Por Jorge Enrique Jerez Belisario
El día 17 de diciembre del 2014 marcó un cambio de época, los hechos
que marcaron ese día no solo involucran dos países, va más allá,
involucran dos sistemas diametralmente opuestos y las relaciones
internacionales pudieran sufrir cambios luego de este día.
El propio presidente Barack Obama reconocía que el aislamiento a Cuba
había fracasado, pero fracasó por la convicción de los cubanos de
resistir, fracasó porque la nueva era de América Latina cerró filas e
impidió que pasara el gigante de las sietes leguas. Esta es la verdad y
no comparto el criterio de algunos que le dan todo el mérito a Obama y
hasta el Papa, no desestimo el rol de estas personas pero Cuba, su
pueblo y Latinoamérica también tienen protagonismo en estos hechos.
Por estos días el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció
para el próximo 21 de enero el inicio de las conversaciones con el
objetivo de normalizar las relaciones con Cuba. Estos hechos alegran al
pueblo cubano, pues a pesar de todo sentimos respeto por el noble pueblo
norteamericano que tanto nos apoyó en las gestas libertarias de Cuba y
ambos lados merecemos llevarnos lo mejor posible.
Debido a la cercanía la geográfica, a la geopolítica, a la historia, a
la cultura de nuestros pueblos los Estados Unidos han constituido un
referente importante en la realidad cubana de todos los tiempos; pero la
historia no se puede olvidar. Desde el Norte, Cuba fue codiciada y
considerada la fruta madura que caería en manos de sus vecinos del norte
al extinguirse el dominio colonial español. Tampoco se debe olvidar la
enmienda Platt y el status neocolonial que se impuso a la isla duurante
casi sesenta años.
Más allá de la persona que ocupa el Despacho Oval, la historia
demuestra que ha sido interés del sistema norteamericano el dominio
sobre Cuba, incluso desde antes de la independencia de las Trece
Colonias. No obstante soy optimista , creo que ambos pueblos merecemos
tratarnos de igual a igual. Pero alerta debemos estar los cubanos, el
imperio no perdido su esencia y su objetivo final es el mismo.
Por estos días hice una investigación para un trabajo de la
Universidad sobre la norteamericanización de la sociedad cubana hasta
1923, me parece que el contexto que vivimos me obliga a comentarles algo
sobre lo que aprendí mientras busca información sobre este fenómeno.
Las dos primeras décadas del siglo XX estuvieron marcada por la
presencia norteamericana en Cuba, recuerden que sus pretensiones eran
sumar a Cuba a la unión.
De allí que la presencia norteamericana en Cuba adquirió desde
entonces una misión civilizadora, de acuerdo con los contenidos de una
ideología imperialista basada en la superioridad anglosajona para dictar
normas de gobierno a otras naciones, promoviendo valores, nuevas
conductas e instituciones, que propiciarían a la mayor de las Antillas
una estabilidad social.
Este proceso civilizador estuvo encaminado básicamente hacia el
desarrollo de programas educativos y de higiene pública. Programas
educativos en que se enseñaba el idioma inglés y no el español, la
Historia de Cuba quedaba para segundos planos y se potenciaba la
Historia de los Estados .
Por medio de la educación se transmitían nuevas conductas y valores,
que para los norteamericanos significaban un camino de anexión abierto
al futuro. Supuestamente el fin era preparar a la población para la vida
moderna y sus exigencias.
Hasta la construcción de escuelas primarias nuevas se realizó por los
ingenieros norteamericanos, siguiendo modelos típicos diseñados en sus
oficinas muy cercanos al edificio escolar norteamericano.
La escuela pública de la época neocolonial introdujo un nuevo tipo de
maestro. Se habilitaron 3533 maestros primarios, de estos solo 118
negros, con lo que se puede valorar el nivel de racismo impuesto en la
sociedad cubana, racismo que venía de cuatros siglos de esclavitud y que
en la nueva “república” de hombres y mujeres “libres” subyacía.
Una buena parte de estos maestros fueron a pasar un curso de verano a
la Universidad de Harvard y al regresar fueron portadores de una nueva
conducta de superación cultural y trato social.
Es verdad que la intervención norteamericana abrió fuente de trabajo
para una parte de la población, pero a su vez fue modificando el
panorama hacia una norteamericanización, sin dudas, el país fue
convertido en una Neocolonia en muy poco tiempo. Por ejemplo El hotel
Sevilla se convirtió en Sevilla Biltmore, se organizó el Jockey Club de
La Habana y creció la explotación de los recursos, en resumen, la
palabra “company” se empezó a ver en todas las cosas.
