Por Carlos Enrique Bayo.
El
secretista tratado de libre comercio TTIP entre EEUU y la UE parecía imbatible
como Caballo de Troya de las multinacionales. Pero en realidad es
casi una cortina de humo para tapar la verdadera alianza neoliberal planetaria:
el Trade in Services Agreement (TiSA), un acuerdo todavía más
antidemocrático de intercambio de servicios entre medio centenar de países,
incluida España, que no sólo se está
negociando en el más absoluto de los secretos sino que se pretende que siga
clasificado, oculto al conocimiento público, durante otros cinco años cuando ya
haya entrado en vigor y esté condicionando el 68,2% del comercio mundial de
servicios.
El nivel
de encubrimiento con el que se elaboran los artículos y anexos del TiSA –que
cubren todos los campos, desde telecomunicaciones y comercio electrónico hasta
servicios financieros, seguros y transportes– es incluso superior al del
Trans-Pacific Partnership Agreement (TPPA) entre Washington y sus socios
asiáticos, para el que se prevén cuatro años de vigencia en la clandestinidad.
Sin embargo, Público ha accedido –gracias a su colaboración con Wikileaks–,
en exclusiva para España, a los documentos originales reservados de la
negociación en curso, donde queda patente que se está construyendo un
complejo entramado de normas y reglas diseñadas para evadir las regulaciones
estatales y burlar los controles parlamentarios sobre el mercado global.
Los
asociados periodísticos de Wikileaks que participan junto a Público en
esta exclusiva mundial son: The Age (Australia), Süddeutsche
Zeitung (Alemania), Kathimerini (Grecia), Kjarninn (Islandia),
L'Espresso (Italia), La Jornada (México), Punto24 (Turquía),
OWINFS (Estados Unidos) y Brecha (Uruguay).
Además, el TiSA es impulsado por los mismos
gobiernos (EEUU y los de la UE) que impusieron el fallido modelo financiero
desregulado de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y que provocaron la
crisis financiera global de 2007-2008 (el crash del casino bursátil
mundial simbolizado por el hundimiento de Lehman Brothers) que arrastró a las
economías occidentales y todavía estamos pagando tras casi un decenio de
austeridad empobrecedora, recortes sociales y rescates bancarios. Y lo que
precisamente trata de imponer este nuevo pacto neoliberal mundial es la
continuidad e intensificación de ese sistema, en beneficio desorbitado de
las grandes compañías privadas transnacionales y atando las manos de gobiernos
e instituciones públicas.
Esos objetivos son evidentes en la
intención de mantener el tratado secreto durante años, puesto que así se
impide que los gobiernos que lo ejecutan tengan que rendir cuentas ante sus
parlamentos y ciudadanos. También es patente la intención fraudulenta de
esa negociación clandestina por su descarada violación de la Convención de
Viena sobre la Ley de Tratados, que requiere trabajos preparatorios y debates
previos entre expertos y académicos, agencias no gubernamentales, partidos
políticos y otros actores… algo a todo punto imposible cuando la elaboración de
un acuerdo se efectúa en estricto secreto y a escondidas de la luz pública.
Por el momento, los gobiernos implicados en
la negociación secreta del TiSA son: Australia, Canadá, Chile, Colombia,
Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón,
Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Panamá, Paraguay,
Perú, Suiza, Taiwán, Turquía y la Comisión Europea, en representación de
los 28 países miembros de la UE, pese a ser un organismo no electo por sufragio
universal. Además, entre los socios hay tres paraísos fiscales declarados,
que participan activamente en la elaboración de los artículos, especialmente
Suiza.
Los textos de la negociación secreta del
TiSA que ahora desvela Wikileaks muestran que lo que se pretende es eliminar todos
los controles y obstáculos para la liberalización global de los servicios
financieros, suprimiendo todo límite a sus instituciones y cualquier
restricción a sus productos innovadores, a pesar de que fueron
precisamente esos inventos financieros, como los derivados o los CDS (credit
default swaps) –auténticas apuestas sobre posibles quiebras–, los que
generaron la burbuja bursátil mundial que al estallar en 2007-2008 destruyó los
fundamentos económicos de las potencias occidentales y obligó al rescate de
esas entidades con cientos de miles de millones en fondos públicos.
