sábado, 21 de marzo de 2015

“Ay, Obama, Obama…” (de la I a la III partes)

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Tomado de "La Mala Palabra"

Por Félix Edmundo Díaz @feddefe



Recién, Mr. President nos sorprendió con una intervención en la que reitera el interés de govUS# por la apertura, antes de la Cumbre de las Américas, de las respectivas embajadas en su país y Cuba.

En el orden personal, y siempre en ese orden, no sé cuál es el apurillo del ¿Premio Nobel de la Paz? por lograr este resultado, salvo que haya hecho alguna apuesta al respecto.

Es cierto que mi gobierno no ha condicionado las conversaciones, pues durante mucho tiempo la única condición que exigió fue la del diálogo sin condiciones y, hasta donde conozco, ha honrado este principio, y está claro, sin necesidad de que Mr. President lo repita cual papagayo, que la normalización de las relaciones entre nuestros países no es tarea fácil.

Para empezar, la apertura de una embajada como regla trae consigo la de una o varias oficinas consulares, trámites que hoy corren por cuenta de las respectivas Oficinas de Intereses; si nos ubicamos geográficamente en Cuba, los funcionarios norteamericanos no tendrán ningún problema para garantizar, en cuanto a economía, el funcionamiento de sus oficinas, pues irían al BFI, Bicsa o cualquier entidad del BNC, o del BBVA, o de la entidad bancaria que escojan y podrían hacer sus operaciones y, en el supuesto caso que, desde allá, les quieran aplicar las “leyes del bloqueo”, pueden optar por solicitar los giros a través de la Western Union y sanseacabó.

Aaah! ¿Pero como harían los diplomáticos y funcionarios consulares cubanos en los Estados Unidos? Por lo pronto, ahorita tendrán que llevarles el dinero en “cubalses” o “chillonas”, porque los bancos, en ese país, no quieren procesar las operaciones de nuestras oficinas por temor a represalias derivadas de las leyes que sustentan el bloqueo económico, comercial y financiero que mantienen los Estados Unidos contra Cuba y contra la voluntad de otros 162 países de nuestra “querida, contaminada y única nave espacial” como dice Walter Martínez.

Este tema de los bancos atraviesa por todo el entramado de leyes anticubanas (léase Congreso y el lobby repleto de HPs – ver concepto en el artículo sobre el acaparamiento – y de otros pseudocubanos) de ahí la dificultad para enderezar el entuerto, pero quitar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo es, relativamente, más fácil.

¿Por qué Mr. President no acaba de emitir una orden ejecutiva para que el Departamento de Estado excluya a Cuba de dicha lista?

¿Por qué John Kerry aún no cumple la indicación que le diera su Mr. President el 17 de diciembre del pasado año?

¿Quieren verdaderamente los Estados Unidos normalizar sus relaciones con Cuba o desean mantener con “respiración asistida” la ignominiosa inclusión de Cuba en esa lista negra?

La respuesta es sencilla: La exclusión de Cuba de esa puta lista, donde nunca debió estar, hace estallar por los aires el argumento con el que los Estados Unidos sustentan el bloqueo a nuestro país. 

Entonces, Mr. President no siga diciendo lo de “abrir embajadas antes de la Cumbre”, porque se me puede antojar que quiere introducir condiciones en el diálogo y podemos, digo, puedo ponerme perretú y empezarle a recordar que tenemos que hablar y resolver “la ocupación ilegal de nuestro territorio en Guantánamo”, “las compensaciones multimillonarias por más de 50 años de agresiones y bloqueos” y contando…

Mr. President, Mr. President, tome aire y ajústese el cinto un “huequito” más para atrás, vaya como decimos en Cuba, “póngase macho” y acabe de sacarnos de la jodía lista que lo demás irá tomando su cauce.