La arquitectura es muestra de la presencia estadounidense en la
sociedad cubana, pues con la llegada del siglo XX y la intervención
norteamericana se incrementó la presencia de compañías constructoras de
ese país, las cuales contribuyeron a la formación arquitectónica de las
ciudades cubanas.
La penetración del capital extranjero se hace aun más evidente con la
presencia de las más fuertes e influyentes compañías norteamericanas en
el territorio nacional como la “Cuban Telephone Company” y la “Compañía
Cubana de Electricidad” las dos supuestamente eran cubanas pero se
administraban desde el norte. Ese capital norteamericano permitió
también la construcción acelerada de hoteles, fábricas, oficinas,
bancos, sociedades culturales, teatros, cines y viviendas, todas
simulando las de Estados Unidos.
En toda esta corriente de construcciones el Estado apenas invertía
porque el capital provenía fundamentalmente de las compañías
norteamericanas. Por ejemplo en La Habana, con este capital privado, se
fueron desarrollando zonas como el Vedado, Miramar y Marianao bajo el
paradigma estético norteamericano. Así en las nuevas construcciones se
introdujeron bares, dinning rooms, halls, pantrys, garden palms, junto a
otras dependencias donde se realizaban los cocktails, partys y otros
eventos sociales propios de la cultura impuesta.
Toda esta arquitectura tenía detrás un programa ideológico que
pretendía que el modo de vida norteamericano marcara nuestras raíces.
Poco a poco se fue imponiendo el American Way of live, con sus gustos,
confort y mentalidad, era el deseo de transformar la imagen citadina y
el centro urbano de las ciudades cubanas, “paradigma” de la nueva vida
republicana.
Con la penetración del capital norteamericano y su influencia en las
áreas de la cultura, la economía y la política en Cuba, se fueron
asimilando los distintos códigos de comportamientos de la nueva
metrópoli por parte de la burguesía nacional. Había más identificación
con los hábitos norteamericanos que con los españoles o franceses.
Al campo cubano también llegó la norteamericanización, entre las
áreas pioneras del crecimiento agrícola de estos años y de las
inversiones extranjeras, estaban el norte de la provincia de Oriente,
con campos afectados por la guerra y facilidades para adquirir terrenos.
Allí aparecieron los primeros centrales modernos, de creación
norteamericana, concebidos como un enclave aislado del país, con sus
propias tierras y embarcaderos.
Los centrales fueron núcleos que reproducían con más exactitud un
ambiente propio de costumbres norteamericanas. Las iglesias
protestantes, sus escuelas, los juegos de béisbol, tuvieron rápidos
efectos difusores entre la población rural.
Hoy sigue siendo un interés político y económico de Estados Unidos
asegurarse de que si el mundo se dirige hacia un idioma común, éste sea
el inglés; de que si el mundo se dirige hacia normas en materia de
calidad, seguridad y telecomunicaciones comunes, éstas sean americanas;
de que si el mundo se está interconectando a través de la música, la
radio y la televisión, su programación sea americana; y que si se están
desarrollando valores comunes, sean valores con los que los americanos
estén cómodos.
Las dos primeras décadas de la dominación neocolonial yanqui
estuvieron signadas por una acelerada norteamericanización de la isla.
El objetivo de esta estrategia era borrar nuestras tradiciones, nuestra
cultura y nuestra resistencia. Hoy, con la apertura que ha hecho el
Presidente Obama, el objetivo sigue siendo el mismo, con otras
estrategias porque ese sistema no ha perdido su esencia y pretende
mediante el conocido carril 2 de la Torricelli volver a
norteamericanizar la sociedad cubana, inundar nuestro mercado, nuestros
medios, nuestras calles con sus productos.
Los tiempos que vienen no serán fáciles, aquí esperaremos con los
brazos abiertos a quienes quieran venir a compartir con Cuba sus
tradiciones y su cultura, pero estaremos con los ojos bien abiertos
también pues no faltarán los que pretendan virar atrás, los que han
hecho de esta innecesaria pugna un modo de vida y no les conviene que su
negocio vaya abajo. Se acercan las elecciones en Estados Unidos, la
Cumbre de las Américas en Panamá y otros acontecimientos internacionales
en los que relaciones entre Cuba y Estados Unidos serán el centro del
debate. Seguimos en la batalla ahora desde otro frente y con otras
estrategias.
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