El antiguo Presidio Modelo simboliza hoy la recordación de los asaltantes del Moncada |
Por Diego Rodríguez Molina.
“En cuanto a mí —diría Fidel Castro en el juicio por la acción armada del 26 de Julio de 1953—
sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada
de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no
temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta
hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá”.
El joven líder estaba consciente de que, más que cumplir una condena en Isla de Pinos,
el dictador Batista trataría de sepultarlo allí. El mal llamado
Presidio Modelo, erigido a cuatro kilómetros de la capital de la segunda
ínsula cubana, sería sin embargo, más que sitio de confinamiento, nuevo
campo de batalla de los sobrevivientes de los asaltos a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el Oriente cubano.
Desde el prólogo de su libro Presidio Modelo el destacado revolucionario y periodista Pablo de la Torriente Brau,
describe con desgarradoras palabras esa instalación construida por el
tirano Gerardo Machado casi tres décadas después de constituida la
seudorrepública:
“Allí estuvimos nosotros y casi dos años, asomados atónitos, al borde
de aquel remolino de inmundicia, que arrastraba en vértigo un clamor
confuso de voces de espanto; aullidos de los locos aterrorizados;
explosiones de los disparos homicidas; estertores angustiosos de hombres
estrangulados por sorpresa (…); gritos desesperados de los que morían
de hambre y de sed en las celdas!... ¡Rumor estremecido de un mundo
indescriptible, que dejó enferma de recuerdos mi imaginación!... ¡Para
siempre!...”.
Desde la primera muerte en 1926, el mal se apoderó del reclusorio y
entre ese año y 1959 hubo 763 muertos, muchos estrangulados, ahogados,
golpeados, torturados, envenenados o empujados desde lo alto de las circulares.
Allí, en la instalación penitenciaria inseparable de las más
emblemáticas instituciones de la crisis neocolonial, donde con
apariencia de modernidad se fusionaron 24 cárceles del país, fueron
encerrados y reprimidos ciudadanos originarios de países del eje
fascista, durante la Segunda Guerra Mundial.
El vicio y la corrupción dentro de aquella alimentaron el maltrato,
el tráfico ilícito y los castigos inhumanos dentro de aquella “máquina
trituradora de hombres” que no pudo, sin embargo, doblegar ni a los
revolucionarios antimachadistas de los años 30, ni a los de la Generación del Centenario, recluidos en el pabellón del hospital, conocido como “matadero humano”.
ESCUELA EN EL MATADERO
Tras las rejas, los combatientes del 26 de Julio continuaron con su
rebeldía y sus sueños. Raúl Castro, quien compartiera junto a su hermano
Fidel el aislamiento de la celda, confirmaría años después, en un
artículo: “Cuando los dirigentes revolucionarios salimos de prisión en
1955 ya existía una estrategia de lucha elaborada” para las nuevas
condiciones.
Fidel, uno de los profesores de la Academia Ideológica Abel
Santamaría, allí creada, por lo que más se interesaba era por la
Historia, sobre todo de Cuba, según el investigador Mario Mencía, quien
afirma que igualmente leía más literatura narrativa —en particular
social— que otros géneros, al tiempo que profundizaba en distintas
escuelas filosóficas, ensanchando sus conocimientos y preparándose para
los venideros combates.
"¡Qué escuela tan formidable
es esta prisión! —sentencia el líder, en carta escrita desde allí—
...siento reafirmarse más mi convicción de sacrificio y de lucha".
"Los que aprendieron a manejar las armas —enfatiza— aprenden a manejar los libros para los grandes combates de mañana".
Cuando sus carceleros creyeron que tenían a Fidel totalmente aislado,
sus compañeros idearon formas para comunicarse con él, entre estas las
señales de mano hechas por Raúl, de ventana a ventana, desde la celda,
hasta el pabellón donde estaba el resto del grupo, mientras que para el
contacto con el exterior la vía más empleada fueron mensajes dentro de
tabacos.
Así sale del presidio el alegato de autodefensa de Fidel en el juicio
del Moncada, reconstruido por él tras las rejas. La Historia me
absolverá, como se le conoce, contenía el programa del Movimiento que
pasó a llamarse 26 de Julio, horas después de la salida de presidio del
líder y sus compañeros, el 15 de mayo de 1955, tras 19 meses de
encierro.
