Tomado de Cuba Contemporánea.
Por José
Luis Rodríguez
Fotos
Claudia Camps
La persistencia de la crisis
económica internacional que estalló en 2008 ha venido incidiendo en una notable
inestabilidad en la evolución de los principales indicadores de la economía
internacional durante los últimos años, lo que -al mantenerse- introduce un
gran riesgo en cualquier pronóstico en torno a su impacto sobre la economía
nacional en el futuro próximo.
La variabilidad del desempeño de la
economía mundial ha sido una constante de los últimos años. Luego de una
abrupta caída en el PIB durante 2009, el año siguiente pareció que se iniciaba
una fuerte recuperación al crecer 5,4% el PIB global. Sin embargo, en 2011 se
inició una desaceleración con un incremento de solo 4,1%, que llegó a 2,5% en
2013 y a 2,6% el pasado año.
Esta situación ha sido más notable
aun en América Latina y el Caribe, al descender el crecimiento de 6% en 2011 a
solo 1,3% tres años después. Incluso, en el caso de los BRICS, salvo la India,
se presenta una nueva crisis potencial en Brasil con un crecimiento menor de 1%
el pasado año, mientras que Rusia se estima incrementó el PIB en solo 0,3% y
China desaceleró su avance con una tasa de 7,3%, después del 10,4% obtenido en
2010.
Por último, un nuevo factor de cambio
surgió en el segundo semestre de 2014, cuando se produjo una violenta caída en
el precio del petróleo, de alrededor del 45%.
Esta caída se explica por un
conjunto de factores que incluyen la tendencia al estancamiento de la economía
en los países más desarrollados y la desaceleración de las llamadas economías
emergentes; la sobreoferta petrolera a partir de la producción de fuentes no
convencionales como el petróleo de esquistos, que llevó a un grado cercano a la
autosuficiencia petrolera a países como Estados Unidos; los riesgos
geopolíticos presentes en diferentes regiones, y el cambio de política de la
OPEP, dispuesta a no reducir la producción ante la caída de precios y la
apreciación del dólar.
La mayoría de los pronósticos
coinciden en afirmar que esta tendencia en los precios del combustible se
sostendrá, y que estos solo subirían de 53 a 73 dólares por barril en los
próximos cinco años.
Ello hace que se manifieste a corto
plazo su impacto en la reducción del costo en la producción de alimentos,
fertilizantes y productos químicos, entre otros productos básicos. También esta
reducción incide en la caída de la rentabilidad de la producción de petróleo
por vías no convencionales, tales como el petróleo de esquisto y las
explotaciones off shore. Igualmente, afecta las nuevas inversiones para
producir energía con recursos renovables, las que tienden a reducirse por sus
elevados montos.
Este panorama ha influido en la
evolución económica de Cuba en los últimos años, en tanto que su nivel de
apertura (peso del comercio exterior en el PIB) ha venido elevándose hasta
47,8% en 2013. A ello se añade que para lograr un crecimiento del 1% en la
economía se requiere de un incremento de entre 2 y 3% en las importaciones.
Otros rasgos que elevan la
vulnerabilidad económica del país ante cambios en el entorno exterior son la
alta concentración del comercio con un reducido número de países, ya que en
2013 el 67% de las exportaciones se agrupaba en cuatro países, mientras que el
51% de las importaciones se asociaba a tres.
En relación con la composición de
las exportaciones, las mismas se concentran en un 35% en cuatro productos,
mientras que las exportaciones de servicios representaban el 70% del total y
los bienes el 30%.
El precio de las exportaciones de
bienes cubanos de mayor peso se ha deteriorado en los dos últimos años. De este
modo, la libra de azúcar, que se cotizaba a 19.23 centavos al cierre de 2013,
bajó a 14.61 en diciembre de 2014, lo que indica un descenso de 24%, en tanto
que el níquel se redujo en 15%, de 17 585 dólares por TM a 14 965.
