Por José Manzaneda, Coordinador de Cubainformación
Cuba ha sido la vencedora absoluta de los recientes Juegos
Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Veracruz, México (1). Algo que
contrasta con la supuesta crisis del movimiento deportivo cubano en los últimos
años, tema sobre el que existe un amplio debate en los medios de comunicación
de la Isla (2).
Si repasamos los resultados de estos Juegos,
comprobamos que Cuba sigue siendo una potencia deportiva sin competencia. Las
123 medallas de oro conseguidas por Cuba, país de 11,2 millones de habitantes,
multiplican por 12 las 115 de su inmediato seguidor, México, con 122,3 millones
de habitantes, si tomamos en cuenta las poblaciones respectivas (3).
Pero, durante los citados Juegos, ¿qué hemos leído en la prensa
latinoamericana y de Miami sobre la participación de Cuba? De manera insistente
y en algunos casos exclusiva, noticias sobre supuestas “deserciones” de
deportistas cubanos (4).
9 atletas, de un total de 543, habrían
abandonado la delegación cubana con destino –principalmente- a la frontera de EEUU,
con la intención de ser aceptados como refugiados políticos a través de la
llamada Ley de Ajuste Cubano (5). Una verdadera farsa, porque todas estas
personas son migrantes económicos –no políticos- que, de pertenecer a la
delegación de cualquier otro país latinoamericano, serían rechazadas en la
frontera.
Una de ellas, el softbolista cubano Javier
Caballero, explicaba que “se presentó ante las autoridades del puesto
fronterizo estadounidense en busca de asilo” para –oigan bien- “mejorar (en
EEUU) la economía familiar, porque la mía estaba muy mala en Cuba” (6). Un
curioso “asilo político” para “mejorar la economía familiar”.
Este
deportista hoy ya está jugando en un equipo de Miami, donde –recordemos- no
podría jugar si mantuviera su residencia –siquiera temporal- en Cuba (7). El
Gobierno cubano le permitiría hacerlo, pero no el de EEUU: sus leyes de bloqueo
a la Isla obligan a que el jugador rompa con su país, establezca su residencia
fuera de Cuba, y se abstenga de retornar ingreso alguno.
Para completar la pantomima, podemos escuchar en un video el
“agradecimiento” de este jugador, desde Miami, al “gran país que (le) ha
acogido” (8). Extraño agradecimiento al Gobierno que le “acoge”, aunque sea el
mismo que somete a su pueblo a un bloqueo condenado por toda la Comunidad
Internacional (9).
Decenas
de medios, sin embargo, han hecho de esta farsa de las “deserciones” una
sucesión de noticias, en las que no falta el habitual glosario de verbos con
los que convertir casos evidentes de migración por motivos económicos en un
relato de espías: “escapar” (10), “huir” (11), “desertar” (12)...
Las palabras, repletas de sensatez, de la
Cónsul General de Cuba en Veracruz, María Luisa Fernández Eguilaz, ponían el
contrapunto a este montaje: “los atletas (cubanos) (...) se encuentran en plena
libertad de ejercer su derecho de viajar por donde ellos así lo prefieran”
(13). Entonces, si el Gobierno de Cuba no les impide emigrar, y no las tenía
“retenidas”, ¿De quién “escaparon”, “huyeron” o “desertaron” estas personas?
En cualquier caso, la victoria sin paliativos
de Cuba en estos Juegos de Veracruz es una nueva demostración de la fortaleza
deportiva de Cuba, a pesar de todos los obstáculos (14): la sistemática
política de robo de deportistas por parte de EEUU, sus leyes de bloqueo
económico, y su influencia en la línea informativa de los grandes medios
internacionales, que siguen silenciando sus trampas migratorias contra Cuba con
fines de desestabilización política.
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