Por Ángel Guerra
El proceso conducente al restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba,
no es ocioso reiterarlo, es, ante todo, fruto de la heroica y
victoriosa resistencia del pueblo cubano a más de medio siglo de
permanente hostilidad de la potencia del norte.
Continuas acciones terroristas, amagos de
intervención directa, la derrotada invasión por Bahía de Cochinos, el
mantenimiento del bloqueo económico, financiero, comercial y mediático,
recrudecido después del desplome de la Unión Soviética, y una nueva
vuelta de tuerca durante los últimos 6 años contra las operaciones
financieras de terceros países con la isla, no fueron suficientes para doblegar a este pequeño país de poco más de 11 millones de habitantes.
Lo reconoció el mismo presidente de
Estados Unidos Barak Obama, en su discurso del 17 de diciembre así como
el Departamento de Estado en la hoja explicativa correspondiente de esa
misma fecha en los que se acepta que nada de esto funcionó y que por lo
tanto debe pasarse a otra estrategia pues la experiencia demuestra que
es mejor estimular “reformas”. Sin embargo, contra la hermana Venezuela continúa a todo tren el rumbo subversivo, abiertamente de “cambio de régimen”.
Después de numerosas lecturas, reconfirmo
mi primera impresión en cuanto al alcance del citado discurso y
documento. Lo que ha decidido Washington respecto a Cuba es cambiar una
estrategia fracasada, basada principalmente en el uso de la fuerza, por
una serie de medidas de flexibilización del castigo, que incluirían
probablemente algunos beneficios económicos para Cuba. El vecino del
norte le da mucha importancia a la autorización a las corporaciones de
telecomunicaciones estadunidenses para que desarrollen una
infraestructura de Internet en Cuba con servicios a precios módicos.
Es obvio que ese proyecto persigue lograr
con el poder “inteligente” lo que no pudo por la violencia: la
destrucción del socialismo en la isla mediante la optimización allídel
complejo comunicacional. Este complejo está integrado por la
convergencia de los medios convencionales y de las nuevas tecnologías de
la información. Entre ellas el campo de losimbólico, sobre el cual ese
país ejerce el control tecnológico, de producción de contenidos y
operacional, por no decir una dictadura, a escala mundial. Es bien
conocido que el liderazgo de Washington en Internet responde a esa
descomunal asimetría, que coloca además la gobernanza de la red en sus
manos.
El objetivo principal sería dirigirse a
la población joven de la isla, que aunque debido al bloqueo no tiene en
su mayoría conexión directa a internet posee una generalizada y sólida
cultura digital. Fidel Castro
muy temprano comprendió la importancia de las nuevas tecnologías y en
Cuba la disponibilidad de computadoras se extiende desde las escuelas
primarias hasta los centros universitarios y los Joven Club de
computación por lo que no debe sorprender que la Unión Internacional de
Telecomunicaciones de la ONU la catalogue entre los primeros 14 países
donde los ciudadanos poseen más habilidades para el uso de las nuevas
tecnologías. Una encuesta del año pasado informaba que el 82 por ciento
de los jóvenes cubanos admitía conectarse a la red a través de
mecanismos secundarios como memorias USB y discos duros externos.
La otra parte de la ecuación en el
proyecto estadunidensees financiar y fortalecer al emergente sector
privado de la isla, dotándolo, además, de versiones actualizadas de las
mencionadas tecnologías para intentar convertirlo en base de apoyo
social y político de la contrarrevolución en Cuba.
Habría que ser muy incauto para suponer
que la dirección revolucionaria cubana no ha visto y previsto estos
peligros y aceptado el reto que comportan, segura de las enormes
reservas patrióticas, morales y culturales que poseen el pueblo y la
juventud cubanos. Había que ver el júbilo y el orgullo nacional en la
mayoría de las caras en las calles de La Habana a partir de la reunión
en suelo patrio de los 5 héroes antiterroristas.
En todo caso, el tema de las relaciones
con Estados Unidos está en los corrillos, la gente se hace preguntas. No
faltan quienes banalizan sus complejidades y es evidente la necesidad
de un debate nacional clarificador.
Por lo pronto, se espera el comienzo del
diálogo entre las delegaciones de ambos países a fines de enero en La
Habana donde Cuba será con seguridad flexible y prudente pero celosa en
extremo de su independencia y soberanía.
Twitter:@aguerraguerra
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