Tomado de Tercera Información.
Por Salim Lamrani
Contrariamente a una idea ampliamente difundida,
particularmente en Occidente, el debate crítico está presente en la
sociedad Cuba. Así, el crítico más virulento del país se llama Raúl
Castro.
En Occidente Cuba se representa como una sociedad cerrada sobre sí
misma, donde el debate crítico es inexistente y la pluralidad de las
ideas está prohibida por el poder. En realidad, Cuba está lejos de ser
una sociedad monolítica que compartiría un pensamiento único. En efecto,
la cultura del debate se desarrolla cada día más y la simboliza el
Presidente cubano Raúl Castro que se ha convertido en el primer crítico
de las vicisitudes, contradicciones, aberraciones e injusticias
presentes en la sociedad cubana.
La necesidad de cambio y del debate crítico
En diciembre de 2010, en una intervención ante el Parlamento cubano,
Raúl Castro tuvo un discurso más alarmista y puso al gobierno y a los
ciudadanos frente a sus responsabilidades: “O rectificamos o ya se acabó
el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos y nos
hundiremos”. También agregó poco tiempo después: “es imprescindible
romper la colosal barrera psicológica que resulta de una mentalidad
arraigada en hábitos y conceptos del pasado”.
Raúl Castro también fustigó la debilidad del debate crítico en Cuba.
También fustigó los silencios, la complacencia y la mediocridad. Lanzó
un llamado a más franqueza. “No hay que temer a las discrepancias de
criterios […], las diferencias de opiniones, que […] siempre serán más
deseables que la falsa unanimidad basada en la simulación y el
oportunismo. Es por demás un derecho del que no se debe privar a nadie”.
Castro denunció “el exceso de secretismo a que nos habituamos durante
más de 50 años” para ocultar errores, fallos y yerros. “Es necesario
cambiar la mentalidad de los cuadros y de todos los compatriotas”,
agregó.
Sobre los medios, dijo lo siguiente:
Nuestra prensa habla bastante de eso, de los logros de la Revolución,
en los discursos también abundamos; pero hay que ir a la médula de los
problemas […]. Soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque
detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que
tenemos y los interesados en que sea así y siga así. Y yo recuerdo
algunas críticas; "sí, saquen en el periódico tal crítica", le orienté
yo mismo […]. Inmediatamente la gran burocracia empezó a moverse: "Esas
cosas no ayudan, desmoralizan a los trabajadores”. ¿A qué trabajadores
van a desmoralizar? Como en una ocasión, en la gran empresa estatal
lechera, El Triángulo. Se llevaba semanas, porque uno de los camiones de
esa vaquería que estaba ahí en Camagüey estaba roto, y entonces toda la
leche que se producía en las vaquerías de esa zona, de ese lugar, se la
echaban a unos cerdos que estaban criando. Fue entonces que le digo a
un secretario del Comité Central para atender la agricultura en esa
etapa, mete en Granma, cuenta todo esto que está pasando, haz una
crítica. Algunos vinieron y hasta me comentaron que: "Esas cosas no
ayudan, porque desmoralizan a los trabajadores". Lo que no sabían que
era yo el que lo había orientado.
El 1 de agosto de 2011, durante su discurso de clausura de la VII
Legislatura del Parlamento Cubano, Raúl Castro reiteró la necesidad del
debate crítico y la controversia en la sociedad: “Todas las opiniones
deben ser analizadas, y cuando no se alcance el consenso, las
discrepancias se elevarán a las instancias superiores facultadas para
decidir y además nadie está habilitado para impedirlo”. Llamó a acabar
con “el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al
abordar la actualidad nacional y generar materiales escritos y programas
de televisión y radio que por su contenido y estilo capturen la
atención y estimulen el debate en la opinión pública” para evitar
“materiales aburridos, improvisados y superficiales” en los medios de
comunicación.
La corrupción
Raúl Castro tampoco eludió el problema de la corrupción: “Ante las
violaciones de la Constitución y de la legalidad establecida no queda
otra alternativa que recurrir a la Fiscalía y los Tribunales, como ya
empezamos a hacer, para exigir responsabilidad a los infractores, sean
quienes sean, porque todos los cubanos, sin excepción, somos iguales
ante la ley”. Raúl Castro, consciente de que la corrupción también
afecta a los altos funcionarios, ha mandado un mensaje claro a los
responsables de todos los sectores: “Hay que luchar para desterrar
definitivamente la mentira y el engaño de la conducta de los cuadros, de
cualquier nivel”. De modo más insólito se ha apoyado en dos de los diez
mandamientos bíblicos para ilustrar sus puntos: “No robarás” y “no
mentirás”. Del mismo modo, ha evocado los tres principios éticos y
morales de la civilización inca: “no mentir, no robar, no ser holgazán”,
los cuales deben guiar la conducta de todos los responsables de la
nación.