Lo malo de ser the President of the United States of America es que con el cargo viene incluido el seguimiento mediático, aún cuando el inquilino de la White House resulte el ser más idiota que madre haya parido, como lo fue (es) W. Bush Jr., del que deben recordar los “bestiarios” repletos de sus frases célebres, tales como “debemos incrementar nuestras exportaciones para ubicar nuestras producciones en el mercado exterior”, “el mar que baña las costas de Bolivia” o los saludos que envió al “Presidente de la República de España” y contando…

Bueno, dejemos al tarúpido (según Behamaras, mezcla de tarado y estúpido) de Bush y concentrémonos en Barak Hussein Obama, el caso es que, desde el pasado 17 de diciembre, al mulatico no le dan descanso, primero la derecha recalcitrante que comenzó a insultarlo porque “Cuba le había visto los bloomers”, “que había cedido sin obtener nada a cambio” (no quieren contar más de 50 años de victorias del pueblo cubano), “que si los cubanos íbamos a seguir haciendo Revolución” (parece que nos conocen bien) y otras cosas por el estilo, y como “cuando al guapo del barrio le dan”, to’el mundo le quiere meter, resulta que el benjamín (hijo prodigo) de los gringos, léase Israel, en la persona de su primer ministro Netanyahu (casualmente Benjamín de nombre) llegó a la “fábrica de listas” (las de trata de personas, contrabando de estupefacientes, de patrocinadores del terrorismo, etc.) y armó un escándalo porque no está de acuerdo con la línea que sigue el tortuoso acuerdo nuclear con Irán, que si “Obama es blando”, que si “los iraníes son terroristas”, que si “van a hacer el arma nuclear”, etc., y el morenito se “apea” con que se leyó la transcripción del judío y, yo digo menos mal, porque si lo ve en la televisión (como lo vieron ¾ partes de la población mundial) hubiera terminado dando puntapiés a las puertas o regando los papeles de la mesa, en uno de esos ataquitos practicados que le dan (cuando sabe que las cámaras lo están siguiendo) pa’ que los demás piensen que es un tipo duro.

De este evento la única traducción posible es que se trata de una escena de ciencia ficción que ni a Steven Spielberg se le hubiera ocurrido, que los gringos y los judíos están faja’os no se lo cree nadie.

Debemos reconocer que la actuación de ambos actores (Obama y Netanyahu) es digna de un Oscar o un Goya, pero sigue siendo una actuación y, tras bambalinas, se besan, se abrazan y festejan, por ello tal conducta debe mantenernos alertas no sea que el adagio de “tras la tempestad el mal tiempo” resulte en la nueva muerte de algún científico, un golpe quirúrgico a una central nuclear o cualquiera de esas cosas que, actualmente, se le encargan a los drones.

Si alguien piensa que estoy paranoico lo invito a vivir 50 años bajo el asedio del imperio más poderoso del mundo, no te vuelve loco, pero te enseña a desentrañar la hij’eputá escondida tras la sonrisa y la mano extendida, que, dicho sea de paso, no es para estrechar la tuya, sino para ver que te quitan.

Mr. President, le repito, “póngase macho” o terminará, frente al AIPAC, bailando el hula-hula con un tutú de encaje.



Mr. President, hay que ser extremadamente hostil o inimaginablemente idiota, o las dos cosas a la vez, para pensar y decir (quiero creer que fuera: leer y repetir) que la República Bolivariana de Venezuela es una “amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos”.


Señalaba que deseaba creer que usted “leyó y repitió” lo que otro escribió, aun cuando sé que le gusta (y domina) el arte de la oratoria, ya que, conociéndolo como una persona inteligente, no lo imagino “generando burradas” propias de algunos ex presidents de cerebros aletargados, de ahí que mi primera sugerencia vaya dirigida a que usted, inmediately, convoque a una reunión de sus asesores principales, los forme en una sola línea y les “revise el fondo”, porque le aseguro que a la mayoría de ellos les “expiró la fecha de consumo”, de ser así, usted sabe lo que tiene que hacer, solo le recuerdo que los bote en los depósitos para “elementos no reciclables”, porque esa gente no sirve ni para abono.


