Tomado de CubaDebate.
Por Ricardo Alarcón de Quesada.
Ya casi aburren las revelaciones de secretos del
gobierno de Estados Unidos. Hace pocos días la torpeza burocrática puso al
descubierto parte de sus acciones para promover la subversión contra Cuba, un
documento oficial más, para agregar a la interminable papelería confidencial
sobre el empeño inútil, que dura ya más de medio siglo, por avasallar a los
cubanos.
Causó asombro el
torrente de informaciones secretas develadas por Wikileaks acerca de
las incontables felonías de la política internacional de Washington. Gracias a Snowden, además, descubrimos que el
Imperio espía también a sus aliados y a sus propios ciudadanos.
Se sabe igualmente que para el espionaje y
la subversión utiliza más medios que los disponibles para la atención médica,
la educación y el retiro decoroso de esos mismos ciudadanos. Un enorme ejército
clandestino de cuya vigilancia no escapa nadie.
Alguien pudiera haber pensado que nada quedaba oculto,
que se sabía ya todo lo que escondían quienes dirigen la arrogante potencia que
pretende mantener su dominio sobre el resto del planeta.
Pero en esta materia parece que no escampa. La ola de
filtraciones, como un tsunami, no se detiene.
La ¿última? noticia
llegó el 14 de noviembre, esta vez desde el corazón de Asia. El diario “The
Hindu” uno de los principales periódicos de la India, dio a conocer el texto de
una orientación confidencial del Departamento de Estado a sus embajadas
relativa a la Conferencia sobre el Cambio Climático que
actualmente se realiza en Varsovia.
La información fue recogida asimismo por The Guardian de Londres y por
Democracy Now en Estados Unidos.
No ha alcanzado, sin embargo, hasta ahora, la difusión
que merece si tomamos en cuenta que se trata de algo vital para todos los
pobladores de la Tierra.
En esencia lo que Washington orienta a sus
funcionarios es trabajar para el fracaso de la Conferencia cuidando, al mismo
tiempo, como suele hacer hipócritamente, de aparentar que le preocupa el futuro
de la Humanidad.
Pero las instrucciones para su delegación son muy
claras: demorar
cualquier acuerdo y no admitir compromisos para la reducción de la emisión de
gases causantes del efecto invernadero, dejando a cada país establecer
voluntariamente sus metas a este respecto;
no admitir responsabilidad por las pérdidas y los daños causados por el cambio
climático a los países más vulnerables y no aceptar compromisos financieros
para canalizar recursos necesarios para un desarrollo sostenible y favorecer
para ello, en cambio, la actividad de la empresa privada. Cuando se anuncia que
el Fondo Multinacional creado por la ONU está ya prácticamente vacío. Pretenden
fomentar más aun la acción depredadora de los principales causantes del
problema dejando a la zorra en control del gallinero.
Nadie se sorprendió ante el anuncio, el 19 de
noviembre, de la suspensión de las negociaciones que sostenían sobre estos
temas en Varsovia las delegaciones del Tercer Mundo con Estados Unidos y sus
aliados. Lo prometido solemnemente en 1992, en la Cumbre de la Tierra, en Río
de Janeiro, quedaba en letra muerta, pese a los esfuerzos de las naciones
pobres particularmente las que más sufren, encabezadas por la Alianza de
pequeños Estados Insulares (AOSIS) y el grupo de los países menos
desarrollados. Parecía una negociación, como expresó la jefa de la delegación
filipina, acerca de quién vivirá y quién morirá.
La COP 19, la Conferencia de la ONU sobre el Cambio
Climático, se está llevando a cabo cuando en Filipinas, uno de los países más
afectados por este fenómeno global, aun encuentran centenares de muertos cada
día, víctimas del devastador tifón Haiyan que la azotó hace dos semanas.
La estrategia de
Washington para la Conferencia parece estar funcionando. Convendría, sin embargo, que alguien recordase a sus
líderes que ellos viven en el mismo planeta y a la larga serán víctimas también
de su propia insania ¿O acaso tienen un plan de fuga, todavía secreto, para
mudarse ellos, sólo ellos, a otra Galaxia?
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