El 2 de diciembre de 1980 fueron violadas y asesinadas en El Salvador
las monjas norteamericanas Ita Ford, Maura Clarke y Dorothy Kazel, y la
misionera laica Jean Donova, en medio de un Estado que amparaba la
represión y los crímenes políticos.
Era el inicio de la Guerra Civil salvadoreña (1980-1992), cuando
miembros de la Guardia Nacional detuvieron a las cuatro religiosas,
luego de salir del Aeropuerto Internacional en Comalapa. Los escuadrones
tenían el objetivo de detener su lucha contra la injusticia y de
silenciarlas para siempre.
Las cuatro mujeres, que pertenecían a las congregaciones de las
hermanas de Maryknoll y las Ursulinas, habían llegado al país
centroamericano para brindar su apoyo a los pobres y más necesitados que
se veían afectados por los atropellos de aquel entonces, que
dejaron 75.000 muertos.
En medio de esto se llevaba adelante la "Operación Centauro" que
preveía el asesinato de religiosos sospechosos de colaborar con la
insurgencia salvadoreña. En la operación participó el entonces embajador
de Venezuela en El Salvador, Leopoldo Castillo.
Los escuadrones paramilitares formados en la Escuela de las Américas
(SOA, por sus siglas en inglés) para erradicar los movimientos
insurgentes, acabaron con la vida de los sacerdotes jesuitas, y también
de catedráticos, que eran vinculados con causas progresistas.
Tras conocerse el asesinato de Ford, Clarke, Kazel y Donova, la
embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, Jean Kisrkpatrick,
calificó a las religiosas como "subversivas".
Su opinión no causó mayor impacto en la sociedad, puesto que Estados
Unidos aupaba la dictadura salvadoreña, con el adiestramiento de la
Fuerza Armada de El Salvador (Faes) en centros militares
estadounidenses, y la formación de escuadrones de la muerte en la SOA.
Por los asesinatos de Ford, Clarke, Kazel y Donova, fueron condenados cinco miembros de la Guardia Nacional.
Sin embargo, en noviembre de 2000, la corte Federal de Florida de Estados Unidos absolvió a José Guillermo García, ex ministro de Defensa,
y a Carlos Eugenio Vides Casanova, ex director de la Guardia Nacional,
autores intelectuales del crimen, de cualquier responsabilidad en el
secuestro, violación y asesinato de las cuatro religiosas.
En 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el
Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN). Entre tanto, los familiares y amigos de las religiosas y
los demás caídos esperan que se haga justicia por este crimen.
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