Genocidio en Gaza |
Tomado de La Aurora, Organización Marxista.
La tercera “operación de castigo” israelí contra Gaza ha
terminado sin cumplir ninguno de los objetivos del Gobierno de Netanyahu:
destrucción de túneles y erosión de legitimidad de Hamas; pero ha provocado la muerte
de unos 2000 palestinos, las dos terceras partes civiles y unos 500 niños.
Israel, por su parte ha sufrido 61 bajas militares y dos civiles.
Los organismos de Naciones Unidas no han dudado en calificar
el operativo como “crimen de guerra”. Casi un 15% de las viviendas de la Franja
han quedado destruidas o fatalmente dañadas.
Las negociaciones impulsadas por EE UU, Qatar, Arabia Saudí
y Egipto han servido hasta el momento para prolongar una frágil tregua.
Para llegar a un acuerdo de paz, el nuevo gobierno de unidad
palestina exige el levantamiento del cerco de Gaza y la normalización de las
relaciones económicas y de personas con Egipto y Cisjordania. Israel no acepta
otra “concesión” que reabrir el puesto de Rafah con Egipto bajo el control de
la UE.
La tregua se romperá periódicamente para reforzar a una u
otra parte en las negociaciones: lanzando primitivos cohetes sobre Israel o con
bombardeos de precisión israelíes. Mientras continua esta situación, de la que
son rehenes los martirizados habitantes de Gaza, Israel aplaza cualquier
negociación general de paz con el nuevo gobierno de unidad nacional palestino,
que prometió destruir acabando con Hamas.
La tercera “operación de castigo” contra Gaza en seis años
ha sido la respuesta israelí a las presiones internacionales tras el fracaso
del plan de paz del secretario de estado Kerry y a la retirada parcial de EE UU
de la zona, empezando por Iraq.
La competencia regional entre aliados de EE UU, como Arabia
Saudí y Qatar, para convertirse en potencias dominantes en la zona, apoyándose
en el Islam político suní, y los contactos abiertos por EE UU con Irán para
mantener al gobierno chiita en Iraq frente a la embestida de los yihadistas de
ISIS, han empujado a Netanyahu a reivindicar su papel de aliado estratégico en
la región.
Y solo puede hacerlo agitando el espectro de la “amenaza
palestina” sobre su territorio, a pesar de que el único objetivo del nuevo
gobierno de coalición palestino sea reabrir el proceso de paz.
Mientras tanto, ya ha surgido la tragedia de yazidis y
cristianos en Iraq para justificar una intervención aérea limitada de EE UU,
cuyo objetivo no va más allá de permitir a las milicias kurdas recuperar
el terreno perdido y aliviar la presión de ISIS sobre las milicias chiitas, entrenadas
por Irán, que defienden Bagdad. Por cierto, ¿quién se acuerda del drama sirio?
La lucha por la hegemonía geopolítica en Oriente Medio, tras
la retirada de las tropas de ocupación de EE UU de Iraq, amenaza con otra larga
carnicería de civiles indefensos, de fanatismos religiosos y de miseria,
mientras el orden imperialista de los acuerdos de Sykes-Picot, reconvertidos en
la pax americana de los Bush, se
desmorona.
Oriente Medio es, en definitiva, víctima de un Imperialismo fallido
y de la falta de una alternativa socialista.
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