En el caso de los servicios, el
ingreso bruto por turista pasó de 1 098 dólares en 2000 a 1 000 en 2008 y
descendió a 921 en 2013, mostrando una tendencia a la disminución del gasto por
turista día, en parte alentada por la crisis internacional.
En este sentido vale la pena apuntar
el impacto en la revaluación del dólar en los últimos años, ya que la
cotización de USD por euro pasó de 1.33 al cierre de 2012 a 1.13 en 2014, para
una devaluación de 15%, mientras que el dólar de Canadá -país que cubre el 41%
de los turistas que visitan Cuba- se devaluó 22%, lo que en ambos casos afectó
el poder de compra de los visitantes.
Los
impactos de la evolución de la economía internacional sobre la economía cubana
no son solo recientes. En realidad –como se plantea en los Lineamientos
de la Política Económica y Social- entre 1997 y 2009 las variaciones de
precios de exportaciones e importaciones representaron una pérdida de 10 900 millones
de dólares, con una reducción del poder de compra de nuestros ingresos por
exportación del 15%. Por otra parte, en los años transcurridos de 2009
a 2013, si bien el saldo comercial total a precios corrientes creció 2,4 veces,
a precios constantes decreció 9%, reflejando una dinámica negativa.
Además de los
impactos que se registran en las exportaciones, también ha resultado negativa
la evolución de los precios de un grupo significativo de importaciones.
Tal es el caso
de los alimentos, cuya factura total promedió 1 729 millones de dólares
entre 2009 y 2014, con una tendencia al crecimiento de su valor para
volúmenes aproximadamente similares de compra, ya que luego de una caída
coyuntural entre 2009 y 2010 el costo de las adquisiciones de 2014
representó un crecimiento de 40,2% sobre este último año.
En este
sentido llama la atención que mientras que los precios promedio de
los alimentos en el mercado mundial solo representaron el pasado año un
crecimiento de 7% sobre 2010, en el caso cubano el incremento fue muy
superior.
En ello está
incidiendo que en los precios pagados por la economía nacional tienen una
notable influencia las tarifas de fletes y seguros que se ven afectadas por el
elevado riesgo-país con que se califica a Cuba, básicamente producto del
bloqueo económico de Estados Unidos.
Es
conocido que (a partir de la aplicación de la Enmienda Torricelli
de 1992) los barcos que toquen puertos cubanos no pueden ingresar a los Estados Unidos
hasta seis meses después y de hecho entran en una lista negra que los coloca en
una situación de desventaja en el mercado de los fletes. Como
consecuencia de esta medida, muchos de los productos destinados a Cuba
son desembarcados en puertos de Bahamas, República Dominicana, Jamaica o México
para después ser reembarcados en otras naves que los llevan a su destino final
en Cuba, encareciendo notablemente su costo.
De este modo,
mientras que el precio de los granos en el mercado mundial en 2014 bajó 26,2%
en relación con 2012, para Cuba el precio del arroz se elevó 5,6%, el
de los frijoles 60,9% y el de los chícharos 46,9%. Otros precios que registran
incrementos de importancia son los de la leche en polvo (42,3%) y el pollo en
cuartos (9,4%).
En el caso de
los combustibles, cuya factura anual alcanzó 4 300 millones de dólares
en 2014, la tendencia a precios más altos hasta el primer semestre del
año se ha visto compensada en buena medida por la fórmula de pagos de Petrocaribe y la
liquidación de la factura mediante la venta de servicios de fuerza de trabajo
calificada a Venezuela.
Desde el punto
de vista financiero, es importante señalar que prácticamente toda la factura de
alimentos se liquida con créditos a 360 días, lo que genera una tendencia
sostenida al endeudamiento comercial, en medio de un acceso restringido a
facilidades financieras en condiciones normales.
Un análisis más completo de la coyuntura internacional y su incidencia sobre Cuba supone un examen de lo que ha venido ocurriendo con la deuda externa del país en los últimos años y su papel en la estrategia para la creación de condiciones con vistas a un desarrollo sostenible a corto plazo.
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