Por Juan Manuel Karg
Entrevistado
por periodistas extranjeros, el presidente Rafael Correa reivindicó el peso
histórico de los exmandatarios Hugo Chávez y Néstor Kirchner, y alertó sobre el
giro discursivo de la derecha que habla de justicia social.
En el
marco de un Diálogo con el Presidente (programa del mandatario ecuatoriano), el
diario Tiempo Argentino participó de una extensa conversación en Quito con Rafael
Correa, quien caracterizó la situación política, social y económica que vive el
Ecuador tras las violentas movilizaciones contra sus proyectos de
redistribución.
Correa
tuvo tiempo para dar cuenta del cambio discursivo de las derechas
latinoamericanas y destacó el papel de Néstor Kirchner y Hugo Chávez en la
unidad latinoamericana, a diez años del No al ALCA. Se refirió a las elecciones
presidenciales en Argentina, donde destacó el rol de Cristina Fernández de
Kirchner – “es histórico”–, y auguró un nuevo triunfo del kirchnerismo.
—¿Cuál
es la situación política de Ecuador tras las movilizaciones que la derecha
organizó en su contra luego del intento de implementar las leyes de herencia y
plusvalía que apuntan a una mayor redistribución?
—La Ley de
Herencias y Plusvalía fue un pretexto. ¿Quién puede entender que una ley que
afecta a menos del 2% de los ricos genera tal malestar y rechazo? Y la ley de
plusvalía afectaría incluso a menos casos: es para evitar la especulación con
las tierras. ¿Cómo explicar que leyes tan positivas generen tanto malestar?
Porque hubo una manipulación terrible, los engaños de siempre, y sobre todo
porque ya estaba preparado: el pretexto fue la ley de herencias, pero yo
anuncié hace más de un año que esto se nos venía, como está pasando en
Venezuela, contra Dilma en Brasil, o contra Cristina en Argentina. Es parte de
un intento de restauración conservadora, y lo vamos a tener que aguantar hasta
2017. Quieren impedir que lleguemos a esa elección porque saben que van a salir
nuevamente derrotados.
—La
oposición dice que su gobierno es autoritario, pero cuando llama al diálogo, no
van. ¿Cómo se explica esa posición? ¿La élite no quiere perder poder económico?
—Por
supuesto. Antes en América Latina se diluía el poder en pocas manos. Eran los
poderes fácticos, no gobernaba el presidente. Con nosotros no tienen nada,
entonces nos la van a tener jurada. Hay un banquero retirado, candidato a la
presidencia de la República, que en el 2000 pagaba mil dólares de impuestos.
¿Sabe cuánto tuvo que pagar en 2014? 5 millones de dólares. Cinco mil veces
más. ¿Usted cree que ese tipo no nos la va a tener jurada? ¿Usted cree que ese
tipo va a querer dialogar? Otro ejemplo, el alcalde de Guayaquil: siendo
alcalde empezó pagando 600 dólares. Hoy paga más de 66 mil dólares, más de 100
veces lo que pagaba. ¿Usted cree que quieren dialogar? Quieren vernos fuera del
poder lo más rápido posible. No nos engañemos, esta gente pelea por su
supervivencia como poder fáctico. Y ahí está la lucha política: que el poder lo
tengan las grandes mayorías. Eso es lo que busca nuestra Revolución Ciudadana.
—Los
gobiernos del “cambio de época” vienen ganando sucesivas elecciones: pasó en
Brasil, Uruguay y Bolivia; y usted dice que en las próximas elecciones Alianza
País va a volver a ganar en Ecuador…
—Mire, con
todo respeto y sin arrogancia, si mañana fueran las elecciones les volvemos a
ganar 3 a 1. Y ellos lo saben.
—¿Por
qué el pueblo latinoamericano sigue eligiendo a estos gobiernos y la derecha,
aún con articulación interna y externa, no puede vencerlos?
—Ellos no
tienen liderazgos. La gente no es tonta, recordamos muy bien la época
neoliberal. Pero en el caso de Ecuador ni siquiera tienen líderes o candidatos
potenciales adecuados. Entonces entre ellos mismos se pelean. ¿Por qué ese
apoyo? Porque por primera vez en la historia de la región hay gobiernos que se
parecen a su gente. Gobiernos que no son perfectos: nunca hemos dicho que no
cometemos errores. Pero gobiernos trabajadores, honestos, sinceros, patriotas.
