Tomado de CubaDebate
Unas 150 reclusas fueron esterilizadas ilegalmente en cárceles de California
entre el 2006 y el 2010 y otras 100 detenidas podrían haber sido
sometidos al mismo tratamiento en los años 90, denunció el Center for
Investigative Reporting (Cir).
Uno de los periodistas de esa entidad tuvo acceso a la base de datos
de los procedimientos médicos convencionales desarrollados en las
penitenciarias, la cual mostraría que las operaciones fueron efectuadas
sin la autorización obligatoria del Estado de California.
Hace casi medio siglo, las esterilizaciones forzadas de prisioneros,
enfermos mentales y pobres estaban a la orden del día en California.
Hoy, la ley federal prohibe que se efectúan intervenciones de ligadura
de trompas utilizando fondos estatales, pero consiente el uso de dinero
estatal, previa autorización caso por caso.
El reporte muestra que en California las operaciones ocurren en forma
regular utilizando fondos estatales pero, como confirmó el doctor Ricki
Barnett, presidente del California Prison Health Care Receivership
Corp, nunca fue efectuado un pedido a la Comisión encargada.
“Todos actuaban como si era una cosa perfectamente razonable para hacer”, explicó.
Muchas de las mujeres
esterilizadas afirmaron que no fueron informadas en modo adecuado de
los riesgos y denunciaron haber recibido continuas presiones por parte
de los médicos. Entre ellas está Christina Cordero, ex detenida de la
Valley State Prison for Women de Chowchilla.
“Apenas el médico de la cárcel descubrió que tenía cinco hijos, me
hizo sentir culpa, obligándome a efectuar la intervención”, explicó. El
ginecólogo del instituto, James Heinrich, negó haber hecho presiones de
este tipo sobre las detenidas.
También Nikki Montano, arrestada en el 2008 por hurto, fue sometido a
esta operación. La mujer, embarazada de seis meses y toxico-dependiente
cuando llegó a la Valley State Prison, fue operada después del
nacimiento de su séptimo hijo.
Contó que no entendió que cosa le estaba pasando. “Pensaba que quizás era una intervención de rutina”, explicó.
Aun más dramática es la historia de Kimberly Jeffrey. Afirmó que los
médicos intentaron operarla mientras paría, después que varias veces
había rechazado dar su consentimiento.
Hoy la mujer vive en San Francisco y lucha por mejorar las condiciones de las reclusas.
(Con información de ANSA)
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