Hace un año, Wikileaks
ya filtró una pequeña parte de la negociación del TiSA (el anexo referido a
Servicios Financieros, a fecha 19 de junio de 2014), pero hasta hoy no se
había tenido acceso a las actas de las negociaciones secretas sobre todos
los aspectos que cubrirá el futuro acuerdo: Finanzas (lo
acordado a 23 de febrero de 2015), Telecomunicaciones, Comercio
Electrónico, Transporte Aéreo y Marítimo, Distribución y Envíos, Servicios
Profesionales, Transparencia, Movimientos de Personas Físicas, Regulaciones
Nacionales Internas, Servicios Postales Universales…
Público ha tenido incluso
acceso a las notas internas sobre las negociaciones con Israel y Turquía
para que se adhiriesen al tratado secreto, algo que en cambio se negó a
China y Uruguay cuando lo solicitaron, probablemente temiendo que filtrarían
los contenidos del pacto en cuanto comprendieran el alcance de lo que se
pretende.
Es revelador el listado de las naciones
latinoamericanas que participan en el TiSA, todas ellas fieles aliadas de EEUU
como Colombia, México y Panamá (paraíso fiscal que es muy activo en la
negociación), así como la exclusión no sólo de los países bolivarianos sino
incluso de Brasil y otras potencias regionales de las que Washington no se fía.
En realidad, todas las potencias emergentes del llamado BRICS (Brasil, Rusia,
India, China y Suráfrica) han quedado apartadas del tratado secreto,
precisamente porque serán las que más pierdan al aplicarse las condiciones
pactadas.
No cabe duda de que se busca impedir el
debate que reclamaron muchos países, sobre todo Ecuador, tras el crash financiero
sobre las razones que lo provocaron y las soluciones para que no vuelva a
producirse. EEUU, Canadá, Australia, Suiza y la UE se opusieron
frontalmente incluso a las conclusiones de la Comisión Stiglitz de la ONU, en
2009, negándose a aceptar la evidente relación entre la desregulación
bancaria/bursátil y la crisis, y en 2013 bloquearon todo intento de
discutirlo en el seno de la OMC.
Entre lo más sarcástico del contenido del
TiSA que ahora sale a la luz está la exigencia de
transparencia total a las autoridades nacionales, que deberán anunciar de
antemano y abrir a discusión previa todas las regulaciones y normativas que se
dispongan a aplicar, asegurando así que las grandes corporaciones y los
lobbies comerciales internacionales tengan tiempo y recursos para
contrarrestar, modificar o incluso impedir esas decisiones soberanas en función
de sus intereses.
Una imposición a los estamentos públicos
que exigen los que no sólo pactan en secreto su propio modus operandi,
sino que incluso pretenden que sus acuerdos ya en vigor permanezcan durante
años como top secret, negando a los órganos de la soberanía popular
hasta el conocimiento de las reglas que van a aplicar los gobiernos de cada
país en sus relaciones internacionales.
En cambio, los acuerdos del TiSA –que
se negocian al margen del Acuerdo General de Comercio en Servicios (GATS) y de
la OMC– toman en cuenta todas y cada una de las exigencias de la industria
financiera de Wall Street y la City londinense, así como los intereses de las
grandes corporaciones multinacionales, para las que el tratado no sólo no
es secreto sino su propio engendro. Como alertó hace meses la catedrática de Derecho de la
Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), Jane Kelsey, "el mayor peligro es
que el TiSA impedirá a los gobiernos fortalecer las reglas del sector
financiero".
Diseñado en estrecha consulta con ese
sector financiero mundial, el TiSA obligará a los gobiernos firmantes a
apuntalar y ampliar la desregulación y liberalización bursátil causantes de la
crisis; les quitará el derecho de mantener y controlar los datos
financieros dentro de sus territorios; los forzará a aceptar derivados
crediticios tóxicos; y los atará de manos si tratan de adoptar medidas para
impedir o responder a otra recesión inducida por el neoliberalismo. Y todo ello
será impuesto por unos acuerdos secretos, sin que la opinión pública se pueda
enterar de los verdaderos motivos que arrastran su sociedad a la ruina.
A menos que los órganos de la soberanía
popular impidan este golpe de Estado económico mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario