Foto: Liborio Noval, 22 de diciembre de 1961 |
Por Sandra Abd'Allah-Alvarez Ramírez.
Norma
Guillard es una de las cubanas entrevistadas por la estadounidense Catherine
Murphy en Maestra (2012). Además, le ha tocado presentar el documental
en varias universidades y comunidades de los Estados Unidos y el Caribe. Ahora
nos cuenta sobre los aportes fundamentales de la Campaña de Alfabetización a la
vida de la joven Norma, de lo cual queda como testimonio esta obra.
¿Cómo
llegaste a ser parte del documental?
–Participar
en Maestra fue algo que me enviaron las diosas que siempre me protegen. Su
directora, Catherine Murphy, es mi amiga querida por muchos años, llegó a Cuba
y a mi vida por motivaciones educacionales y personales. Su abuela paterna
había nacido y vivido por muchos años en Camagüey. Catherine se educó con ella
en San Francisco, California, y con ese amor especial hacia mi país.
Entre sus
actividades realizadas en Cuba desde 1995, además de hacer su Maestría en
Sociología, estaba la de traer delegaciones de Estados Unidos a visitas e
intercambios de la organización Global Exchange. Estas delegaciones solían
visitar nuestra Asociación de Mujeres Comunicadoras (MAGIN) y así nos
conocimos, o mejor dicho, así conectamos nuestras vibras.
De esas
sesiones de largas conversaciones salió el tema de lo que había significado
para mí alfabetizar, en plena adolescencia. Esta información Catherine la sumó
a otros testimonios y decidió hacer algo. Fue así que volvió un día con una
cámara a recoger esas experiencias.
En ese
primer momento solo había entrevistado a tres personas incluyéndome a mí; luego
sumó casi 40 mujeres y quedé entre las seleccionadas para el documental.
¿Por qué se
cuentan solo historias de mujeres si en la Campaña de Alfabetización
participaron también hombres? ¿Crees que el documental ofrece una visión
parcializada de ese hecho?
Norma y su hermana Daisy en 1961 |
–Maestra tiene como propósito contar solo
historias de las mujeres y eso no es una casualidad. La directora tiene
entrevistas realizadas a alfabetizadores, hasta un documental iniciado con
ambos géneros, pero lo que quería mostrar en este era, justamente, cómo
repercutió en la vida de no pocas muchachas haber dado el paso en esa epopeya
hermosa.
En los años
60 no era para nada común que las hijas salieran de las familias, más bien los
padres las controlaban estrictamente. Reconocer ese enfrentamiento de muchas
cubanas jóvenes, al dejar la casa, para ser parte de una experiencia sin par,
que incluía desplazarse a lugares lejanos y desconocidos, era un reto para la
mujer. Luego, comprobar en las entrevistas que haber participado en la Campaña
de Alfabetización había representado, a nivel personal, un motor impulsor en
otras etapas en las vidas de este mujeres, es una razón harto suficiente para
hacer una película solo dedicada a ellas.
Abordar
entonces exclusivamente la mujer alfabetizadora no es para mí mostrar una
versión parcializada, pues la complejidad de lo vivido aflora también a partir
del testimonio de esas cubanas. De esta manera, en Maestra se revelan,
entre otras cuestiones, las dificultades vividas tanto por un género como por
el otro, las pobres condiciones de las viviendas de muchos campesinos, la
aceptación o no de algunas personas para ser alfabetizadas, las dificultades de
los propios alfabetizados para enfrentar la tarea, las emociones compartidas
entre alfabetizadores y aprendices y cómo se crearon nuevas familias. También
muestra momentos extremos, como la muerte de Manuel
Ascunce, y el asedio del que fuimos víctimas en aquellas zonas donde
se concentraban los alzados.
¿Qué
impacto crees que tuvo a nivel personal haber participado en la Campaña de
Alfabetización? ¿Cuál a nivel nacional?
–La
participación en la Campaña de Alfabetización marcó mi vida, de manera que hay
un antes y un después perfectamente distinguibles. Hoy me dedico al activismo
en buena parte gracias a esa experiencia. Hasta la fecha, más de 50 años
después, no recuerdo haber hecho nada tan importante, ni que me evocara tantos
recuerdos especiales.
