Por Ángel Guerra Cabrera
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner(CFK), en un acto de
justicia y valentía, disolvió la Secretaría de Inteligencia después de
someterla a una inicial depuración. A la vez, envió un proyecto de ley
al Congreso para sustituirla por una agencia federal subordinada al
Ejecutivo. No obstante, sus jefes principales deberán ser ratificados
por el Legislativo y dar cuentas a este de su gestión. Entre los cambios
a un modo de operación que viene de las dictaduras militares, la
función de ordenar las escuchas telefónicas pasa a la fiscalía.
Pero los enemigos principales del gobierno argentino no son los
servicios de inteligencia heredados de las dictaduras y penetrados por
la CIA y el Mossad ni tampoco los jueces venales. Como lo sufren todos
los gobiernos posneoliberales en América Latina y el Caribe –Venezuela
en primer lugar-, Washington está a la cabeza del golpe “suave” contra
Buenos Aires en unión con la oligarquía financiera-mediática local. Pero
también Tel Aviv y sus agentes trabajan a tiempo completo para acabar
con el proyecto kirchnerista. El Mossad ha secuestrado y desviado de su
historial progresista a las organizaciones judías tradicionales,
actualmente en manos de una capilla ultrasionista y apartada de los
intereses de la comunidad, pero que la manipula.
La inteligencia y la corporación judicial han sido actores
importantes en el plan de desestabilización desde el mandato de Néstor
Kirhcner y en diciembre del año pasado tocó el turno de lanzarse al
cuello de la presidenta a los miembros de la Secretaría de Inteligencia
afectados por las medidas de ordenamiento. Claro, con el apoyo
incondicional de los conglomerados mediáticos internacionales, del
consorcio multimediático Clarín y el centenario diario oligárquico La
Nación.
Son ellos los que están detrás de las extrañas circunstancias de la muerte del fiscaL Nisman, evidenciado por los cables de Wikileaks como sumiso a las órdenes de la Embajada de Estados Unidos. Han trascendido sus frecuentes viajes a Israel donde rendía informes. Nisman también recibía instrucciones de Jaime Stiuso, jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, donde reinó durante 42 años, relevado del cargo y pasado a retiro en diciembre por órdenes de CFK.
Nisman acusó a la presidenta, al canciller Héctor Timerman y a otros
funcionarios del gobierno y activistas sociales, como el combativo
piquetero Luis D´Elía, de encubrir la supuesta participación de Irán en
los criminales atentados contra la Asociación Mutual Israelita Argentina
(AMIA) y la Embajada de Israel en ese país. Pero su acusación, basada
en las orientaciones estadunidenses e israelíes ha sido cuestionada por
los prestigiosos juristas Eugenio Zaffaroni y Julio Maier, por la
postura de la Asociación Argentina de Juristas y la de las máximas
autoridades de INTERPOL y la prensa especializada, que han demostrado
que no contaba con las pruebas necesarias para ser aceptada en un
tribunal, como también lo han hecho dos jueces federales.
Nisman en su denuncia consideró un delito nada menos que una ley
votada por el Congreso de la Nación: el “Memorando de Entendimiento con
Irán”, cuyo fin era destrabar el letargo en que había caído la causa
AMIA, entre otras causas por la confabulación de jueces y agentes de
inteligencia.
Antes de la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner en Argentina
no hubo justicia. Fue desde aquel 2008 que se puso fin a la impunidad y
se produjo un aumento de 700 por ciento en las condenas de criminales de
guerra de las dictaduras militares. No es casual que las Abuelas y
Madres de Plaza de Mayo hayan apoyado fervorosamente la gestión de
Néstor y Cristina.
La depuración y adecentamiento de la inteligencia era una asignatura
pendiente que el kirhcnerismo no pudo abordar antes porque lo primero
era recuperar la soberanía, poner en pie y hacer producir un país
postrado y desindustrializado por el neoliberalismo. Al mismo tiempo,
atender graves carencias sociales mediante la distribución más justa de
la riqueza y enfrentar los intentos de regresión neoliberal como el
ALCA, enterrado en 2005 por Kirchner, Chávez, Lula y Tabaré Vázquez.
Últimamente, ha sido la pelea contra los fondos buitres.
Pero campañas desestabilizadoras, como la que usó a Nisman de instrumento continuarán en un año electoral con el propósito de enlodar a la presidenta y socavar al candidato del Frente para la Victoria. El kirchnerismo molesta y lo quieren quitar del medio, pero ¡No pasarán!
No hay comentarios:
Publicar un comentario