Tomado de La Tarde se Mueve.
Por Edmundo García
Numerosas acciones simbólicas o
caritativas se llevarán a cabo el jueves para celebrar los 95 años del
expresidente sudafricano Nelson Mandela, quien permanece hospitalizado en
Pretoria en un estado crítico desde hace cerca de un mes y medio.
Entre los extremistas de Miami y sus
nuevos discípulos en la intolerancia, existe una historia de intentos por
tratar de malograr las visitas que muchas personas hacen a esta ciudad o a
cualquier otra ciudad de los Estados Unidos.
No importa que le invite el
Presidente, o la Secretaria de Estado, una Universidad, el Comité Olímpico o
sus familiares: si a los trogloditas de Miami no les parece bien, allá van a
tratar de impedir que usted viaje o a intentar hacerle la visita todo lo
incómoda que ellos determinen.
Por estos días la prensa servil de
Miami ha estado alborotada por el anuncio de la serie de juegos de beisbol
entre Cuba y Estados Unidos que se desarrollará desde el día de hoy y hasta el
23 de julio en varias ciudades de este país.
En cuanto salió a relucir el nombre
del Dr. Antonio Castro se mandaron a correr para pedirle a la congresista
Ileana Ros-Lehtinen que le solicitara al Secretario de Estado John Kerry que no
le otorgara visa a Antonio simplemente por ser hijo del líder de la Revolución
Fidel Castro.
Un desatino, porque Antonio Castro ni siquiera viaja como parte de la delegación deportiva cubana, encabezada por el Dr. Antonio Becali, sino como Vicepresidente de la Federación Internacional de Beisbol Amateur. Además, aunque el jefe médico del equipo cubano es Francisco Montesinos, Antonio Castro es un Ortopédico por mucho tiempo vinculado al movimiento deportivo cubano y ha visitado Estados Unidos en varias ocasiones por las celebraciones del Clásico Mundial de Beisbol.
Pero el ensañamiento no es solo con
Antonio. No hace mucho se opusieron a la gira del trovador Vicente Feliú por
ciudades de Estados Unidos; y a la visita del coro infantil La Colmenita bajo
el ridículo pretexto de que amenazaba la seguridad nacional de los Estados
Unidos.
Y en 1995 se pronunciaron contra la
visita de Fidel Castro a New York, donde había sido invitado a hablar por el 50
aniversario de la ONU. En todos los casos, con la respectiva declaración de la
congresista Ros-Lehtinen.
Pero en un día como hoy, en vísperas
del cumpleaños 95 de Nelson Mandela, hay que recordar que pocos papelazos son
tan bochornosos como el boicot que estos trogloditas de Miami intentaron
hacerle al líder sudafricano durante su visita al sur de la Florida en junio de
1990.
Y uso la palabra “papelazo” por dos razones: porque al final todas estas
visitas a que ellos se han opuesto se han realizado, con más éxito y con la
publicidad adicional de la perreta de esta gente; y porque con el paso del
tiempo esas conductas intolerantes se ven tan estúpidas que muchos de sus
protagonistas acaban por arrepentirse.
Nelson Madela, “Madiba”, era ya un
héroe para todo el mundo cuando todavía en Estados Unidos era considerado un
“terrorista”. Tal barbaridad llegó incluso hasta la época de Bush, en que su
propia Secretaria de Estado Condoleezza Rice le pidió que lo sacara de esa
consideración pues era una barbaridad.
En junio del año 1990 Mandela había
hablado en varias ciudades norteamericanas denunciando el apartheid en su país,
y luego de hacerlo en Atlanta, Georgia, un 28 de junio, visitó Miami con el
objetivo de hablar el día 29 en el Convention Center de Miami Beach.
Fue deplorable la actitud asumida
por algunos políticos cubanoamericanos que ya empezaban a destacarse por su intolerancia.
La propia Ileana Ros-Lehtinen, que había sido electa al Congreso el año antes,
en agosto de 1989, nada más y nada menos que para ocupar la silla del laborioso
y bien recordado legislador Demócrata Claude Pepper, quiso vetar la visita de
Nelson Mandela a Miami pretextando que el líder africano tenía amistad con el
líder de la Revolución Cubana Fidel Castro.
El entonces Alcalde de Miami, el
cubanoamericano Xavier Suárez, que había ganado el puesto en 1985, también se
opuso a la visita de Mandela a esta ciudad. Y eso que un año antes Suárez había
obtenido reconocimiento nacional al resolver pacíficamente un problema con la
comunidad afroamericana y haitiana, ganándose incluso el apodo de “Mayor
Pothole”.
Tan celebrada fue su actuación por
parte del resto de los Estados Unidos que según dice un reciente artículo de
Joe Cardona para The Miami Herald (titulado “Nelson Mandela, the lessons Miami
learned the hard way”, 5 de julio de 2013), en la radio hispana del sur de la
Florida le llegaron a decir “El negrero”. No en su sentido histórico, sino en
el despectivo e irónico de “black lover”; como alguien que favorece a ese grupo
étnico.
