Por Carlos Enrique Bayo.
Ya no cabe duda
de que el acuerdo secreto TiSA entre medio centenar de países (incluidos varios
paraísos fiscales) pretende volver a la situación de casino bursátil
neoliberal que provocó en 2007 la Gran Recesión global que aún estamos
pagando. Pero hasta que Wikileaks no ha revelado el contenido de las actas top-secret
de las negociaciones sobre ese pacto internacional, no se ha podido saber que
sus cláusulas, en beneficio de las grandes corporaciones, suponen un verdadero
peligro de que el sistema financiero internacional vuelva a colapsarse.
El observatorio
ciudadano sobre la globalización del comercio internacional Public Citizen
Global Trade Watch, con sede en Washington, DC, ha analizado
exhaustivamente tanto el texto central de ese Trade in Services Agreement
(TiSA) como la última versión de su Anexo sobre Servicios Financieros –a 15 de
abril pasado– y ha identificado las diez grandes amenazas que presenta para el
sistema de regulaciones financieras que los gobiernos y organismos
internacionales han levantado para impedir otro crash como el que hundió
a Lehman Brothers y generó la crisis de la que aún no hemos salido.
El pasado 3 de
junio, Público reveló la existencia y gran parte de los anexos de esta
verdadera alianza neoliberal planetaria: un acuerdo todavía más antidemocrático
y neoliberal que el transatlántico TTIP y que se pretende que siga clasificado, oculto al conocimiento
público, durante otros cinco años cuando ya haya entrado en vigor y
esté condicionando el 68,2% del comercio mundial de servicios.
Ahora, Público
facilita a sus lectores el contenido del Core Text
del TiSA, es decir el cuerpo central de ese pacto internacional
secreto, en colaboración con los otros doce medios asociados con Wikileaks en
esta exclusiva mundial: The Saturday Paper (Australia), Libération
(Francia), Mediapart (Francia), Süddeutsche Zeitung
(Alemania), Ethnos (Grecia), Kjarninn (Islandia), L'Espresso
(Italia), La Jornada (México), Dagens Næringsliv (Noruega), Punto24
(Turquía), OWINFS (Estados Unidos) y Brecha (Uruguay).
Las
restricciones del TiSA a las regulaciones financieras gubernamentales se
extenderán a todos los productos
innovadores que acabaron generando la crisis global, como los
"derivados" más tóxicos, y afectarán a todas las operaciones
bancarias, bursátiles, de acciones y bonos, del mercado de divisas, seguros y
reaseguros de todo tipo, tarjetas de crédito, procesamiento de datos
financieros, ratings crediticios y en general todos los servicios financieros
posibles o imaginables.
Pero más
todavía: los gobiernos quedarán atados por las cláusulas del TiSA en cuanto a
los productos financieros ¡que todavía no han sido inventados! (Artículo X.9
del Anexo) y con respecto
a bancos extranjeros que todavía no han comenzado a operar dentro de sus
territorios respectivos.
Además, según
el análisis de Public Citizen, el TiSA expandirá las misma reglas de liberalización
financiera que se impusieron por consejo de los grandes bancos antes
de la crisis, obligando a las legislaciones estatales a adecuarse de nuevo al
ahora desacreditado y rechazado modelo de extrema desregulación que condujo a
la recesión global. Cualquier gobierno firmante del TiSA que no modifique sus
directivas financieras para cumplir las cláusulas secretas del acuerdo se
arriesga a ser sometido a sanciones comerciales indefinidas, autorizadas por un
tribunal de arbitraje extrajudicial, hasta que vuelva a la senda de la
desregulación.
En concreto,
éstas son las diez mayores amenazas que presenta el TiSA, según el investigador
Ben Beachy de Public Citizen:
1. Restringir
las medidas equitativas para limitar riesgos financieros
Las reglas de
"total acceso al mercado" que impone el TiSA entran en conflicto con
todas las regulaciones financieras de sentido común que se aplican
equitativamente a empresas nacionales y extranjeras. Una de esas reglas expone
a los gobiernos a demandas de las corporaciones ante tribunales de arbitraje
extrajudiciales meramente por limitar los arriesgadísimos derivados que precisamente
generaron la anterior crisis global.
2. Permitir la
exportación de datos sensibles de los consumidores.
Pese a la
creciente preocupación de los gobiernos por la sustracción y el mal empleo de
datos privados, así como los escándalos del espionaje político e industrial de
las comunicaciones por parte de la NSA estadounidense, el TiSA permitirá a las
corporaciones financieras exportar todos los datos personales de los
consumidores a través de las fronteras, pudiendo ubicarlos en paraísos fiscales
para evadir las inspecciones fiscales o situarlos en países donde no se respeta
la confidencialidad ni la protección de datos.
Estas cláusulas
del TiSA están, además, en contradicción y violación de las actuales leyes de
protección de datos en vigor en la Unión Europea y en muchos otros de los
países firmantes del acuerdo.
3. Obligar a
los gobiernos a predecir todas sus futuras regulaciones.
