Calle Bernaza_1959 |
Tomado
del blog Las Torres de
Marcos
Por
Marcos Torres @Marcostropero
He
decidido comenzar un ciclo de artículos bajo el título “Lo que no olvidamos”
relacionados a los monopolios comerciales y financieros en Cuba antes del
triunfo revolucionario teniendo en cuenta las opiniones de algunos que suelen “vivir
del cuento”, pero no del popular y conocido humorista cubano Luis Silva en su
encarnación del personaje costumbrista y burlesco Pánfilo, sino del cuento de
la triquiñuela y la desidia apátrida que los caracteriza, y que ahora les ha
dado por manifestar en ciertos tonos no tan elocuentes, que la actualización
del modelo económico cubano y las relaciones entre Cuba y los EEUU.
Aquellos,
en sus renovadas engañifas (y por supuesto orientadas desde el más allá de 90
millas), persisten en manifestar que el modelo socialista no sirve, que no
funciona, que hay que cambiarlo por otro más “democrático” o más “justo”
económicamente, y hay quiénes hasta hablan de “modelos socialdemócratas” al
estilo noruego o de algunos países de Europa, donde el “libre mercado” (el
mismo que puso a Grecia y España en una posición incómoda, sexualmente
hablando) prime en las relaciones entre los hombres, obviando en toda su
magnitud la historia y la idiosincrasia de un pueblo mambí por excelencia.
Por
esa razón me dispongo a informar más que nada, sobre los monopolios
norteamericanos que penetraron y hacían gala de su hegemonía en nuestro país
dictando a diestra y siniestra, los designios de nuestra economía, sociedad y
política, en pos de los intereses del “gigante de las siete leguas”.
Hoy
le corresponde el turno a la industria jabonera, de detergentes y perfumería,
para comenzar desde mis modestos esfuerzos y empleando las armas de mi
trinchera, a abrirle paulatinamente los ojos y las mentes a los que,
escépticos, desconfían de la actualización de nuestro modelo económico
tildándolo de corrupto, y centran sus “esperanzas” en las relaciones con los
gringos, esperanzas que de hecho no son económicas sino esencialmente
políticas.
La
producción y el comercio del jabón fue dominada, en la Cuba de finales del
siglo XIX y principios del XX hasta la década del 30 por dos empresas (y
familias) de nacionalidad “cubana”: Sabatés y Crusellas (entrecomillado por la
ascendencia española de estas empresas) quiénes llevaron la producción en ese
tiempo a niveles industriales y fomentaron un mercado en nuestro país con
materia prima importada directamente de los EEUU, haciéndose la competencia en
el mercado.
Las
características que primaron en las empresas fue la denominada “empresa de clan
familiar” donde los hijos, sobrinos, esposas, cuñados y algunos amigos devenían
en socios y directivos de las empresas en un inicio comanditarias, y
posteriormente sociedades anónimas a partir de los aciertos y desaciertos comerciales
de los mismos hasta principios de la década del 30 del pasado siglo, donde los
tentáculos de la economía norteamericana, luego de sobrevivir a la crisis del
29 y bajo “boom” económico posterior a esta, dos empresas norteamericanas, la
Colgate – Palmolive y la Procter & Gamble, que dominaban el mercado de
jabonería, cosméticos y artículos de limpieza en los EEUU decidieron iniciar
sus actividades en Cuba e irrumpir en la economía nacional.
Ambas
empresas aprovecharon el descalabro económico que trajeron consigo los tratados
firmados con el gobierno norteamericano para la economía cubana, donde ya a
partir de 1925, la situación era de inminente quiebra para los propietarios
familiares de las empresas Sabatés y Crusellas, a los que no les quedó más
remedio que pactar tratos realmente deshonrosos para su pecunio e historia en
el ramo.
Primera
en pactar fue la empresa Crusellas y Cía. con Colgate Palmolive Peet Co. en
1929 cediendo la primera todas las propiedades a su par, quiénes en poco tiempo
se adueñarían no sólo de la producción jabonera de la empresa, sino además de
la empresa nacional de Perfumería, perteneciente a esta familia, mediante
argucias y triquiñuelas legales que violaban un principio orientador del
derecho: la buena fé.
Inmediatamente
Colgate Palmolive Peet Co. se da a la tarea de solventar a la naciente empresa
de jabonería y perfumería, situación que pone a Sabatés en una situación más
difícil en medio de la crisis, quién al ver la inyección de capital extranjero
en su competidos tradicional en el ambiente nacional e impedido ya de competir
por sus propios medios contra el monopolio norteamericano, decide pactar un
ominoso trato con Procter & Gamble, quién adquiriera en su totalidad, las
acciones de la nueva empresa que a la sazón se llamó Sabatés S.A.