En el referido artículo Cardona entrevista a Xavier Suárez sobre aquellos
sucesos y este le responde con vergüenza que ese fue el punto más problemático
y doloroso de su carrera política (“It was the most difficult and hurtful point
of my political career”).
Para limpiar ese bochorno Suárez ha
dicho que estuvo presionado por otros cubanoamericanos de la “línea dura”. En
particular por la Comisión de Miami, cuyo comisionado más resuelto contra
Mandela fue “el duro” de Alex Penelas. Luego alcalde con pésima actuación en el
caso Elián González y finalmente analista político de la cadena Univisión. Pero
detrás de todas estas presiones estaba lo peor de la clase empresarial
cubanoamericana, en particular Jorge Mas Canosa y Pepe Hernández (amigo
personal de Xavier Suárez), de la Fundación Nacional Cubano Americana, que ya
tenían planes concretos para atentar contra Cuba.
Los llamados “argumentos” de Penelas
fueron los mismos que los de Ros-Lehtien y Suárez, los mismos que se repiten
hoy: que Mandela tenía amistad con Fidel y que admiraba a la Revolución cubana.
Aquel veto de la Comisión de Miami
en junio de 1990 fue tan ridículo que la prensa de la época reporta 3000 mil
manifestantes en apoyo a Mandela en el Convention Center donde daba su discurso
(más 6000 invitados), y 30 manifestantes en contra. Es significativo, y penoso
para la comunidad de Miami, que algunos manifestantes a favor de Mandela
corearan ante el lugar donde se hospedaba: “Libertad para Sudáfrica” y
“Libertad para Sur Florida” (“Free South Africa” y “Free South Florida”).
Pero la cosa resultó peor, porque
los boicoteadores fueron “boicoteados”: la ciudad de Opa Locka, habitada por
clases humildes y un amplio sector de afroamericanos, decretó con respaldo de
su alcalde Robert B. Ingram el 29 de junio día oficial en honor de Nelson
Mandela. Y empresarios y líderes afroamericanos convocaron a un boicot al
turismo en Miami que provocó pérdidas millonarias.
¿Qué hizo la historia con todo este
primitivismo de la clase política cubanoamericana de Miami y su animador Alex
Penelas? Pues 13 años después de aquellos sucesos, hablando ante 10 mil delegados
de la “Association for the Advancement of Colored People”, Penelas también se
disculpaba por su posición ante la visita de Mandela a Miami, según reportó la
cadena FOX el 14 de Julio de 2003 (“I offer now an apology to Nelson Mandela
for the way he was received in Miami... I am proud
of how far we have come, President Mandela's visit was one of the many
challenges we have learned from”)
El error sin embargo es mucho más
profundo. Más que un “error” es una equivocación en la perspectiva estratégica
de esta clase política cubanoamericana, que no tiene otro objetivo que
reaccionar contra todo lo que tenga que ver con el progreso histórico y las
posiciones de la Revolución cubana.
Desde hace más de 50 años los
extremistas están atrapados en su propia red. La amistad de Fidel Castro y
Nelson Mandela, de la Cuba revolucionaria y la Sudáfrica sin apartheid (y la
Namibia independiente) es una realidad histórica que ni los altos oficiales del
Pentágono se han atrevido a desconocer y saludar. No importa que las noticias
manipuladas en la prensa, o los hechos silenciados en algunos libros y
biografías sobre Mandela lo escondan. La historia no depende de esos
favoritismos editoriales.
Pero estas tergiversaciones no son
nuevas. Por eso quiero terminar este artículo compartiendo las palabras del
amigo y copresentador de La Tarde se Mueve Eddie Levy, que lleva mucho tiempo
viviendo en Miami y conoce esta ciudad como pocos. Cuando en el programa de
ayer le pregunté a Eddie por sus recuerdos sobre el comportamiento de los
extremistas en aquella visita de Mandela a Miami en junio de 1990, comentó con
la serenidad y sabiduría de siempre:
“Fue una cosa triste,
fue una cosa que puso en evidencia la republiquita bananera que es ese Miami.
Mandela es una personalidad histórica, reconocida en el mundo entero como una
de esas personas que buscan la dignidad y libertad y fue vejado en Miami; fue
un bochorno que todavía se cita como algo grosero y como falta de respeto a
este líder mundial. Fue bochornoso y seguirá como una mancha en el sur de la
Florida. Son cosas que algunos hacen como para buscar puntos, para poner en un
‘resumé’, como para que se vea que lucharon contra personas que tienen amistad
con Fidel Castro. Cosas que los ponen en contra del resto del país y los hacen
actuar como personas de otra galaxia”.
Les confieso que siempre he pensado
que si en Miami no hay una guerra civil provocada por el racismo, es porque la
comunidad afroamericana no entiende español o no sintoniza las emisoras de
radio hispana donde algunos extremistas hacen de las suyas.
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