lunes, 16 de septiembre de 2013

Quien paga manda

Tomado de
 Por Arthur González.

De acuerdo con las posiciones adoptadas antes y después de su confirmación como embajadora de EE.UU. ante la ONU, la señora Samantha Power, refleja una conducta que la acercan más a una guerrera que a una diplomática.

Es sabido que ella carece de experiencias en ese medio, pero su agresividad es más cercana a las que asumían algunos miembros del gabinete de los presidentes republicanos Ronald Reagan y George W. Bush, que a la de una administración demócrata; aunque a estas alturas ya no se distinguen diferencias entre una y otra.

Paradójicamente, esta “diplomática” en lugar de buscar soluciones políticas a la crisis creada en Siria, lanza gritos de guerra, en total consonancia con las empresas del complejo militar industrial norteamericano, que al final será quien reciba la mejor parte de este pastel, al cobrar sumas multimillonarias por la venta de armas.

Las posiciones de la señora Power hacen percibir cierta coincidencia de intereses con ese sector industrial y por otra parte emplea un lenguaje poco creíble para el resto de los embajadores presentes en la ONU.

Tal es el caso de cuando recientemente afirmó que…“el presidente sirio Bachar al Asad, apenas utilizó sus enormes reservas de armas químicas en el ataque que se le atribuye cerca de Damasco, el mes pasado;  y aunque empleó más armas químicas que nunca antes el pasado 21 de agosto, él apenas ha hecho mella en sus enormes reservas de esas armas”.

Paralelamente, otros países han puesto en dudas la responsabilidad del Gobierno sirio en el supuesto ataque, teniendo en cuenta los antecedentes de engaños y mentiras fabricadas por los norteamericanos, como son los casos más recientes de Irak y Libia.

No es un secreto que los Estados Unidos llevan décadas intentando apoderarse de Siria, a fin de cercar a los iraníes, entre otros intereses, y para lograrlo no se limitan en crear situaciones que saben pueden tener el rechazo de muchas personas en el mundo.

Sin embargo, la posición asumida por Rusia ha detenido en gran medida los deseos yanquis, al denunciar reiteradamente el montaje del supuesto ataque químico, algo que puso al borde de la histeria a la inexperta diplomática yanqui, al acusar a los rusos de  “mantener al Consejo de Seguridad como rehén en la crisis Siria”.

Al parecer ella no recuerda que Estados Unidos ha engañado en más de una ocasión al Consejo de Seguridad, arrastrando a sus aliados a empantanarse en dos guerras como las de Afganistán e Irak y es precisamente su gobierno quien tiene como rehén al Consejo en el tema palestino, en defensa de las atrocidades y crímenes que comete cotidianamente el estado de Israel, al vetar todas las resoluciones que pretenden condenarlos.

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