Por José Manzaneda, Coordinador de Cubainformacion.tv
El Presidente de Google Eric Schmidt ha estado
en Cuba, junto a un amplio equipo directivo de su compañía. “Ejecutivos de
Google visitan Cuba para promover acceso a Internet” (1), o “El presidente de
Google visita Cuba para promover `Internet libre y abierto´ (2), son titulares
de la gran prensa internacional con un mensaje unánime: el Gobierno cubano
censura Internet e impone una arbitraria baja conectividad.
El mensaje se repite
hasta la saciedad: “Cuba no permite el acceso libre a Internet”, leemos en El
Financiero (3); “la conectividad (a Internet) está aún prohibida por la censura
(en Cuba)” (4), nos dice el diario español El País, que asegura que “para el
régimen de La Habana, Internet y la libertad que representa es un enemigo al que
conviene mantener alejado de la ciudadanía”
(5).
Pero, si fuera esto
así, ¿para qué ha gastado el Gobierno cubano 70 millones de dólares en un cable
de fibra óptica tendido desde Venezuela (6)? ¿Para qué ha abierto 120 nuevas
salas de navegación en el país (7)? ¿Para qué beca a casi 5000 estudiantes en la
Universidad de Ciencias Informáticas (8)?
Recordemos que hasta
2013, cuando comenzó a operar el citado cable desde Venezuela, la conexión era
aún más lenta y deficiente que la actual, al no poder acceder Cuba a los anillos
de fibra óptica, todos gestionados por empresas norteamericanas (9). A pesar de
la mejora, Cuba aún necesita una millonaria inversión en infraestructura
tecnológica interna para conseguir un aumento significativo de la velocidad de
navegación y la multiplicación de puntos de conexión (10).
Directivos de la
compañía telefónica cubana Etecsa aseguraban que la actual conexión a Internet,
aún lenta y muy cara, irá ampliándose a medida que se acometan nuevas
inversiones, y que el objetivo –lejos de la restricción de acceso- es ir
acercando el servicio de Internet a las propias viviendas
(11).
Los medios, sin
embargo, prefieren seguir engañando a sus lectores, con los peores tópicos de
las películas de espías: en “sistemas controlados por el Estado (como Cuba) un
clic en el lugar equivocado puede tener graves consecuencias”, leíamos en El
País (12).
Pero el bloqueo de
EEUU no solo afecta a la conectividad a Internet en Cuba. También prohíbe el
acceso a los propios servicios de la compañía Google. Cuando se intenta acceder
desde Cuba a algunos de ellos, aparece un mensaje que dice “Este producto no
está disponible para su país” (13). Ocurre al tratar de acceder, por ejemplo, a
Google Analytics, a Google Earth (14), a Google Voice and Video, a partes del
servicio de correo Gmail, al navegador Chrome, o al tratar de descargar
aplicaciones del sistema Android.
Pero para los medios esto -una realidad comprobable y objetiva- es
una simple acusación del Gobierno cubano. “La Habana –leemos en el diario
español El Mundo- ha acusado a las autoridades estadounidenses de bloquear (...)
algunos de los productos de Google” (15).
Documentos publicados por Wikileaks revelan que Google trabaja
estrechamente con el Departamento de Estado en su política de “cambio de
régimen” en países incómodos para EEUU. Algo que en Cuba, por supuesto, conocen
de sobra (16).
En cualquier caso, la visita ha tenido un claro saldo positivo. A su
regreso, el Presidente de la compañía Eric Schmidt no solo abogaba por levantar
el bloqueo a la Isla. Además, describía al “pueblo cubano” como “moderno y muy
bien educado”, y resaltaba que “los dos mayores éxitos de la Revolución (...)
son la atención universal de salud gratuita (...) con muy buenos médicos, y la
existencia de una mayoría de mujeres en el poder ejecutivo y (...) empresarial
en el país” (17). Palabras, por cierto, que solo leeremos en su blog personal...
y en la prensa cubana. En los grandes medios, ni una palabra.
El escritor uruguayo
Eduardo Galeano en una reciente visita a La Habana, narraba su experiencia al
tratar de conectarse a ciertas webs de EEUU: “Intentando heroicamente conectarme
a Internet en el hotel (de La Habana) en que estoy, he chocado con una de las
formas de bloqueo, el bloqueo de las comunicaciones, que rara vez se menciona,
pero que es muy importante. Me he topado con ese cartelito que dice ‘You want to
enter from a forbidden country’, ‘Usted quiere entrar desde un país prohibido’.
Y yo pensé: qué orgulloso estoy de ser casi compatriota de los habitantes de ese
país prohibido” (18).
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