Con
el nacimiento de los detergentes sintéticos, nació en Cuba entonces una nueva
forma en la competencia entre estos colosos de la jabonería, y se comenzaron a
fabricar en Cuba por ambas empresas los siguientes detergentes: “Ace”, “Dreft”
y “Lavasol” (por la Procter & Gamble); “Fab” y “Vel” (de Colgate-Palmolive.
¡Ahora entiendo porqué los viejos en Cuba le dicen “fá” al detergente! ¡Lo que
son las cosas!).
Pero…
ehh… bueno… Uds saben que llegó el Comandante y… literalmente… mandó a parar.
No
obstante Procter y Colgate ya tenían planes para dejar al frente del negocio a
sus consabidos lacayos nacionales que como fantasmas en la isla del monopolio
yanquee.
Hoy
la familia Crusellas tiene radicado en Miami su empresa Crusellas y Compañía, y
de Sabatés, bueno de esa no se sabe mucho. Sólo se habla en la red de cierto
personaje adinerado nombrado Félix Sabatés que al parecer está emparentado con
las personas que arriba se describen.
Por
cierto estos rabian (todavía) y sangran por la herida (más todavía) por haber
sido (dicen que) “despojados” de sus propiedades (propiedades que ya no eran de
ellos como se ha demostrado anteriormente) convirtiéndose en afanosos
activistas de la oxiurera miamense. Lógico. Dícense “prominentes activistas del
exilio” cuando no pasan de ser tontos en busca de lo que el pueblo tomó por
derecho en 1959.
Acá
voy con el segundo artículo de la serie y ahora le toca el turno a la “Esso
Standard Oil” el monopolio petrolero norteamericano radicado en New Jersey, uno
de los líderes del mercado de este producto y sus derivados por casi la
totalidad del pasado siglo.
Esso,
como toda empresa capitalista, basaba sus proyecciones económicas y sus
actividades financieras en la posible ganancia o plusvalía que generarían sus
ingresos a partir de la venta de sus producciones, después de deducir impuestos
y otros costos menores, lo que tendría que representar una ganancia sustancial
para evitar pérdidas o al menos estancamientos financieros.
Hasta
ahí estamos de acuerdo… pero… si revisamos las estadísticas y los documentos
que obran en archivo sobre las predicciones financieras, y los “supermanuales
mágicos” de la Esso Standard Oil en la isla, nos daríamos cuenta que la
planificación de la economía de la empresa fue un completo desastre, afianzando
la idea de que en el capitalismo la idea de la planificación es simplemente
absurda, si tenemos en cuenta que se basan en patrones de consumo dictados por
un mercado de “obsolescencias” y no de necesidades reales. Ya otras veces se ha
dicho que las empresas no venden productos a los consumidores sino compradores
a sus propios anunciantes.
Los
métodos de predicción de precios y volúmenes de ventas de la compañía en Cuba
no fueron, sinceramente, los mejores, partiendo de que las bases de predicción
para los años anteriores al triunfo de la Revolución Cubana, fueron tan
enclenques que para los años subsiguientes, basados en esos mismos métodos, las
predicciones no fueron ni tan siquiera razonables.
Muchos
pudieran preguntarse si Cuba era un caso especial por la situación política que
se vivía en ese tiempo y por la lucha revolucionaria que se libraba en las
montañas, pero es que los resultados de las predicciones en otras naciones
donde la Esso depositaba (delicada y a la vez salvajemente) sus “pulpinos”
tentáculos, no eran para nada halagüeñas. Habían casos como los de Nicaragua,
Honduras y República Dominicana donde la desviación era considerablemente mayor
a la de Cuba, para el caso de la predicción de precios y volúmenes de ventas.
Entonces
Cuba no era un caso para nada especial como quisieron hacer ver en su momento
los directivos de la Esso. Simplemente era una muestra más de la incapacidad
del capitalismo para predecir y planificar su economía con certeza, debiendo
recurrir a argucias comerciales, políticas y financieras para sostenerse en el
mercado.
Pero
lo que “realmente NO olvidamos” es que la Esso era la que suministraba (luego
de un mentiroso y “amañadito” contrato donde los jefazos del ejército y la
fuerza aérea de Batista se llevaban “lo suyo”) el combustible de aviación para
los aviones T-33 de la de aquel entonces, que luego serían los encargados de
bombardear y ametrallar a los campesinos en las montañas del oriente cubano,
bajo el pretexto de la lucha contra los rebeldes.
En
fin, que por carambola, la Esso Standard Oil tenía las manos manchadas de la
sangre cubana, ya que los productos en el capitalismo tienen que realizarse (o
sea consumirse), y en este caso, los aviones de la represión batistiana sabían
bien como “realizar” esa máxima.
