Por Omar Pérez Salomón.
Quiso la
historia que dos grandes hombres de nuestra América nacieran un 13 de agosto:
los comandantes Fidel
Castro y Tomás
Borge.
Borge, fue
fundador junto a Carlos
Fonseca Amador del Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y uno de los
comandantes de la revolución que en julio de 1979
derrocó al somocismo e impulsó importantes cambios sociales en Nicaragua. También
se destacó como político, poeta y escritor.
De esta
última faceta se destaca el libro, Un
grano de maíz, publicado por la Oficina de Publicaciones del
Consejo de Estado de Cuba, en julio de 1992; una entrevista que el comandante
nicaragüense realizara al líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, que
por su calidad y hondura ha trascendido en el pensamiento político de nuestra
época.
Como
homenaje al comandante de la Revolución Sandinista, que este 13 de agosto
cumpliría 85 años, y al 89 onomástico de nuestro Fidel, referimos a partir del
texto citado, cómo pensaba Tomás Borge de Fidel Castro:
“Fidel
y sus compañeros – lo he podido constatar en mis recientes visitas a la isla –
tienen una confianza contagiosa de que este período agobiante es transitorio,
como nube insolente y oscura que oculta por un rato la luz del sol.”
(…)
“Esta
conversación con Fidel ha reafirmado mis convicciones, me ha dado mayores
elementos para mejorar mi afición por la solidaridad, medir el tamaño del
ultraje a la inteligencia y el honor del género humano” (…).
(…)
“Lo
encuentro como siempre, Fidel, de buen humor, hiperquinético, con el traje
verde olivo inobjetable. Había soñado, noches atrás, que tenía la barba de un
color especial, indefinible, y casi me sorprendo cuando reencuentro el símbolo
luminoso y blanco. En medio de la frente – supongo que se lo han dicho – , una
especie de destello; los ojos afiebrados, afectuosos, directos; un poco más
delgado, un poco más joven” (…).
(…)
“A lo
largo de todos estos años, el líder cubano siempre se abstuvo de darnos
consejos, y sus opiniones – que nos daba solo cuando se lo solicitábamos con
insistencia – no coincidían, algunas veces, con las de la mayoría de los
dirigentes sandinistas. Debo decir, con total honradez, que fue siempre
delicado, respetuoso de nuestras decisiones. Su única recomendación
persistente, casi obsesiva, era sobre el mantenimiento de la unidad interna del
FSLN” (…).
(…)
“A
pesar de que Fidel tiene la calidad intelectual de Trotsky, la integridad de
Lenin y la capacidad organizativa de Stalin, es imposible compararlo con esos
personajes históricos. Hacerlo equivaldría a seguir tomando, como obligatorios
patrones de referencia, los procesos y valores europeos. De eso ya estamos
aburridos los latinoamericanos.
Fidel
es Fidel. Y solo es un ‘caudillo’ en el sentido en que lo fueron, en tiempos de
gloria para nuestra América, Túpac Amaru, Bolívar, San Martín, Hidalgo, Martí,
Morazán y Sandino.
En
Cuba, el culto, si es que existe de veras, está respaldado por la personalidad:
Fidel es, sin duda, un arquetipo mundial” (…).
(…)
“No me
sorprendió que Fidel iniciara su disertación sobre el tema con una frase de
Lincoln[1]. Basándose en ella, explica su visión de
la democracia y la naturaleza de la vivencia democrática en Cuba. Por otra
parte, sugiere la posibilidad de cambios políticos en armonía con la esencia,
la razón de ser de la revolución socialista” (…).
(…)
“Cuando
el pueblo cubano tomó el poder, los revolucionarios de todo el mundo olfateamos
la magnitud del cambio, el entierro del determinismo geográfico y el parto del
dirigente más atractivo y elocuente de la época contemporánea.
Cuba
se volcó, como ninguna otra experiencia histórica, en la más apasionada y
desmedida solidaridad hacia causas que fuesen o que pareciesen justas. Son
tantos los países y tantos los seres humanos favorecidos por el afecto que, en
las actuales circunstancias de la isla, deberían ser incontables los que están
– o debieran estar – agradecidos.
Cuba
donó petróleo y cuerdas de guitarra; donó sangre para los heridos en los
terremotos y sangre en los campos de batalla de América Latina y África.
Cuba
cantó canciones de cuna, boleros, himnos de amor y de pelea en los oídos de los
pueblos, distribuyó metáforas y medicinas incorporándose, sin atrasos, a
cualquier reclamo. Ese estilo lo creó Fidel Castro” (…).
(…)
“Fidel
Castro tiene confianza en la biotecnología y en la industria farmacéutica. Cree
que esa será la llave maestra del desarrollo en su país, más importante incluso
que el azúcar, aunque no habló de abandonarla.
“A
pesar de los interminables despachos, concentraciones, debates, el líder cubano
recorre, como un fantasma verde, laboratorios y proyectos; intercambia ideas.
“Este
hombre tiene la virtud de no asombrarse cuando las tesis de los científicos, en
la búsqueda de la salud, parecen un diálogo surrealista entre la ciencia y la
ficción”
(…)
“Fidel,
desde siempre, resolvió las disputas internas recurriendo al apoyo popular. Por
ejemplo, las diferencias con el Directorio Revolucionario ’13 de Marzo’,
propuesta paralela al 26 de Julio, solucionadas con un abrazo histórico. Desde
entonces, también, la temprana batalla con los Estados Unidos, que tuvo sus más
enconados momentos en Playa Girón y la Crisis de Octubre” (…).
(…)
“Fidel
no solo ha tenido pérdidas dolorosas, contradicciones agudas, sino también
compañeros queridos y amigos entrañables: el Che, su hermano Raúl, la singular
Celia Sánchez. Ha sido, cuando los méritos existen, pródigo en el
reconocimiento y el afecto. Es intransigente en la identificación con ciertas
normas y principios”.
(…)
“Es
común que quienes rodean a un líder lo imiten en algo: la voz, los gestos, el
estilo. A usted nadie lo imita, porque entre usted y los otros hay la misma
distancia que hubo entre San Francisco y sus frailes.
Lo
respetan incluso quienes lo odian. Buscan una palmada oportuna, una mirada de
reconocimiento, hasta escritores famosos. He sido testigo de cómo a la gente
común, que sintetiza la sensibilidad de los pueblos de América Latina,
agradecidos con Cuba, se les ilumina el rostro cuando se acercan a darle la
mano” (…).
(…)
“En mi
opinión, Fidel, al margen de su voluntad y de su modestia, usted ocupará un
lugar en la historia como caballero andante, cuyas armaduras no se sabe bien si
salieron de la forja de la lucidez o del coraje.
Creo,
en efecto, que usted el día de hoy está más interesado en el resplandor de los
tomates, en ponerle las espuelas a la genética, en reducir aún más la ya
impresionante baja tasa de mortalidad infantil de Cuba, que en rebasar las
fronteras del grano de maíz donde cabe toda la gloria del mundo” (…).
(…)
“Me
voy impresionado por la implacable organización de sus ideas, por su
sinceridad. Convencido de haber hablado con el discípulo de Martí. De haber
hablado con un grano de maíz” (…).
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