martes, 13 de enero de 2015

Hepatitis C: la vida en manos del interés capitalista

Tomado de La Aurora, Organización Marxista.

Después de meses de movilizaciones de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, incluyendo un encierro en el Hospital 12 de octubre de Madrid y una marcha hasta la Moncloa, Rajoy ha declarado que “ningún enfermo se quedará sin el tratamiento necesario”.

Según el Ministerio de Sanidad, más de 700.000 personas tienen anticuerpos del virus de la hepatitis C en España, que se contagia esencialmente a través de la sangre. Si no se trata, en un 80% de los casos deriva en cirrosis o cáncer hepático.

El coste del tratamiento paliativo prolongado, de los múltiples ingresos hospitalarios o trasplante es enorme frente al de un nuevo medicamento, el Sofosbuvir, cuyo coste de producción se sitúa entre los 57 y los 117 euros para las 12 semanas necesarias para curar a los enfermos en un 80% de los casos.

Pero la multinacional farmacéutica Gilead ha negociado un precio con el Ministerio de Sanidad de 25.000 euros por tratamiento. Y dados los recortes actuales presupuestarios como consecuencia de la política de austeridad, solo podrían tener acceso al Sofosbuvir unos 6.000 pacientes anualmente. El resto, o lo paga de su bolsillo o espera a empeorar hasta tal punto que entre en las listas de urgencia prioritaria.

Detrás de este escándalo de gestión de la sanidad pública se adivinan dos problemas: por un lado que la sanidad ha dejado de ser un derecho universal tras las reformas del Gobierno Rajoy, para convertirse en un servicio asistencial paralelo a una sanidad privada promovida desde el Gobierno; en segundo lugar, el monopolio de una patente por una multinacional farmacéutica que especula con la salud de los enfermos.

Ambos problemas solo tienen una misma respuesta: una sanidad pública como derecho universal, apoyada en una industria farmacéutica pública. De hecho, esta solución debería estar recogida en cualquier Constitución digna de ser calificada de social. No es el caso del Reino de España.

Así como la fabricación genérica del medicamento, con la excepción de la patente por necesidades urgentes médicas o sociales, como ha ocurrido ya en la India con este y otros medicamentos.

La movilización de los enfermos de hepatitis C no es la primera de las crisis de salud publica provocadas por los recortes sanitarios. Uno de los objetivos inconfesables de esos recortes es degradar una de las sanidades públicas más profesionales y de mayor calidad del mundo, para abrir un espacio de negocios a la sanidad privada.

Pero vendrán más crisis, en el tratamiento del cáncer, las hemodiálisis, los servicios radiológicos…con todos aquellos que afectan al tratamiento de las enfermedades crónicas de una población que hasta hace un par de años veía crecer su esperanza media de vida.

Tenemos fresca la crisis de la gestión del Ébola por la consejería de sanidad de la Comunidad de Madrid, tras el desmantelamiento del Hospital Carlos III, referencia en enfermedades tropicales.

La lucha por la sanidad publica universal exige acabar con las políticas de austeridad, poner fin al Gobierno de Rajoy, incapaz de negociar los precios del Sofosbuvir, y un nuevo modelo de gestión al servicio de los ciudadanos capaz de defender la salud de todos.

Mientras tanto, toda nuestra solidaridad con la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C.

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