Los vehículos aéreos no tripulados, o drones, se revelan como asesinos masivos. Tan sólo en Oriente Medio, Estados Unidos los ha empleado para eliminar a más de 3 mil 400 personas. En Nueva York, un movimiento social que demandaba no usarlos motivó un debate nacional: los ciudadanos que están de acuerdo con seguirlos empleando en el extranjero rechazan que se utilicen al interior de Estados Unidos |
Tomado de Voltaire.org
Por Antonio Paneque Brizuela, Prensa Latina.
Pocas veces una acción militar de Washington es
condenada de modo simultáneo en Estados Unidos y en el resto del mundo
como ocurre ahora con el empleo de drones (vehículos aéreos no tripulados) en África, Asia, Oriente Medio y dentro del propio territorio estadunidense.
Los aviones no tripulados matan cada día desde el aire (sin pilotos y
por una orden a cualquier distancia) a ciudadanos que esa potencia
militar considera enemigos en otros países. Hace poco autorizó también
su empleo en algunas entidades del propio Estados Unidos.
La consiguiente reacción de los pueblos y muchas veces de autoridades
de esos países se expresa tanto en el rechazo diplomático como en
acciones armadas de respuesta o, en el mejor de los casos, en
manifestaciones de condena en las calles.
La frecuencia e intensidad de esas protestas se corresponden con las del número
de ataques con drones, palabra que en español significa “zánganos” y a
los que técnicamente se les llama vehículos aéreos no tripulados (o
unmanned aerial vehicles, UAV).
Esas respuestas son frecuentes en los Estados más afectados, como
Somalia, Afganistán, Irak, Libia, Pakistán y Yemen, este último país
arrasado por bombardeos, ametrallamientos y otras operaciones con ese
medio durante los últimos meses.
Los ataques mediante UAV que matan africanos, árabes y asiáticos constituyen para Washington su forma
más tecnificada de ejecución sumaria contra opositores, aunque muchos
opinan que son sólo un método diseñado con el fin de asesinar a
distancia.
El presente ciclo de drones, empleados con modelos primitivos desde
principios del siglo XX y después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó
tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, cuando
pocos pensaban que un ataque de esa magnitud alcanzaría a Estados
Unidos.
Costo ético y responsabilidad
La combinación de escenarios de esos robots aéreos causa una suerte
de efecto bumerán contra Washington expresado de dos modos: el rechazo
externo e interno por la muerte de personas en otros países, y el
generado contra cualquier uso en el país.
El costo ético y la responsabilidad por esas acciones bélicas afectan
cada vez más la imagen de Washington en el mundo por la indignación que
despiertan los sufrimientos de la población civil atacada.
Pakistán, un aliado de Estados Unidos en la llamada “guerra contra el
terrorismo” y el único país islámico con armas atómicas, objeta esa
acción de muerte en su territorio, concebida por Estados Unidos.
Activistas de derechos humanos y medios de comunicación denuncian un
incremento del uso de estos aparatos, que realizaron en esa nación 360
ataques entre 2004 y 2012 (304 de ellos desde que Barack Obama tomó posesión en 2009), con resultado de unos 3 mil 400 muertos.
La población de Yemen, una de las más agredidas por esas máquinas,
cuyo primer ataque recibido fue en diciembre de 2009, experimentó en
años siguientes una inusitada secuencia de bombardeos contra presuntos
blancos de Al Qaeda.
Estados Unidos, el único que opera aviones no tripulados en la región, triplicó su empleo
contra supuestos objetivos islamistas en aquel país árabe, desde la
llegada al poder, a principios de 2012, del nuevo presidente Abd Rabbuh
Mansur al-Hadi.
La utilización de drones genera enojo entre prominentes ciudadanos
yemenitas como la Premio Nóbel de la Paz Tawakkul Karman, quien condenó
los recientes ataques y los consideró “denigrantes”.
Esas operaciones siembran la ansiedad y el trauma sicológico en las áreas donde se producen, crean caldo de cultivo para próximas acciones insurgentes de grupos opositores y el incremento de sus bases, según investigadores estadunidenses.
Intereses estratégicos de grandes potencias
Entre
las voces de oposición figuran las de pequeños Estados africanos como
Ruanda, cuyo gobierno alertó sobre el servicio que éstos prestan a
Occidente.