En el supuesto caso de que algunos (por la fecha de vencimiento) todavía puedan ser consumidos, cámbielos también, porque de seguro están contaminados.


El asunto es sencillo: a nadie, en su sano juicio, se le ocurriría pensar que los venezolanos quieren agredir a los Estados Unidos y, por otra parte, cualquiera con dos dedos de frente (vaya que sea tan imbécil como W. Bush Jr.) se daría cuenta que son los Estados Unidos los que amenazan a Venezuela.


¿Por qué Venezuela?


Bueno, es cierto que los venezolanos son “un mal ejemplo” porque han demostrado que existen otras formas (no precisamente capitalistas) para lograr un futuro de prosperidad, porque los venezolanos están presionando en la OPEP para que los precios del crudo tomen su justo valor, porque, aun depreciado el petróleo, han mantenido sus compromisos con los países del ALBA-TCP, porque si sube el precio del petróleo la obtención del crudo mediante fracking iría a la guillotina por sus efectos medioambientales, según señalan sus detractores, en fin, porque quieren lograr en Venezuela lo que no pudieron alcanzar, en más de cincuenta años de guerra económica, comercial y financiera contra Cuba.


Pues bueno, aquí le regalo una idea: ¿Cree usted que su demostrada hostilidad hacia Venezuela, país al que queremos como a un hermano, le facilitaría el diálogo con Cuba?


¿Cree usted que el pueblo y gobierno cubanos abandonarían al pueblo y gobierno venezolanos a su suerte?


Mr. President, olvídese de “las lecciones de historia” que algún día recibió, ni tome como ejemplo historias de abandono de unos países a otros; en la historia de esta Isla, los hijos e hijas de su pueblo jamás han abandonado a aquellos que, en los momentos más difíciles, nos tendieron su mano amiga. Cuba nunca abandonará a Venezuela, en Cuba se cuentan por cientos de miles, sino millones, los que estarían dispuestos a morir por la causa de Venezuela y recuerde que sin buscar las guerras, aquellas que “nos han encontrado” las hemos sabido ganar.


Haga aunque sea un mínimo esfuerzo porque lo recuerden como el primer afroamericano President of the United States, como el Premio Nobel de la Paz (que nunca hizo nada para merecerlo), pero no como el Mr. President que cometió el craso error de atacar a Venezuela. Hoy todos somos Venezuela.


Un último apunte, al mencionar su condición de afroamericano, en su caso con más ingredientes de afro que otros ciudadanos negros de su país, recordé que, en su intervención del 17 de diciembre de 2014, fue reiterativo señalando que discutiría con Cuba sobre los derechos humanos y democracia; bueno, resulta que cuando traduje su discurso al “idioma cubano” señalé que, mientras usted pronunciaba ese día sus palabras, seguramente (al propio tiempo) oraba porque la policía de su país no le disparara a ningún otro afroamericano… parece que sus oraciones no fueron escuchadas, porque la policía ha tiroteado a otros tres jóvenes negros.


Como ciudadano de este mundo, sé que nada sucede por error, amén de las decisiones absolutorias de los jurados y jueces venales de su país, por ello le aconsejo que cuando vaya a salir a la esquina de la White House, se consiga un AK 47, se monte en La Bestia con dos chalecos antibalas y se haga proteger por los marines seals (recuerde que su Servicio Secreto, últimamente, se ha dedicado a los tragos y las putas) y, por sobre todas las precauciones, cuídese de los policías no vaya a ser que con las prácticas “de tiro al blanco”, digo, “al negro”, se estén ejercitando para lincharlo a Usted… y después, echarle la culpa a los venezolanos o a los cubanos.


Mr. President, como a usted le gusta repetir algunas frases cubanas, le regalo una cubanísima para la ocasión: Si quiere joder, vaya a que le den por el c…

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