Por Omar Pérez Salomón.
El pago de la deuda externa de Argentina y
el papel de los llamados fondos buitres, ha puesto sobre la mesa un
viejo problema no resuelto, al cual el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, dedicó mucho tiempo y esfuerzo en la década de los 80 del siglo pasado.
Transcurridos
30 años de aquella batalla, los hechos le han dado la razón. La deuda
externa de los países del Tercer Mundo es impagable.
Por solo citar un ejemplo, el gobierno
argentino ha desmbolsado en la última década 174 mil millones de dólares
para cumplir con sus compromisos de pago; pero aún tiene una deuda que
supera los 200 mil millones.
Según aseguran expertos, los buitres merodean otros países como Perú, República Democrática del Congo y España, en esta última, aprovechando la crisis en el sector inmobiliario.
En este momento crucial para Argentina,
se precisa el apoyo de los países de América Latina y de otros que
forman parte de bloques económicos importantes como el BRICS.
Por su vigencia y actualidad, comparto
con los lectores, algunos conceptos e ideas expuestas por Fidel sobre
esta temática, en la entrevista que le concediera al periodista italiano
Gianni Minná, los días 28 y 29 de junio de 1987, publicada en el libro Un encuentro con Fidel:
“Porque ya hoy no se
habla realmente de pagar la deuda; ya se habla de los intereses. Y ni
siquiera de los intereses. Yo diría que hoy se habla de la forma en que
no se va a pagar la deuda. Porque un gobierno que debe 700 millones
entre amortización e intereses, pide que le presten 750 millones – 50
millones más de dinero fresco – , y lo que se hace es reconocer
formalmente la deuda, pero esta se incrementa. Eso es lo que está
pasando. Más valdría acabar de resolver francamente este problema y
liquidar todas esas deudas.
“Por supuesto que los
acreedores no se resignan, y pretenden cobrar por cualquier vía la
deuda. Para eso están planteando fórmulas tan peligrosas y dañinas como
la llamada capitalización de la deuda, que no es más que convertir la
deuda en derechos sobre activos nacionales del país deudor; o sea,
entregar al capital extranjero una parte del patrimonio nacional en pago
de la deuda.
“Los países no solo
necesitan que la deuda sea anulada, sino que incluso necesitan dinero
fresco, o de lo contrario la crisis seguirá agudizándose. Pero creo que
hoy todo el mundo está convencido de que la deuda es impagable, y que la
deuda es incobrable. ¿Cómo van a cobrar la deuda: matando gente,
desapareciendo gente, asesinando gente? No hay manera de cobrar esa
deuda, y ningún gobierno estaría dispuesto a arruinarse políticamente
imponiendo las durísimas condiciones que exigiría el cobro de esa deuda;
se descapitalizarían políticamente y, sencillamente, irían al fracaso
político total. Esa es la realidad, y no hay más que esperar para ver
qué ocurre.
“La impagabilidad de la
deuda externa del Tercer Mundo es un hecho objetivo. En términos
estrictamente matemáticos, no es posible fórmula alguna – incluso
suponiendo variantes tan benignas y optimistas que resultan totalmente
irreales – que de manera racional permita aceptar la idea de que la
deuda del Tercer Mundo puede pagarse.
“Voy a ponerte como
ejemplo la variante más favorable que se pueda concebir: vamos a suponer
que no se incremente en un solo centavo la deuda actual, que se
concedan 20 años de gracia para la amortización del principal, que se
mantenga fija la tasa de interés al nivel actual del 6 por ciento, que
se limite el pago de intereses al 10 por ciento del valor de las
exportaciones y que estas, a su vez, crezcan un promedio anual insólito
del 10 por ciento durante 20 años consecutivos. En este caso bien
improbable, al cabo de 20 años los países del Tercer Mundo en su
conjunto habrían pagado a sus acreedores más de un millón 200 mil
millones de dólares por concepto de intereses, y la deuda ascendería aún
a más de un millón de millones de dólares. Es decir, los países
subdesarrollados habrían pagado en 20 años una cantidad superior al
monto total actual de la deuda y seguirían teniendo entonces una deuda
aproximadamente igual a la actual. Durante 20 años el Tercer Mundo
habría estado entregando más de 60 mil millones de dólares anuales solo
para conservar una deuda cada vez mayor.
“Si los países
subdesarrollados más deben mientras más pagan, es porque las
manipulaciones monetarias de las grandes potencias capitalistas los
despojan de sus pocos recursos, porque la banca transnacional les cierra
los créditos cuando más falta les hacen, o se los conceden en
condiciones que se parecen a las de los usureros medievales. El marco de
relaciones económicas internacionales en el que se desenvuelve el
fenómeno de la deuda, su propia estructura interna y su dinámica de
crecimiento – adquirir más deuda para pagar la deuda -, te explican la
imposibilidad matemática y económica de poder pagarla.
“Pero la deuda es
impagable no solo por razones matemáticas o económicas; es impagable
también por razones políticas. La deuda constituye uno de los más
importantes temas políticos mundiales de hoy. Para los acreedores está
el hecho real de su impagabilidad y el riesgo de desplome del sistema
financiero internacional. Para los deudores, es tanta la magnitud de la
deuda que la crisis de su pago podría ser el comienzo de la
transformación del orden económico internacional vigente. La aplicación
de las medidas restrictivas del Fondo Monetario Internacional ha
provocado en numerosos países, como tú sabes, graves conflictos
económicos y sociales. Ya cada día es más evidente que solo mediante la
represión y la violencia podrá imponerse a los pueblos mayores
privaciones y sacrificios. Y este sería un costo político imposible de
asumir por los procesos democráticos del Tercer Mundo.
“Solo me interesa
agregar que hemos planteado la necesidad de que se unan todos los países
y se apoyen mutuamente en la búsqueda de una solución al problema de la
deuda, pero no solo al problema de la deuda, sino a la crisis económica
y el intercambio desigual, al dumping, al proteccionismo y a la lucha
por el Nuevo Orden Económico Internacional. Eso es lo que hemos
planteado. No hemos planteado acciones aisladas, sino acciones unidas.
Lo que hemos dicho es que, en todo caso, si un país se ve en la
situación de tener que suspender los pagos, no se le deje solo, sino que
se le brinde el máximo apoyo”.
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