Allí aprendí
a vivir en colectivo y a compartir vivencias desde el mismo campamento donde
nos dieron las instrucciones de cómo alfabetizar. Creí de inicio que había ido
a enseñar y resultó que aprendí más de lo que enseñé. Vivir las dificultades de
la falta de electricidad, de servicio sanitario o cuarto de baño; la escasez de
la comida, los bichos en la noche, la recogida de café con la señora de la
casa, la atención a sus niños, la reacción del alfabetizado ante su propio
aprendizaje, me nutrieron enormemente. Me abrieron el camino a buscar cada vez
más aprendizajes.
Provengo de
una familia santiaguera, pobre, artesana. Mi papá sastre, mi mamá modista,
ambos con nivel escolar de 3er y 4to grado, pero un matrimonio de más de 58
años juntos, lleno de mucho amor por la familia y la humanidad. Soy la mayor de
cinco hermanos. La hermana que me sigue se unió a la alfabetización conmigo.
Siempre fui consciente de que no había recursos en la casa para ir a la
universidad, pero al ir a alfabetizar y concluir con la convicción de que le
tocaba entonces a la juventud irse a estudiar, aproveché de inmediato la
ocasión y abrí mi propio camino.
Si se hace
un estudio, seguramente se encontrará que muchas de las personas que hoy tienen
grandes responsabilidades fueron alfabetizadoras en su momento aquí en Cuba, o
en países que solicitaron dicho apoyo.
El haber
participado en la película, ¿te hizo (o no) resignificar tu propia experiencia
en la Campaña?
–La
participación en este documental me hizo evocar unas vivencias que siempre han
estado muy latentes en mi vida. Además, me hizo corroborar que aquello que pude
soñar y que pedían ponerlo en la planilla de solicitud para ir a alfabetizar lo
había cumplido con creces.
Cada vez que
presento este documental, dondequiera que sea, surgen preguntas que nunca me
había hecho a mí misma. Interrogantes que me permiten lindas reflexiones y que
me hacen muy feliz de haber tenido la experiencia y haber vivido y participado
en esa parte de la historia de mi país. Hoy por hoy hasta me hace sentirme
estrella, porque fui capaz de dar luz a varias personas, el saber, les abrí los
ojos.
Ivonne y Adria Santana |
¿Cuáles
crees que sean los aportes fundamentales de Maestra?
–Los aportes
de este documental han sido muchos. Uno de los fundamentales está relacionado
con el impacto en los jóvenes cuando ven que se puede participar de eventos trascendentales
de la historia nacional siendo una persona sencilla, y solo basta la voluntad.
De manera
similar, Maestra evidencia que las mujeres hemos enfrentado importantes
tareas a pesar de la influencia cultural y de los roles tradicionales de género
que legitima el patriarcado. Corrobora, además, cómo una tarea de esa
envergadura transforma hacia dentro y hacia fuera a quien la realiza.
Este
documental se ha convertido en un instrumento impulsor de debate en espacios
académicos y comunitarios ya que permite el abordaje de muchos aspectos del
desarrollo de la Revolución cubana hoy. También es un instrumento didáctico,
sobre todo para el desarrollo de la autoestima de las mujeres.
De todas las
presentaciones a las que has asistido, ¿cuál es la más memorable?
–Maestra ha sido presentado en muchos lugares, festivales de cine
en Estados Unidos, América Latina y Caribe, Europa; en universidades, centros
culturales y comunidades. La presentación más memorable fue la que tuvo lugar
en el Centro Cultural “La Peña” en Berkeley, California. Fue una premier
inolvidable, tuvimos el privilegio de que lo presentara Alice Walker, quien
dedicó palabras de elogio, de mucha emoción, lágrimas y valoraciones de
actualidad y de satisfacción al ver un ejemplo de sueños cumplidos. Hizo que
los asistentes se contagiaran y se pararan a aplaudir y bailar de felicidad con
la música de cierre, además de convocar a que se presente en su casa en otra
oportunidad. Y la gran felicidad de contar hoy con ella como una aliada, una
amiga, una hermana.
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