Hasta
que… bueno… Uds. saben… “llegó el Comandante y mandó a parar”.
Le
toca hoy a la Compañía Cubana de Electricidad (en lo sucesivo CCE), que no sólo
se encargaba de la electricidad en el país sino también de otros servicios
públicos. Es por eso que es necesario abrir la diatriba haciendo la necesaria
historia de la penetración del monopolio extranjero desde los mismísimos
comienzos de los antecesores más cercanos de la misma.
Sin
querer emular a la Biblia (por lo de: “al principio todo era oscuridad”;
jijijijijijiji), debemos empezar por referirnos, en materia de servicios en
Cuba, al alumbrado público el que en un inicio se comenzó a desarrollar por
allá por el año de 1884 en La Habana donde el gobierno español autorizaba y
concedía privilegios para la creación de la Compañía Española de Alumbrado de
Gas por un comerciante de Nueva Orleáns y un grupo de españoles notorios, los
que inmediatamente se dispusieron a construir un gasómetro en Tallapiedra.
Luego en 1878, y ya finalizada la guerra de los 10 años, el capital
norteamericano comenzó a invertir en el sector especialmente en La Habana,
siendo creada 1879 la Havana Gas Light Company, organizada en Nueva York, pero
no fue hasta el 1890 donde se fusionó realmente, al menos en la capital, las empresas
que operaban solo con gas en el alumbrado público bajo la égida de la Spanish
American Light & Power Co., Consolidated.
Hasta
ahí con el gas en el alumbrado público, pero es que en 1886 en Cuba se empezó a
alumbrar ciertas partes de la Habana con lámparas de arco, y para el 1889 se
construía en Cárdenas la primera planta generadora de energía eléctrica,
comenzándose así una nueva era en el historia de los servicios públicos de la
Isla. Para la Spanish American, esto implicó un reordenamiento en sus actividades,
ya que se necesitaba entonces suplir las pérdidas del sector público, a través
de la extensión del consumo en los hogares.
Las
triquiñuelas capitalistas siempre han estado a la orden del día en lo que a
obtención de plusvalía se refiere, por tanto “dejaron” operar a la empresa
anterior, hasta el 26 de marzo de 1912, fecha en la que se crea la Havana
Electric Railway, Light and Power Co., bajo las leyes de Nueva Jersey la que se
fusiona meses más tarde, con la Spanish American, centralizándose así los
servicios de gas, electricidad, tranvías, agua y hielo en la capital del país,
la que absorbería, años más tarde a la Havana Central Railroad y los
Ferrocarriles Unidos de la Habana y Almacenes de Regla, para ir cerrando el
círculo al menos en la capital.
Con
la provincia de Las Villas fue algo distinto, ya que allí imperaba dominio de
un grupo independiente dirigido por Laureano Falla, Gerardo Machado (¡¿cómo?!),
Niclás Castaño y Orestes Ferrera, que a través de varias compañías habían
logrado controlar todas las plantas de la Región, a través del Grupo
Falla-Machado.
Y
aquí es dónde empieza a jugar el capital extranjero con más fuerza, sobretodo
después de concluida la Primera Guerra Mundial, donde la Electric Bond and
Share, adquirió varias propiedades eléctricas en América Latina, para lo cual
se creó la subsidiaria de la anterior denominada American & Foreign Power
Co., Inc, organizada el 19 de diciembre de 1923 bajo legislación de Maine,
EEUU.
Fue
entonces que la American & Foreign Power Co., Inc. comenzó a realizar
adquisiciones en la Isla y terminó por adquirirlo todo (¡absolutamente todo!)
en este sector, creándose así el 31 de diciembre de 1924, la Compañía Cubana de
Electricidad Inc., pero se encontraron con un “pequeño problemita” la legislación
al respecto no se había modificado o actualizado aún después de la
independencia de España, problema que fuera resuelto por el entreguismo al
capital extranjero que imperaba en la época. Al respecto en el informe anual de
1924 de la empresa, reza lo siguiente:
“La situación fue llevada ante la Asamblea Nacional por los propios
cubanos y esta institución hizo los cambios necesarios en las viejas
legislaciones españolas para facilitar la construcción de líneas de transmisión
en la Isla. Bajo estas nuevas leyes la expansión de su subsidiaria en Cuba esta
ahora avanzando rápidamente”.
Este
monopolio se esforzó siempre por influir en las decisiones políticas de la
Isla, es por eso que la Bond and Share, apoyó, y finalmente “puso”
(literalmente) en el poder a Gerardo Machado, el que demostrara a la postre,
ser un fiel perrito, el que impuso un régimen dictatorial y represivo. La CCE
lo recompensó con creces por su “sumisa sodomia política”: lo hizo
vicepresidente de la compañía.
