viernes, 15 de noviembre de 2013

Fidel, Kennedy y el Estado rufián

John F. Kennedy
John F. Kennedy
Tomado de CubaDebate.
Por Rafael Landerreche

Hay una vieja adivinanza que data de los años 60 y 70 cuando los golpes de Estado eran el pan cotidiano en América Latina: ¿Por qué en esta región hay tantos golpes de Estado, mientras en Estados Unidos (EEUU) nunca ha habido ninguno? La respuesta es, naturalmente, porque en Estados Unidos no hay embajada de Estados Unidos.

El viejo cuento, que más bien es una historia, era contundente y preciso en cuanto a la realidad latinoamericana, pero la verdad es que resultó demasiado optimista con respecto a EEUU. Es cierto que en su país no hay embajada de EU, pero ahí está la madre de todas las embajadas y de (casi) todos los golpes de Estado,  las oficinas centrales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés). Y cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde. Acostumbrada a utilizar la intriga, la acción encubierta y el asesinato como instrumentos normales de política exterior (Irán, Guatemala, Congo, Vietnam, para hablar sólo de aquellos años) nada había en esa institución que le impidiera voltear esas armas hacia la política interior de EEUU.

Que el asesinato de John F. Kennedy fue básicamente un golpe de Estado orquestado por la CIA y apoyado por los grandes intereses de las empresas, las obsesiones de los militares y las fobias ideológicas de los extremistas es básicamente la conclusión a la que llegó un libro sobre Kennedy ( JFK and the unspeakable. Why he died and why it matters, de James W. Douglass1) que se ha estado abriendo paso silenciosa pero eficazmente entre el montón de literatura frívola, tendenciosa, o francamente subvencionada por esa misma CIA que ha inundado las librerías de EU con ocasión del 50 aniversario del asesinato de JFK. Lo interesante del caso es que mientras les tomó casi 50 años a los gringos llegar a esa conclusión, Fidel Castro lo vio con toda claridad al día siguiente del asesinato.

En un largo discurso transmitido por la televisión cubana el 23 de noviembre de 1963, Fidel hizo un análisis que recuerda lo mejor de la tradición marxista, cuando es capaz de superar las rigideces del análisis meramente estructural para distinguir matices, coyunturas y sucesos inesperados ( El 18 Brumario... de Marx viene a la mente). Resumiendo al extremo, lo que Fidel dijo es que:

1) Si bien Estados Unidos es un país imperialista, hay grados y matices aun dentro del imperialismo, desde las formas más liberales del capitalismo hasta el nazismo, forma extrema del imperialismo.

2) Si bien el mismo Kennedy había sido parte importante de esa política imperialista (particularmente con respecto a Cuba) en los últimos meses se había ido distanciando de la extrema derecha a tal grado que tras el tratado de proscripción de armas nucleares (firmado con la Unión Soviética apenas unos meses antes) y tras varios discursos que fueron unánimemente atacados por ser demasiado suaves hacia Cuba2 no era de extrañar que hubieran decidido “eliminar a un presidente cuyas políticas chocaban de frente con las políticas promovidas por los círculos más reaccionarios de EEUU”.

3) Porque en un país como EU, donde “se han desarrollado una serie grandes intereses económicos… un presidente que posee la autoridad más alta implica una situación menos grave que cuando el presidente no posee esa autoridad” (esto harían bien en recordarlo quienes piensan que todos los gobiernos son iguales). Fidel corona este análisis haciendo un llamado al mismo pueblo de EEUU para que aclare si el asesinato de su presidente no fue parte de “un plan macabro para llevar a cabo una política de guerra y agresión, para po­ner el gobierno de EU a merced de los círculos más agresivos del monopolio, del militarismo y de las peores agencias del gobierno de EU. Es por nuestro propio interés, por el interés de todos los pueblos y del pueblo de EU que demandamos esto”.

El libro de James W. Douglass, además de llegar, por el camino de la cuidadosa investigación histórica, básicamente a las mismas conclusiones que Fidel, escala a un nivel prácticamente teológico-metafísico para intentar responder a una pregunta inquietante: ¿Por qué el pueblo de EU no hizo lo que esperaba de él (su supuestamente archienemigo) Fidel Castro? Para esto, Douglass recurre a Tomás Merton, monje, contemplativo, ensayista y poeta estadunidense que fue pionero en la crítica a la guerra de Vietnam. Merton, además de acercarse a los monjes budistas, fue mentor y amigo de Er­nesto Cardenal el poeta trapense de Solentiname regañado públicamente por Juan Pablo II durante la desafortunada visita que hizo a Nicaragua en 1983.

Aunque es imposible explicar en un párrafo la profunda tesis de Douglass y Merton, podemos intentar una escueta aproximación: hay cosas que no vemos, sencillamente porque son demasiado grandes para verlas. No es sólo ni principalmente por la dificultad física de apreciar lo que está demasiado cerca, sino por el bloqueo sicológico, existencial, para reconocer algo cuyas implicaciones serían demasiado terribles para asumirlas. Entonces se abre ante nosotros un vacío de angustia que preferimos llenar con la negación y el autoengaño. Pongamos un par de ejemplos muy conocidos. ¿Cuánto tiempo nos ha llevado a los mexicanos reconocer las implicaciones del hecho de que un ex gerente de la Coca-Cola llegara a presidente de México? O, volviendo a EEUU, ¿cuántos registraron en su momento lo que significaba el hecho de que un ex director de la CIA (Bush papá) llegara a ser su presidente?

Hace unos días leímos en La Jornada cómo Chomsky calificaba a EEUU de Estado rufián que había dejado atrás completamente el decente respeto a las opiniones de la humanidad. El asesinato de su presidente hace 50 años bien podría ser el momento en que EU perdió lo que le quedaba de decencia. Sin embargo, Douglass afirma que la esperanza no se pierde, si los pueblos son capaces de ver de frente lo innombrable.

1 La palabra unspeakable fue acuñada por Tomás Merton. Se podría traducir el título aproximadamente como JFK y lo innombrable. Por qué murió y por qué importa.

2 No he podido localizar el original de Fidel Castro en español. Las citas que siguen son mis retraducciones de la versión en inglés que se puede ­consultar en:

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