Por Arthur González.
Cuando Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos, muchos
incautos pensaron que cambiaría la política de terrorismo de estado que
su país había impuesto contra Cuba desde el 1ro de enero de 1959, pero
todos se equivocaron. El ser negro y
demócrata no cambiaron en él su condición de político ligado a los
intereses de la clase dominante y del complejo militar industrial; de no
ser así ni siquiera hubiera sido electo como candidato de su partido.
La vida demostró que Obama ha sido uno de los Presidentes que más
acciones subversivas ha ejecutado contra Cuba, y en algunos aspectos el
peor de todos.
No fue casual la llamada telefónica que le efectuó a Ileana
Ros-Lehtinen, miembro de la mafia terrorista anticubana, para pedirle
trabajar juntos en el caso cubano. Quizás también soñara en ser el
Presidente que logró destruir a la Revolución de Fidel Castro.
Su primera medida fue la de eliminar las restricciones de los viajes
familiares a Cuba y el aumento de la cantidad de dinero que podían
remesar; pero no fue por ser más humano ni sensible, sino como parte de
la política subversiva que pretende “promover en Cuba los intereses y
valores estadounidenses, con el fin de acelerar el día en que una Cuba
plenamente democrática, pueda asumir una relación normal y amistosa con
Estados Unidos”, siguiendo las recomendaciones de los analistas del Council Foreign Relation.
De inmediato aprobó un presupuesto de 20 millones de usd anuales,
para actividades y planes de subversión política ideológica que deben
ejecutar los contrarrevolucionarios en la Isla; además de otros millones
para Programas de Acción Encubierta de la CIA, que tienen como blanco
fundamental a la juventud cubana.
Entre las actividades más destacadas está el abastecimiento
financiero para la creación del grupúsculo contrarrevolucionario UNPACU,
Unión Patriótica de Cuba, en Santiago de Cuba, con vistas a la
realización de actos provocativos callejeros que trasladen la idea
virtual de una contrarrevolución “fuerte y unida”, en la propia ciudad
que sirvió de escenario principal al Movimiento 26 de julio, comandado
por Fidel Castro. Lo mismo hizo con las llamadas Damas de Blanco, añejas
asalariadas del gobierno yanqui.
En cuanto a la Guerra Económica contra Cuba, sobrepasó como ninguno
de los diez Presidentes que lo antecedieron, la persecución a los Bancos
Internacionales y el monto de las multas impuestas a estos y a empresas
extranjeras que negocian con la isla, cifras impensables en el siglo
XX, como las del Banco Francés BNP Paribas, ascendente a 10 mil
millones de dólares, dejándolo al borde de la quiebra por el “delito”
de haber ejecutado algunas transacciones con bancos cubanos.
Su objetivo es lograr el “desencanto y el desaliento” del
pueblo, en especial de las nuevas generaciones de cubanos, e impedir la
satisfacción de sus necesidades mediante la escasez de productos. Al
mismo tiempo incrementar las matrices de opinión internacional sobre el
“fracaso” de la economía socialista, siguiendo las recomendaciones del Council Foreign Relation de que con esa estrategia “se lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
Referente a los Programas de Acción Encubierta, Obama suma ya un buen
aval, solo comparado con el presidente J.F.K y sus planes “Mangosta” y
“Doble Vía”.
En este tema, aprobó toda la estructura para potenciar a Yoani
Sánchez Cordero, transmutada de filóloga emigrada en España a una
bloguera multipremiada con más de medio millón de dólares, gracia a la
CIA.
Igual soporte financiero y material aprobó para la conformación de
los contrarrevolucionarios Antonio González-Rodiles, con su proyecto
Estado de SATS y del ingeniero informático Eliécer Ávila, caricatura de
un campesino disidente convertido a la fuerza en “político”, que
pretende dirigir un nuevo partido.
Para estos tres elementos aprobó elevados presupuestos con el fin de
potenciarlos internacionalmente y poder atraer a la juventud cubana
insatisfecha por carencias materiales.
El Presidente Barack Obama autorizó la conformación en Cuba de
proyectos para provocar una rebelión popular, similares a las inducidas
en países del Medio Oriente donde existían gobiernos no aceptables para
Estados Unidos.
En este orden, crearon el Twitter cubano “Zunzuneo” e iniciaron el envío de jóvenes latinoamericanos y europeos que fueran capaces de identificar y preparar a jóvenes cubanos como futuros “líderes comunitarios” e incentivar expresiones públicas contra el gobierno.
Estos enviados se enmascararon como supuestos turistas y arribaron a
suelo cubano con todos sus gastos pagados por agencias federales, como
la USAID y la NED, distribuyendo teléfonos celulares, laptops, memorias
flash, discos externos, dinero, e impartieron cursos de adiestramiento
de cómo actuar en contra de las autoridades.
Como antecedente está el caso de Alan Gross, norteamericano
contratado por la USAID para la instalación ilegal en Cuba de medios de
comunicación de alta tecnología, que permitiera la transmisión y
recepción satelital mediante redes de comunicaciones WIFI, las que
intentaron conformar en la isla a través de otro norteamericano, quien
introdujo antenas enmascaradas como tablas de surf.
La misión diplomática norteamericana en La Habana incrementó la
preparación a los elementos contrarrevolucionarios, mediante cursos de
“liderazgo”, “periodismo”, el uso de las nuevas tecnologías de la
informática y las comunicaciones, a partir de videoconferencias.
Otra de las líneas subversivas ejecutadas bajo la presidencia de
Obama, ha sido la labor de influencia sobre los nuevos trabajadores
privados, con apoyo de la jerarquía católica y de cubanos residentes en
Miami, impartiendo cursos dentro de los recintos religiosos con vistas a
crearles una mentalidad capitalista y destruir el socialismo cubano.
No por gusto a Obama lo califican como el “Guerrero en Jefe”, porque
unido a todas sus acciones contra Cuba, están las guerras que ha
desatado en el mundo, algo muy superior a todo lo hecho por George W.
Bush.
Los asesores de Obama, el Director Nacional de Inteligencia, el Jefe
de la CIA y el director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa,
no se percatan de cuan errada es la política estadounidense hacia Cuba.
Mientras más medidas de Guerra Económica apliquen pretendiendo matar
por hambre a los cubanos, más rechazo tendrán de un pueblo que sabe
leer, escribir y conoce perfectamente lo que sucede y quienes son sus
verdaderos responsables.
La USAID al ejecutar las medidas que años atrás hacía la CIA, se gana
el mismo desprecio. En el presente y en el futuro no habrá cubanos ni
cubanas que no los condenen por su crueldad, como los principales
violadores de los derechos humanos del mundo.
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