El TiSA incluso
prohíbe las reglamentaciones equitativas si "inadvertidamente modifican
las condiciones de competencia" en detrimento de los intereses de las
grandes multinacionales, e impone a los gobiernos la obligación casi imposible
de cumplir de anticipar todas las posibles regulaciones financieras –incluidas
las que regularían servicios o productos todavía no inventados– que pudieran
afectar de alguna manera en el futuro a las corporaciones extranjeras.
4. Prohibir
indefinidamente toda nueva regulación financiera.
Los gobiernos
firmantes se comprometen a no aplicar nuevas medidas de política financiera que
de alguna manera limiten la desregulación absoluta establecida por el TiSA.
Todas las excepciones contempladas en el acuerdo afectan exclusivamente a lo
que ya está en vigor, de forma que se crea un efecto llamado de
"trinquete" (ratchet, en inglés) por el que ya no se puede dar
marcha atrás a la liberalización de productos financieros. Así se impone una
escalada de las políticas neoliberales en todos los aspectos de los mercados
financieros.
5. Prohibir los
controles de capital usados para mitigar la crisis.
Tras el crash
de 2008 surgió un consenso internacional entre los economistas de que para
mitigar la crisis son necesarios los controles de capital –regulaciones para
limitar los flujos masivos de dinero especulativo caliente hacia o desde
un país– que impidan la especulación desorbitada. Hasta el FMI, que en los años
90 instaba a todos los gobiernos a eliminar los controles de capital, reconoció
en 2012 que la Recesión Global había demostrado que son necesarios para evitar
las crisis financieras mundiales.
6. Exigir la aceptación
de productos financieros aún no inventados.
Los firmantes
del TiSA sólo podrán limitar la creación de nuevos y complejos productos
financieros –del estilo de los CDS o CDO cuya desregulación hasta 2008 hizo
estallar la crisis en EEUU– si demuestran previamente su peligrosidad, algo
prácticamente imposible. Todos esos inventos financieros, desarrollados para
maximizar y acelerar los beneficios especulativos, sólo demuestran ser tóxicos
cuando ya han estado operando sin control y han generado graves pérdidas
públicas y privadas.
7. Permitir
todas las reglas financieras vigentes en otros países.
El TiSA
pretende que las compañías financieras internacionales estén exentas de cumplir
las normativas de un país en el que entren a operar si sus actividades están
permitidas en su país de origen (por ejemplo, EEUU), un proceso conocido como
"recognition". De esta manera, los gobiernos renuncian a
regular las finanzas y aceptan externalizar la responsabilidad de
garantizar la estabilidad financiera de sus propios mercados. Al mismo
tiempo, el TiSA ni siquiera prevé una armonización de los estándares
financieros de los diferentes países, de forma que los firmantes pueden verse
obligados a aceptar prácticas financieras vigentes en paraísos fiscales que también
participan de este acuerdo.
8. Permitir que
las empresas paralicen la aplicación de regulaciones.
Una de la
cláusulas propuestas en el Anexo de Servicios Financieros del TiSA prevé que
los gobiernos tengan que publicar de antemano todos los borradores de las normativas
o reglamentos, obligándolos a aceptar un debate legal previo a su entrada en
vigor con el que las grandes corporaciones multinacionales podrán desplegar su
poderío de lobbies y gabinetes de abogados para paralizar la aplicación de esas
regulaciones hasta que estén preparadas para burlarlas o hayan desarrollado
nuevos métodos de hacerlas ineficaces.
9. Prohibir
preferencias públicas nacionales para los contribuyentes.
Los gobiernos
firmantes del TiSA no podrán establecer preferencias de instituciones bancarias
o compañías de sus propios países ni siquiera cuando se trata de garantizar los
fondos de pensiones o de estabilidad de sus contribuyentes, para asegurar su
disponibilidad y rentabilidad. El TiSA obliga a aceptar la competencia de los
bancos de otros países, en los que los reglamentos de capitalización pueden ser
mucho más laxos y, por tanto, carecer de las salvaguardas vigentes en el Estado
afectado.
10. Dejar a los
gobiernos sin defensa legal para sus regulaciones.
El lenguaje
adoptado por el TiSA en cuanto a las "medidas prudenciales" adoptadas
por los gobiernos para proteger la estabilidad financiera de sus mercados
reproduce casi palabra por palabra el empleado en el acuerdo GATS, a pesar de
que los juristas llevan años denunciando que deja a las administraciones
públicas sin herramientas legales para defender sus regulaciones. Además, el
TiSA incluye una cláusula que impedirá a los firmantes tomar medidas
prudenciales que contradigan el contenido de ese acuerdo secreto, dejando a los
gobiernos inermes frente a los desafíos legales de las multinacionales.
En definitiva,
de lo que se trata es de que los Estados queden desarmados e impotentes frente
al poder omnímodo de las compañías financieras internacionales... a pesar del
tremendo peligro de que eso provoque una crisis global todavía peor que la que
estamos padeciendo.
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