intolerancia “enraizad[a] en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles”. Evocó el caso de una mujer, cuadro del Partido Comunista, con trayectoria ejemplar, que fue apartada de sus funciones, en febrero de 2011, por su fe cristiana y cuyo salario fue reducido en un 40%, en violación del artículo 43 de la Constitución de 1976 que prohíbe todo tipo de discriminación. El presidente de la República denunció así “el daño ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo”. Recordó que la persona víctima de esta discriminación había nacido en 1953, fecha del ataque al cuartel Moncada por los partidarios de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista, Raúl Castro expresó lo siguiente:

Yo no fui al Moncada para eso […]. De la misma forma, recordábamos que el 30 de julio, día de la reunión mencionada, se cumplían 54 años del asesinato de Frank País y de su fiel acompañante Raúl Pujol. Yo conocí a Frank en México, lo volví a ver en la Sierra, no recuerdo haber conocido un alma tan pura como esa, tan valiente, tan revolucionaria, tan noble y modesta, y dirigiéndome a uno de los responsables de esa injusticia que cometieron, le dije: Frank creía en Dios y practicaba su religión, que yo sepa nunca dejó de hacerlo ¿Qué hubieran hecho ustedes con Frank País?.

La productividad, el salario mensual y la libreta de abastecimiento
En cuanto a la productividad y la política económica, Raúl Castro admite “una ausencia de cultura económica en la población”, así como los errores del pasado. “No pensamos volver a copiar de nadie, bastantes problemas nos trajo hacerlo y porque además mucha veces copiamos mal”. El gobierno cubano da prueba de lucidez en cuanto a las carencias en materia económica. Reconoce que “la espontaneidad, la improvisación, la superficialidad, el incumplimiento de los alcances, la falta de profundidad en los estudios de factibilidad y la carencia de integralidad al emprender una inversión” atentan gravemente contra la nación.

En cuanto al ingreso mensual de los cubanos, Raúl Castro da prueba de lucidez: “El salario todavía es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social”.

Del mismo modo, el presidente cubano no vaciló en subrayar los efectos negativos de la libreta de abastecimiento en vigor desde 1960, particularmente “su nocivo carácter igualitarista”, la cual se ha convertido en “una carga insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además de generar ilegalidades diversas en la sociedad”. También apuntó las siguientes contradicciones: “Como la libreta está diseñada para cubrir a los más de 11 millones de cubanos por igual, no faltan ejemplos absurdos como que el café normado se abastece hasta a los recién nacidos. Lo mismo pasaba con los cigarros hasta septiembre del 2010 que se surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores, propiciando el crecimiento de este dañino hábito en la población”. Según él, la libreta “contradice en su esencia el principio de la distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Por ello, “será imprescindible aplicar para erradicar las profundas distorsiones existen tes en el funcionamiento de la economía y la sociedad en su conjunto”.

El relevo generacional
Por otra parte, Raúl Castro también subrayó la presencia de un problema crucial en Cuba: el relevo generacional y la falta de diversidad. Denunció “la insuficiente sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la base del mérito y las condiciones personales”. Expresó su despecho sin eludir su propia responsabilidad: “No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante muchos años”. Por lo tanto, Cuba sufre “las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno”.

Todas estas declaraciones se hicieron en vivo en la televisión cubana a una hora estelar. Permiten, ilustran la presencia del debate crítico en Cuba al más alto nivel del Estado. Así, Raúl Castro no sólo es el Presidente de la nación, sino también – según parece – el primer disidente del país y el más feroz crítico de las derivas e imperfecciones del sistema.

Salim Lamrani, Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Fuente: Operamundi.com

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