Por Arthur González.
De acuerdo con las posiciones adoptadas antes y después de su
confirmación como embajadora de EE.UU. ante la ONU, la señora Samantha
Power, refleja una conducta que la acercan más a una guerrera que a una
diplomática.
Es sabido que ella carece de experiencias en ese medio, pero su
agresividad es más cercana a las que asumían algunos miembros del
gabinete de los presidentes republicanos Ronald Reagan y George W. Bush,
que a la de una administración demócrata; aunque a estas alturas ya no
se distinguen diferencias entre una y otra.
Paradójicamente, esta “diplomática” en lugar de buscar soluciones
políticas a la crisis creada en Siria, lanza gritos de guerra, en total
consonancia con las empresas del complejo militar industrial
norteamericano, que al final será quien reciba la mejor parte de este
pastel, al cobrar sumas multimillonarias por la venta de armas.
Las posiciones de la señora Power hacen percibir cierta coincidencia
de intereses con ese sector industrial y por otra parte emplea un
lenguaje poco creíble para el resto de los embajadores presentes en la
ONU.
Tal es el caso de cuando recientemente afirmó que…“el presidente
sirio Bachar al Asad, apenas utilizó sus enormes reservas de armas
químicas en el ataque que se le atribuye cerca de Damasco, el mes
pasado; y aunque empleó más armas químicas que nunca antes el pasado 21
de agosto, él apenas ha hecho mella en sus enormes reservas de esas
armas”.
Paralelamente, otros países han puesto en dudas la responsabilidad
del Gobierno sirio en el supuesto ataque, teniendo en cuenta los
antecedentes de engaños y mentiras fabricadas por los norteamericanos,
como son los casos más recientes de Irak y Libia.
No es un secreto que los Estados Unidos llevan décadas intentando
apoderarse de Siria, a fin de cercar a los iraníes, entre otros
intereses, y para lograrlo no se limitan en crear situaciones que saben
pueden tener el rechazo de muchas personas en el mundo.
Sin embargo, la posición asumida por Rusia ha detenido en gran medida
los deseos yanquis, al denunciar reiteradamente el montaje del supuesto
ataque químico, algo que puso al borde de la histeria a la inexperta
diplomática yanqui, al acusar a los rusos de “mantener al Consejo de
Seguridad como rehén en la crisis Siria”.
Al parecer ella no recuerda que Estados Unidos ha engañado en más de
una ocasión al Consejo de Seguridad, arrastrando a sus aliados a
empantanarse en dos guerras como las de Afganistán e Irak y es
precisamente su gobierno quien tiene como rehén al Consejo en el tema
palestino, en defensa de las atrocidades y crímenes que comete
cotidianamente el estado de Israel, al vetar todas las resoluciones que
pretenden condenarlos.
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