Por Ileana Alamilla
José Martí decía que hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas. Eso ocurrió en este diciembre, un mes de un significado especial para Cuba y para el mundo, terminó la dictadura de Batista y triunfó la primera revolución socialista en el continente. Las negociaciones que culminaron con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, después de más de cinco décadas de bloqueo, se llevaron a cabo en un total hermetismo. A Cuba, además, le tocó enfrentar con valentía y heroísmo a los bandidos en el Escambray que pretendían revertir el triunfo revolucionario y derrotaron a los invasores en Playa Girón. En política, lo cierto es lo que no se ve, aseguran los expertos y hoy tenemos una prueba palpable de tal aseveración.
Con discreción, después de años de años de paciencia y resistencia,
los cubanos lograron lo que parecía imposible. Mérito también hay que
reconocer al presidente Barack Obama, quien tendrá que enfrentar su
audacia ante sus adversarios políticos que no perdonarán que tuviera la
valentía de reconocer que de nada sirvió la política agresiva contra el
pueblo cubano. Es muy meritoria la sabiduría de la Casa Blanca, al
reconocer que no se puede hacer lo mismo y esperar resultados
diferentes.
Y como siempre hay mediadores en todas las negociaciones, es
indispensable reconocer el papel del papa Francisco en este hermoso
regalo de las fiestas de fin de año que se ofrece al pueblo cubano y a
sus familiares en Estados Unidos. Estamos en una nueva era de la
Iglesia. El Vaticano ha enviado mensajes alentadores a través del Papa,
quien ha roto paradigmas, incluso con decisiones sobre la guardia
encargada de su seguridad al despedir a un oficial por medidas estrictas
e inhumanas hacia un subordinado.
Canadá también tiene su mérito, como lo tuvo en las negociaciones
de paz de Guatemala, al acoger, en los años noventa, a las delegaciones
la URNG y del Cacif.
Este anuncio nos estimula, pues no es posible que un pueblo siga
enfrentando una situación inhumana, como le ha tocado a los isleños,
quienes a pesar de tanta dificultad, son ejemplo de dignidad y
solidaridad.
Debe ser muy alentador para la población cubana saber que entraran
a otra etapa de su modelo económico que busca, según dijo su
presidente, construir un socialismo próspero y sostenible, a lo que
debería agregarse una gran dosis de democracia y tolerancia para que,
así como han logrado innegables indicadores en educación, salud,
deportes y desarrollo de capital humano, puedan romperse otras barreras
que han señalado a su dirigencia como autoritaria.
Pero simultáneamente se dio otro hecho igualmente significativo:
el canje de tres de los cinco cubanos que todavía se encontraban presos
en EE. UU. por dos espías estadounidense. Los cinco declararon en su
defensa “que se encontraban realizando una misión en Miami, que se
inició en 1990, para monitorear las acciones de los grupos terroristas
con base en Miami con el fin de prevenir los ataques que esos grupos
llevan a cabo contra Cuba”. Siempre negaron que las acciones estuvieran
dirigidas contra el gobierno de Estados Unidos. Tampoco causaron daño a
ninguna persona, ni estuvieron en posesión de armas.
Fueron declarados culpables en 2001 y condenados ¡a cuatro
cadenas perpetuas! y 75 años de prisión. Dos de ellos ya se encontraban
en Cuba después de cumplir penas de 15 y 17 años.
Su patria los ha recibido como héroes. La fe, la convicción y la decisión pueden derribar montañas.
La guerra fría tuvo su réquiem.
iliaalamilla@gmail.com
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