Nueva trinchera revolucionaria deviene para los moncadistas la
cárcel, donde, además de la academia dedicada a la superación política y
cultural, crean la cooperativa Raúl Gómez García, crisol organizativo
del grupo, y desarrollan otras iniciativas con las que afrontan la
adversidad hasta la excarcelación, primera victoria junto al pueblo en
la nueva etapa abierta por el Moncada.
MUSEO Y MONUMENTO NACIONAL
Con el triunfo de la Revolución, en 1959, comienza un verdadero
programa de reeducación, que humaniza el trato a los reclusos, ofrece
oportunidades para mejorar su conducta ante la sociedad, elimina para
siempre el terror en aquel antro conocido como Presidio Modelo e inicia
el proceso para su desaparición como tal. Por eso, en 1967, son
derribadas sus rejas y la edificación es convertida en sede de una
escuela politécnica agropecuaria.
A finales de julio de 1973, el antiguo presidio abre sus puertas como
Museo histórico, después de un amplio trabajo de restauración del
pabellón número uno del Hospital, donde cumplieron sanción Fidel y los
demás moncadistas.
Cerca de cinco millones de personas, entre cubanos y extranjeros, han
visitado hasta hoy ese Museo, que celebra los 40 años de su
constitución. Isabel Venero López, su directora, explica que en salas
transitorias y otros espacios se muestran muchos de los documentos que
atesoran.
La instalación fue declarada Monumento Nacional en 1978, justo al
decidirse nombrar oficialmente Isla de la Juventud al territorio pinero,
para mayor contraste con su oscuro pasado
y en correspondencia con la profunda transformación emprendida por la
Revolución allí, que incluyó decenas de escuelas al servicio de miles de
estudiantes del Tercer Mundo.
"Estamos en el frontispicio de lo que fue durante una época la
academia modelo de la depravación, la tortura y el crimen… Nunca, en tan
reducido espacio, se cometieron tantas iniquidades, ignominias y
aberraciones", sentenció entonces Raúl Roa,
entonces vicepresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en
multitudinario acto frente al Presidio, encabezado por Fidel y en el que
participaron los primeros estudiantes africanos, llegados el año
anterior.
El Museo Monumento Nacional abarca 400 mil metros cuadrados e incluye
34 edificaciones, desde las cuatro circulares, el comedor de los Tres
Mil Silencios —como lo llamara Pablo de la Torriente Brau en su libro
Presidio Modelo—, y el cuartel de la guarnición —hoy escuela primaria
Conrado Benítez—, hasta las garitas, las catorce casas de la
oficialidad, donde ahora funcionan los círculos de interés vocacionales
estudiantiles, y el edificio central, sede en el presente del Palacio de Pioneros 15 de Mayo.
PIONEROS EN SU REINO
Del palacio pioneril, dedicado a la orientación vocacional, habla con
pasión Yleana Martínez Valdés, subdirectora, quien explica que “los
alrededor de 484 círculos de interés que funcionan en 23 especialidades,
formados por estudiantes de escuelas primarias y secundarias, cuentan
con el apoyo de las familias y de colectivos obreros, conscientes de la
importancia de sembrar valores en los pioneros y orientarlos, al mismo
tiempo, hacia futuros oficios, o formación como técnicos y profesiones.
“De manera especial les hablamos del ejemplo de los mártires y héroes
del Moncada, de cómo hicieron de la cárcel aquí otra batalla y del
compromiso de las actuales generaciones de continuar la Revolución”.
Anabel Castillo Ruiz, una de las instructoras, afirma: "Ni en
vacaciones nos detenemos. Mantenemos abierta la sala de computación y
trabajamos con los pequeños de la comunidad Juan Delio Chacón y demás poblados".
“Organizamos las visitas al museo y otros sitios de interés y
hablamos de cuánto alecciona cada espacio aquí y particularmente la
lucha de Fidel, Raúl y demás moncadistas, cuya firmeza es acicate para
las nuevas generaciones”.
Entre los cerca de 80 mil niños beneficiados en los 27 años de este
reinado pioneril, encuentro hoy a ingenieros, pescadores, maestros y
periodistas, como Yojamna Sánchez, que hablan con orgullo del museo y el
palacio junto a los que crecieron nutriéndose de enseñanzas
perdurables.
En el Presidio Modelo, el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, el 2 de agosto de 1978, dio a conocer que el territorio de la Isla de Pinos tomaba el nuevo nombre de Isla de la Juventud, gracias a la labor realizada por la juventud cubana para el desarrollo de este terruño. |
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