Sin
embargo no obtuvieron los resultados esperados al no tener en cuenta un factor
importante en este sector: los obreros. Estos crearon el 1º de septiembre de
1933, ya bajo Grau y después de que este firmara un decreto ley que ordenaba la
rebaja de la tarifa de electricidad en un 45 % (esto no fue obra de Grau, fue
obra de un patriota probado y de “pantalones holgados”: Antonio Guiteras
Holmes), se creó la Federación Sindical de Plantas Eléctricas, Gas y Agua que
le hicieran la guerra al monopolio, los que apoyados por Guiteras intervinieran
la compañía a favor de la clase obrera el 14 de enero de 1934 y luego de una
huelga. (Esto fue lo que le costó la vida a Guiteras, no ya la huelga, ni la
intervención a la empresa en sí: sino su intransigencia frente al imperialismo;
el atreverse a señalar con el dedo acusador a un enemigo poderoso: a los EEUU).
Tan sólo 4 días después Fulgencio Batista y Zaldívar (conspirando con el
consorcio eléctrico), daba un golpe de estado, colocando en el poder a Carlos
Mendieta como presidente, lo que significara para la CCE, el restablecimiento
de todas sus propiedades y status.
Luego
pasó la Segunda Guerra Mundial y entre la zozobra y la angustia económica
sufrida en esos años, para 1947 el crecimiento económico de la CCE fue
sencillamente vertiginoso, a diferencia de otros países de América Latina que
mostraban reducciones en los niveles de inversión en gastos públicos, situación
que pudiera explicarse con una simple pregunta: ¿cuántas empresas eléctricas
operaban en Cuba en ese entonces? Respuesta: sólo una, la CCE.
Esta
expansión de los servicios eléctricos en Cuba se sucedió bajo lo que los
monopolios denominan “clima favorable para la inversión” (entiéndase: “métele
sin susto, que el gobierno es nuestro”) bajo el mandato de Prío Socarrás y
después del segundo golpe de estado de Batista en 1952, fueron eliminados todos
los obstáculos para el desarrollo del capital extranjero. Tal es así, que
organismos oficiales del estado creados para promover el desarrollo económico
del país, se dedicaron por el contrario, a financiar la expansión, como en el
caso de la Esso Standard Oil (de la que hablamos en el artículo anterior de
esta misma serie) y de la CCE para lo cual se emitieron valores por el monto de
$41 000 000.
Esto
hizo que los indicadores de la empresa monopolista crecieran vertiginosamente
tanto en inversión como en resultados concretos, aunque… ehhh… sólo los
salarios decrecieron en un 2 % (¿qué les dice esto?).
No
obstante el sabio pueblo cubano intuía los estragos que causaba la CCE a la
economía nacional y a donde iban a parar las ganancias, por eso cuando se
realizaban encuestas respondían que no les gustaba la gestión de la CCE por que
era “una empresa extranjera”
y fue entonces que a alguien allí se le ocurrió la “brillante idea de comenzar
a vender bonos de la empresa al capital cubano, para limpiar su imagen frente
al pueblo bajo la falsa idea de ser una empresa de capital mixto, y además para
garantizar aún más la dependencia del gobierno cubano de entonces, a sus
intereses. ¡Fíjense si esto fue una farsa que el 30 de junio de 1959 se
entregaron 3 600 011 acciones a 1534 personas, de las cuales la propia Foreign
Power conservaba el 88 % de las acciones y 1343 nacionales disponían de sólo el
cuatro por ciento de la totalidad!
Y
entonces… (jejejejeje) ehh ….de nuevo… “llegó el Comandante y mandó a parar”.
Na’:
que triunfó la Revolución y entre lo “primerito” que hizo fue el 19 de agosto
de 1959 fue decretar una rebaja general de las tarifas, de los servicios
públicos, entre ellos la electricidad, el gas y el agua (dominadas por la CCE),
y en menos de un año el 6 de agosto de 1960, se decretó la nacionalización de
las empresas extranjeras y culminó así la dominación de la Bond and Share sobre
los destinos políticos y económicos de nuestra islita, a partir de ese momento
soberana y digna por siempre.
¡AHH!
¡Y DE ESTO @KarelBecerra NO HABLA NI HABLARÁ JAMÁS!
¿SABEN
POR QUÉ? PUES PORQUE AQUELLOS QUE LE PAGAN SON LOS HEREDEROS DE ESAS EMPRESAS Y
ESA POLÍTICA DE DOMINACIÓN.
#Cuba #TenemosMemoria
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