Y por eso el inmenso apoyo popular. En el momento más duro de las protestas,
¿sabe a cuánto se redujo nuestra popularidad? Normalmente hemos tenido el 75%
de aceptación. Este año, como es un año económico difícil y lo leyó bien la
derecha, nos han dado con todo. Nos lograron bajar un 5%, al 70 %. En el
momento más duro de la protesta nos bajaron a 57%. Después de 8 años de
gobierno, 57% de apoyo. Y no es que la gente nos dejó de apoyar: la
confundieron, la atemorizaron. Pero ahora, dos semanas después de las protestas,
ya estamos en las últimas encuestas en 68%.
—En
América Latina se instaló de vuelta el concepto de justicia social a través de
los nuevos programas sociales que los gobiernos posneoliberales han puesto en
marcha. Ahora la derecha latinoamericana parece que descubre que son positivos,
y hasta aceptan que en lo social se avanzó. Duran Barba (asesor político
ecuatoriano), que es bastante conocido acá en Ecuador…
—Sí, muy
conocido…
—Él
le aconsejó a Mauricio Macri (jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires)
que defienda las estatizaciones y las políticas sociales cuando antes era
contrario. ¿Por qué hubo ese cambio en las derechas, amparados en estos gurús
del marketing?
—América
Latina tuvo un cambio de época, no una época de cambios. Y jamás va a ser la
misma que a inicios del siglo XXI y finales del siglo XX, pero sí se puede
perder mucho de lo ganado. Eso lo sabe la derecha: que no vamos a aceptar que
nos digan “sálvese quien pueda” o “la educación como mercancía”. Entonces
tienen que hablar también de justicia social y de mantener algunos programas
sociales. ¿Pero hasta dónde son sinceros? Esa es la pregunta, y por eso es tan
pertinente el gran diálogo nacional al cual hemos convocado en Ecuador sobre
equidad y justicia social, para que pongamos claras las cartas sobre la mesa, y
ver qué quiere hacer cada uno para lograr eso. Algunos nos quieren meter las
recetas de antes: neoliberalismo, libre competencia, y se logra la justicia
social. Esa gente va a fracasar, porque ya nuestros pueblos saben muy bien lo
que eso significa. Y la derecha asesorada por tipos como Duran Barba no cae en
esa trampa y hablan de justicia social. Pero hay que profundizar un poquito
más: ¿Qué significa para ellos esa justicia social?
—En
los próximos meses se cumplen 10 años del No al ALCA. ¿Qué dejaron para la
región Néstor Kirchner y Hugo Chávez, artífices de aquella victoria, y que hoy
ya no están?
—Hugo
Chávez y Néstor Kirchner son latinoamericanos históricos. Inmensos
latinoamericanos, absolutamente comprometidos con la integración. Tuve el
privilegio de no sólo ser colega, sino ser amigo cercano de ambos. Kirchner
incluso murió siendo el primer secretario general de la Unasur. Y así se llama
el edificio de Unasur que está aquí. Y hasta eso critica la derecha aquí: “¿Por
qué le pusieron ese nombre si nunca visitó Quito?” Porque no podía, por el
corazón. Nos reuníamos con él en Guayaquil. Hasta ese nivel llega la mala fe.
Hay que recordar la Argentina que recibió Kirchner. Es fácil engañar a gente
joven o perder la memoria, pero Kirchner recibió una Argentina destrozada. Una
crisis similar a la de Ecuador en 1999. Y como Ave Fénix levantó a Argentina de
sus cenizas. Y Chávez lo mismo. ¿Qué era Venezuela antes de Chávez, por favor?
Fue por 70 años el principal exportador de petróleos del mundo junto con Arabia
Saudita. ¿Dónde está esa plata? Está en bienes en Miami de la oligarquía
venezolana. Y eso no lo dicen los medios de comunicación. Con Chávez se
recupera ese petróleo, se disminuye la pobreza. Tienen problemas económicos, ha
habido –como todos cometemos– errores económicos. ¿Pero qué era Venezuela antes
de Chávez? Y, además, el compromiso de ambos por la integración. En la Cumbre
de Mar del Plata se pusieron de acuerdo para bloquear la iniciativa de Bush a
favor del ALCA, que pretendía hacer de toda América un gran mercado, no una
gran nación.
El
presidente Rafael Correa opinó sobre el gobierno de Cristina Fernández, cuyo
segundo mandato finalizará en diciembre. “Lo de Cristina también es histórico.
Por favor, aprendamos de esas cosas. Ganó una elección tras otra y si se
presentara nuevamente la ganaría. Pero no puede, entonces viene Daniel Scioli,
que fue vicepresidente de Néstor”.
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