Por Gustavo de la Torre
Morales
Este pasado 17 de diciembre
de 2014, de manera casi simultánea, los presidentes de Cuba, Raúl Castro Ruz, y
de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaban a la luz pública los pasos de
normalización en las relaciones diplomáticas de ambos países, poniendo un fin a
toda una larga temporada de aislamiento.
Sin negar el valiente paso que
ha dado Barack Obama, quien a su vez sancionó que la política aplicada contra
Cuba era un fracaso al decir este 17 de diciembre: “En el cambio más
significativo de nuestra política en más de cincuenta años, terminaremos con un
enfoque obsoleto que por décadas fracasó…”; permite abrir
puertas en las relaciones pueblo-a-pueblo y al mayor acercamiento de las
familias separadas por algo más que el estrecho de la Florida, reclamo
extendido desde hace años por las familias de ambos lados y desde el mismo
gobierno de Cuba.
El pueblo y el gobierno cubanos nunca han sido enemigo
del pueblo norteamericano, más bien siente respeto por el mismo; ya que no podemos
olvidar que fue el pueblo quien acogió a Fidel Castro en su primer viaje a
Estados Unidos y lo hospedó en el Hotel Santa Teresa, en Harlem. En ese país
hay varios movimientos que sostienen solidaridad con Cuba, entre ellos Pastores
por la Paz y no se puede dejar de mencionar que hoy en día hay más de 200
norteamericanos estudiando en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en
Cuba y que gozan de todas las garantías.
Sin embargo, como expresó el
propio General de Ejército y Presidente del Consejo de Estado y de Ministros de
la República de Cuba, Raúl Castro, en comparecencia en vivo a los medios de
información, este paso es un gran avance, pero no resuelve el principal
problema: el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el gobierno
de Estados Unidos contra Cuba.
Sabemos que Barack Obama no
puede derogar el Bloqueo sin la aprobación del Congreso y enfrentando a un
mayoritario sector que aún sigue inclinado por una política de agresiones y
distanciamiento, el cual ha encontrado en este proceder un negocio lucrativo;
además, un sector que sostiene como condicionamiento para dichas relaciones, el
que Cuba posibilite, en concesión de principios, el cambio del sistema político
económico en el país.
A pesar de las expectaciones
existentes sobre cómo se desarrollarán los siguientes pasos para esa
normalización de las relaciones, es de reconocer que es un paso positivo, el
cual posibilita un mejor escenario para la derogación de esa política de
genocidio y aislamiento económico que ha caracterizado la política exterior
estadounidense con referencia a Cuba; teniendo en cuenta que hay una amplia
representación de empresarios norteamericanos que reclaman el cese del bloqueo,
por ver en Cuba una importante posibilidad de inversión y negocio.
El paso dado por Barack Obama
es también una respuesta a intentar recuperar la “confianza” en la propia
región que tiempo atrás veía como su “traspatio”. Las palabras del presidente
Obama demuestran que quienes realmente se encuentra aislado es Estados Unidos
con su política de bloqueo contra Cuba: “…
ninguna otra nación se ha unido a nosotros para
imponer estas mismas sanciones”. La muestra más contundente de que Estados Unidos se queda
cada vez más solo se vivencia en las 22 ocasiones que durante estos años la mayoría
de los países le dicen ¡No al bloqueo! En la última votación, en octubre
pasado, el único respaldo recibido fue por su cómplice en genocidios: Israel.
Los nuevos procesos de
transformaciones sociales y políticos soberanos, en América del Sur, imponen la
necesaria presencia de Cuba, como actor fundamental, en los organismos
regionales donde Estados Unidos es miembro. Además, en la región ha sido Cuba la
protagonista en la práctica de políticas humanitarias de solidaridad
desinteresada con otros países y también en la creación de organismos
económicos y políticos de Unidad regional, en los que por supuesto Estados
Unidos no logra ni voz ni voto, siendo únicamente éste el único país que se
está auto aislando.
Independientemente que la alocución
de Obama es novedosa en la historia de las relaciones entre Estados Unidos con
Cuba, desde hace ya 55 años; igualmente es motivo de recelo, por ser contraproducente,
paradójico e irónico que el presidente norteamericano diga que es de orgullo
nacional “que Estados Unidos ha apoyado la democracia y los
derechos humanos en Cuba en estas cinco décadas”; en un intento de borrar con pausadas palabras un
largo historial de agresiones y crímenes por actividades terroristas
provenientes de suelo norteamericano y con el amparo de instituciones gubernamentales,
como es el caso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Otorgando la importancia
merecida a que las familias cubanas y cubano-americanas en ambos lados del Estrecho
de la Florida encontrarán mayores facilidades de contacto con esta nueva
posición en las relaciones diplomáticas; pero el principal punto de ebullición,
de alegría en toda Cuba y en la comunidad cubana en el exterior, así como en
los diversos movimientos de solidaridad con Cuba, fue la libertad por parte de Estados Unidos de los tres cubanos,
Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y Antonio Guerrero Rodríguez,
del grupo de Los Cinco, que hasta ayer se encontraban aún en prisiones
norteamericanas. Un infortunio carcelario sufrido junto a sus hermanos René
González Sehwerert y Fernando González Llorg, por el único “delito” de defender
a Cuba y al pueblo cubano de los planes de agresiones perpetrados por
organizaciones terroristas ancladas en suelo estadounidense y que operan bajo
el resguardo de la CIA.
La llegada de nuestros héroes, se convierte de
hecho en motivo de júbilo, de celebración, de máxima alegría para todos
aquellos que de una manera u otra han puesto sus esfuerzos, desde Cuba y el
exterior por medio de movimientos de solidaridad, para terminar con ese
barbárico encierro que se extendió por 16 duros años. Mucho más nos alegra porque
es una libertad ben merecida a cinco hombres
que supieron mantener firmes sus principios en cada momento por difícil que
fuese, afrontando todas los inhumanos trances que conllevó la prisión en
cárceles de máxima seguridad, aislamientos injustos en celdas de castigo, sin acceso
a sus abogados por momentos o sin permiso a ver familiares (como es el caso de
Gerardo Hernández), bajo un proceso judicial en Miami, amañado y manipulado por
la prensa al servicio del capital e intereses anticubanos por una mano y
omitido o tergiversado por la otra.
El compañero Fidel Castro, sentenció “¡Volverán!” en julio de 2001 y como
siempre, sus palabras se hacen realidad una vez más con la llegada de Ramón,
Gerardo y Antonio a la Patria. René y Fernando ya habían llegado con
anterioridad.
Finalmente, Cuba obtiene otra gran victoria,
la gloria que celebramos es saber que nuestros cinco héroes, nuestros cinco
hermanos y compañeros ya están en casa.
Ha triunfado la dignidad, la
fortaleza de principios, la lucha por los derechos de los pueblos a defender su
soberanía y el derecho a decidir un camino propio.
Gracias Ramón, Fernando,
Gerardo, Antonio y René por el sacrificio. Ustedes son irrebatibles ejemplos
que se tornan en ondeantes banderas de firmeza para continuar con el camino que
aún hay que recorrer.
Contar con hombres como ustedes, de la estirpe
de los Maceo, indiscutibles Titanes, nos hacen sentir orgullosos de ser cubanos
y nos convencen en la inquebrantable convicción de sostener sobre cualquier
sacrificio, la defensa de la Patria y con ella a la Revolución cubana.
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