Fuerte Original: El Blog de Patricio/ Ángel Bravo
La mafia de la extrema derecha de Miami sigue trasnochada desde el pasado
17 de diciembre porque no acepta que Cuba y Estados Unidos normalicen
relaciones diplomáticas.
Como había sido previsto, los enemigos de Cuba, que ahora llaman comunista
a Barack Obama, harían provocaciones, para obstaculizar el acuerdo entre ambos
países. El primer intento fue el performance -nada artístico- de Bruguera el 30
de diciembre, que culminó –sin iniciar- en un rotundo fracaso. El “gran” evento
fue publicitado groseramente desde Miami y Madrid, pero en Cuba a nadie le
interesó. Las reacciones de los diarios dirigidos desde esas ciudades fueron
chillidos y pataleos propios de desesperados y perdedores.
La prensa comercial capitalista, cuya naturaleza es lucrar a cualquier
precio, suele irrespetar la privacidad, la intimidad y la salud; juegan y
manipulan las imágenes, y disfrutan haciendo escarnio de los hechos.
En Cuba ese periodismo rancio, barato e inmoral no tiene cabida; aunque
posean todo el dinero del mundo ellos no deciden nada en la Isla. Algunos
titulares fueron: “¿Dónde está Fidel Castro?”, “Gobierno prohíbe el paso por la
zona donde supuestamente estará la tumba de Fidel Castro”, “La Habana convoca
una rueda de prensa en medio de rumores sobre la muerte de Fidel Castro” y
“Esperando la carroza”.
Ahora que el mundo sabe que Fidel goza de salud, ¿acaso esa prensa vulgar
admite su indecencia? Jamás. Si lo hiciera iría contra su naturaleza. Los
ramplones que quisieron asustar al mundo, al ver la carta de Fidel a Maradona,
terminaron asustados ellos mismos.
Ignoran los miserables, que desde un inicio Fidel ha hablado con coraje y
humor de la muerte. En el libro Fidel por el mundo, Luis Báez cuenta que en
abril de 1959, en su estancia en Nueva York le mostraron unos “titulares de
prensa que anunciaban una conspiración para asesinarle, Fidel sonrió y comentó:
“Eso no me preocupa. No viviré un día más allá del día de mi muerte”.
Fidel sigue siendo el ardiente profeta de la aurora del que habló el Che;
temido por los opresores, pero amado por los pueblos pobres del mundo. Báez
expresa ese sentimiento cuando narra en Así es Fidel, que en 1995 en La Habana
Fidel dijo: “Mis ideas, mis principios jamás cambiarán. Me acompañarán hasta la
muerte”. Y Báez le dijo: “Comandante, por favor, no hable de su muerte”. Fidel
le respondió: “Luis, a mí no me preocupa morirme”. “Solo atiné a decirle: “Pero
a nosotros sí. Sonrió y echó a andar”.
La chusma sabe, que el Comandante desde hace muchos años ha pulverizado a
todos sus enemigos; en el 2006 él mismo le recordó a Ignacio Ramonet en Cien
horas con Fidel, que siempre será victorioso: “Que nuestros enemigos no se
hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que
el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podía andar como el Cid
Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas”.
Hoy esa prensa vulgar sufre sus propios delirios; el Comandante con su
silencio, goza de tenerlos deprimidos, histéricos y furiosos.
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