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Tomado de Cambios en CubaPor Cristian Alejandro Kadry
“Estados
Unidos celebra con terroristas vísperas del 4 de julio”; o “EE.UU.festeja con
traficantes de personas en espera de su fiesta nacional”. A juzgar por las
listas en las que este país tiene incluida a Cuba –de “patrocinadores del
terrorismo internacional” y de “incumplidores de los estándares contra el
tráfico de personas”-, uno de estos podría haber sido el titular de la
“noticia” que llegó anoche a mi correo, donde se resaltaba la representación
cubana en la actividad festiva que tuvo lugar en la residencia del Jefe de la
Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, en la noche del 3 de
julio.
Pero
no, el correo circuló con el nombre de “Artistas y disidentes cubanos celebran
4 de julio”. Porque resulta que, efectivamente, un grupo de actores y músicos
cubanos –entre ellos las actrices Diana Rosa Suárez y Luisa María Jiménez, la
cantante Sori y el popular humorista Luis Silva, según lo que se puede observar
en las dos fotografías publicadas- recibió invitaciones para esta celebración
en la que un par de individuos desconocidos, con cara de muy pocos amigos pero
con mucho interés por hacerse fotografiar con estas personalidades públicas,
aparecen con ellos en representación de la contrarrevolución interna.
Aparentemente,
por lo que dice la “nota”, se encontraban también Laritza Vega, Paula Alí,
Néstor Jiménez, Omar Franco y las cantantes Yoli y Osdalgia.
Mientras
miraba las fotos volvían a mencionar en el noticiero el caso del banco francés
BNP Paribas, al que multaron recientemente con casi 9 millones de dólares
por haber procesado transacciones con entidades de la Isla (hecho que además de
violar el derecho internacional, le quita a cualquier entidad financiera las
ganas de prestar servicios a Cuba). Me imaginé entonces la posible y perfecta
ironía de que los gastos de esta fiesta -que por tratarse del 4 de julio debe
haber sido una muestra exuberante del “exitoso” modelo de desarrollo
norteamericano-, no habrían sido financiados con parte de ese dinero (o con el
resto de las multas a instituciones bancarias aplicadas este año, que no han
sido pocas).
Quizás
nuestros artistas allí presentes, por sus horarios de trabajo y sus disímiles
compromisos, no estaban al tanto de esa información; quizás ni siquiera se habían
enterado de que días antes congresistas de ese país habían injuriado
públicamente, acusado de hechos violentos de gravedad, y casi expulsado de
EE.UU. a uno de sus compañeros de gremio, el popular cantautor Tony Ávila.
O
quién sabe si, aun conociendo de estos hechos de agresión (que no tienen por
blanco a Tony o a los bancos, sino a Cuba), decidieron asistir porque se
trataba de una “simple” invitación a festejar un acontecimiento relevante para
la humanidad –la Declaración de Independencia de un país colonizado-, que a
nadie haría daño… Si hubiera sido en compañía de alguno de los numerosos amigos
del pueblo norteamericano que tiene Cuba –dispuestos ellos también a celebrar
con nosotros algunas de nuestras fechas históricas trascendentes- podría ser.
¿Pero esperar mera cortesía en la residencia del jefe de la Oficina de
Intereses de los Estados Unidos en La Habana? Solo si se subestimaran los
tantos años de experiencia en técnicas taimadas de guerra que ha ejercitado
este país contra el nuestro.
Hechos
como este hacen resonar en mi memoria la incuestionable advertencia que, con su
cadencia argentina, nos hacía el Che tantos años atrás: “al imperialismo, ni
tantico así”. Ahí están las fotos para demostrar que siempre se busca algún
provecho, y la breve nota alabando el triunfo: “En esta ocasión se ha logrado
reunir en un mismo espacio a disidentes y artistas que (…) interactuaron entre
ellos con naturalidad y desenfado”.
Pero
tales “naturalidad” y “desenfado”, que mi admiración por algunas de estas personalidades
atribuye al desconocimiento de con quién compartían terreno, en esta lides no
se perdona. Hasta la ingenuidad se cobra cara.
Ahora
que estamos en tiempos de Mundial de Fútbol, podría decirse que “cometimos” una
falta, y nos marcaron un gol. Por suerte nos quedan muchos “jugadores”,
verdaderos craks, para defendernos el partido que llevamos jugando, sin que nos
tomen ventaja, 55 años.
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