El despliegue de drones en el Este de la República Democrática del
Congo (RDC) sólo será útil para los intereses estratégicos de las
grandes potencias, según el representante permanente de este país en la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), Olivier Nduhumgirehe.
Usar estas naves no tripuladas sirve a esos gobiernos para poner a
prueba sus armas de guerra en África, afirmó el diplomático en respuesta
a recientes informaciones de que estos aparatos serán desplegados en la
región.
El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, del
organismo mundial, informó a Ruanda, Uganda y RDC la intención de activar una unidad de al menos tres drones en el Este de ese último país.
El Consejo de Seguridad argumenta que esas naves serían empleadas por
la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República
Democrática del Congo (Monusco), con el propósito de mejorar su gestión
en el Estado africano.
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros miembros de la máxima
instancia de la ONU respaldan la propuesta, mientras Rusia, China,
Pakistán y Guatemala muestran preocupación ante ella.
Otro hecho significativo vinculado a estos mortales ingenios fue una
denuncia en mayo último respecto de que Washington dirige operaciones de
drones contra Somalia desde Alemania, cuyo gobierno negó la acusación.
El controvertido ataque sería emprendido por Estados Unidos desde
sus bases militares germanas, según el diario berlinés Süddeutsche
Zeitung y la televisión pública alemana ARD, aunque el presidente Obama
afirma que regulará las misiones con las naves-robot.
Fuerzas estadunidenses destacadas en la base aérea de Ramstein,
estado de Renania Palatinado, participan en la misión contra presuntos
terroristas en el país africano con vehículos aéreos no tripulados,
aseguraron, no obstante, esas fuentes.
Según medios estadunidenses, durante 2012 volaron por el espacio
aéreo de Egipto, en apoyo a misiones en territorio afgano y en toda la
región del Levante, más de 2 mil aviones militares estadunidenses.
¿Cuántos serían drones?
El ministro de Defensa de Francia, Jean-Yves Le Drian, declaró que su país comprará naves de ese tipo
para tareas de ataque y combate, aunque dispone de algunos para
misiones de vigilancia que fueron utilizados en Afganistán y durante su
intervención en Mali.
Contra la Constitución estadunidense
Las manifestaciones
de protesta en Estados Unidos abarcan numerosos estados, como ocurrió en
abril pasado cuando cientos de personas se concentraron frente a la
Base Aérea de Hancock, en Nueva York.
Unos
300 participantes mostraron su rechazo ante la matanza de civiles por
ataques de esas aeronaves, criticada por organismos internacionales,
como la ONU, porque ultiman más inocentes que a verdaderos blancos
trazados por Washington.
Los manifestantes criticaron la eficacia de estos aparatos, dirigidos por control remoto, muchas veces desde
miles de kilómetros y en ocasiones incapaces de distinguir entre
aliados o enemigos, o identificar entre combatientes reales y civiles.
Unos 30 detenidos resultaron de 2 días de manifestaciones pacíficas
neoyorquinas contra el uso de aviones no tripulados dentro de Estados
Unidos y en países de África, Asia y Oriente Medio.
El empleo
de drones “va en contra de la Constitución estadunidense”, recordaron
los manifestantes que golpeaban tambores, cargaban falsos ataúdes y
muchos de ellos vestían ropas con un líquido rojo artificial para
simular sangre.
Los protagonistas de la protesta intentaron entregar a las
autoridades una acusación contra el presidente Obama y los militares de
Hancock, por “crímenes de lesa humanidad”.
Gobernantes estadunidenses han reconocido el uso de drones en su territorio para espiar a nacionales y extranjeros, mientras el senador republicano Rand Paul opina que eso “es espantoso”.
La mayoría de las personas que apoya el empleo
de esos recursos autómatas para eliminar al terrorismo o a sospechosos
de cometer ese tipo de delito en otros países desaprueba, sin embargo,
su empleo en el territorio nacional.
El director del Oficina Federal de Investigaciones, Robert Mueller, por su parte, admite que usa drones en el país “para tareas de vigilancia”, pero aclara que “sólo muy raras veces”.
Fuente
Contralínea (Mexico)
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