La libertad religiosa
Del mismo modo, Raúl Castro condenó severamente las derivas
sectarias. Así, denunció públicamente por televisión algunos atentados a
la libertad religiosa debidos a la intolerancia “enraizad[a] en la
mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles”. Evocó el caso
de una mujer, cuadro del Partido Comunista, con trayectoria ejemplar,
que fue apartada de sus funciones, en febrero de 2011, por su fe
cristiana y cuyo salario fue reducido en un 40%, en violación del
artículo 43 de la Constitución de 1976 que prohíbe todo tipo de
discriminación. El presidente de la República denunció así “el daño
ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad
arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo”. Recordó que la
persona víctima de esta discriminación había nacido en 1953, fecha del
ataque al cuartel Moncada por los partidarios de Fidel Castro contra la
dictadura de Fulgencio Batista, Raúl Castro expresó lo siguiente:
Yo no fui al Moncada para eso […]. De la misma forma, recordábamos
que el 30 de julio, día de la reunión mencionada, se cumplían 54 años
del asesinato de Frank País y de su fiel acompañante Raúl Pujol. Yo
conocí a Frank en México, lo volví a ver en la Sierra, no recuerdo haber
conocido un alma tan pura como esa, tan valiente, tan revolucionaria,
tan noble y modesta, y dirigiéndome a uno de los responsables de esa
injusticia que cometieron, le dije: Frank creía en Dios y practicaba su
religión, que yo sepa nunca dejó de hacerlo ¿Qué hubieran hecho ustedes
con Frank País?.
La productividad, el salario mensual y la libreta de abastecimiento
En cuanto a la productividad y la política económica, Raúl Castro
admite “una ausencia de cultura económica en la población”, así como los
errores del pasado. “No pensamos volver a copiar de nadie, bastantes
problemas nos trajo hacerlo y porque además mucha veces copiamos mal”.
El gobierno cubano da prueba de lucidez en cuanto a las carencias en
materia económica. Reconoce que “la espontaneidad, la improvisación, la
superficialidad, el incumplimiento de los alcances, la falta de
profundidad en los estudios de factibilidad y la carencia de
integralidad al emprender una inversión” atentan gravemente contra la
nación.
En cuanto al ingreso mensual de los cubanos, Raúl Castro da prueba de
lucidez: “El salario todavía es claramente insuficiente para satisfacer
todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su
papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según
su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones
de indisciplina social”.
Del mismo modo, el presidente cubano no vaciló en subrayar los
efectos negativos de la libreta de abastecimiento en vigor desde 1960,
particularmente “su nocivo carácter igualitarista”, la cual se ha
convertido en “una carga insoportable para la economía y en un
desestímulo al trabajo, además de generar ilegalidades diversas en la
sociedad”. También apuntó las siguientes contradicciones: “Como la
libreta está diseñada para cubrir a los más de 11 millones de cubanos
por igual, no faltan ejemplos absurdos como que el café normado se
abastece hasta a los recién nacidos. Lo mismo pasaba con los cigarros
hasta septiembre del 2010 que se surtía sin distinguir a fumadores y no
fumadores, propiciando el crecimiento de este dañino hábito en la
población”. Según él, la libreta “contradice en su esencia el principio
de la distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, “De cada
cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Por ello, “será
imprescindible aplicar para erradicar las profundas distorsiones existen
tes en el funcionamiento de la economía y la sociedad en su conjunto”.
El relevo generacional
Por otra parte, Raúl Castro también subrayó la presencia de un
problema crucial en Cuba: el relevo generacional y la falta de
diversidad. Denunció “la insuficiente sistematicidad y voluntad política
para asegurar la promoción a cargos decisorios de mujeres, negros,
mestizos y jóvenes, sobre la base del mérito y las condiciones
personales”. Expresó su despecho sin eludir su propia responsabilidad:
“No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es una
verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante
muchos años”. Por lo tanto, Cuba sufre “las consecuencias de no contar
con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente
experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de
dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno”.
Todas estas declaraciones se hicieron en vivo en la televisión cubana
a una hora estelar. Permiten, ilustran la presencia del debate crítico
en Cuba al más alto nivel del Estado. Así, Raúl Castro no sólo es el
Presidente de la nación, sino también – según parece – el primer
disidente del país y el más feroz crítico de las derivas e
imperfecciones del sistema.
Salim Lamrani, Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la
Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, es profesor titular de la
Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones
entre Cuba y Estados Unidos.
Fuente: Operamundi.com
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