Carromero al lado de sus padrinos del Partido Popular... ¡Vaya par! |
Por Norelys Morales Aguilera.
Ángel Carromero afirma ahora, este 14 de
agosto, que un militar cubano lo abofeteó “un par de veces” para
disuadirlo de insistir en que la muerte de Oswaldo Payá había sido
causada por agentes de la Seguridad del Estado y no por un accidente.
Así lo dijo al miamense El Nuevo Herald, y aseguró más, que ya no era
un auto Lada azul, ni rojo; en la nueva versión lo seguían ¡tres
vehículos!
La storytelling mediática (plantear una historia, construir contenido
bajo un punto de vista preciso) continúa de este modo, cuando Carromero
describe a sus supuestos cazadores: “Pude verles los ojos, la fiereza
en la mirada. Tuve una sensación aterradora”. No se sabe cómo el viejo
auto Lada pudo alcanzar a un Hyundai Accent.
Recordemos que el cónsul general de España en Cuba, Tomás Rodríguez
Pantoja, calificó el juicio celebrado en la ciudad de Bayamo como
“correcto, limpio y procesalmente impecable” y el abogado defensor, José
María Viñals, perteneciente a la entidad Lupicinio Abogados,declaró que
el procesado no se quejó del trato en prisión y que él, como letrado,
pudo trabajar de forma independiente.
Recordemos, además, que Carromero fue condenado como el conductor del
vehículo implicado en un accidente automovilístico el 22 de julio de
2012 en el oriente cubano.
El 30 de julio, en un video mostrado a la prensa extranjera en La
Habana, afirmó que se trató de un accidente de tránsito y que el
automóvil no fue embestido por otro vehículo.
¿Si fue embestido por detrás, cómo es posible que no haya abolladura en la parte trasera del vehículo que conducía Carromero? |
El 15 de octubre, un tribunal condenó a Carromero a cuatro años de
prisión, tres menos que los de la pena solicitada por la Fiscalía.
El 29 de diciembre viajó a Madrid para terminar su condena en España.
A los pocos días salió de prisión a trabajar como asesor con un sueldo
50 mil 500 euros anuales, apoyado por pesos pesados del Partido Popular
(PP), como la furibunda Esperanza Aguirre.
Tres meses después, el 16 de febrero de 2013, se produjo un encuentro
en Madrid entre Rosa María Payá, hija de Oswaldo, y Ángel Carromero. La
primera dijo, en entrevista con Europa Press, que confiaba en que el
dirigente juvenil del PP explicara públicamente los detalles que había
transmitido a la familia, aunque entendía que se sintiera “presionado”.
Tales “revelaciones” las hizo, por primera vez, el 5 de marzo al
norteamericano The Washington Post, e inmediatamente comenzó la intriga
internacional que cuenta con un raro comportamiento de la familia Payá
defendiendo al infractor, llegado a Cuba con visa de turista para hacer
el trabajo sucio de suministro de fondos a la “disidencia”.
Tras las declaraciones, ocho senadores estadounidenses firmaron una
carta para solicitar la apertura de un expediente ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la Organización de
Estados Americanos.
Entre los firmantes estuvieron Marco Rubio, favorito republicano para
las presidenciales de 2016; el ex candidato presidencial John McCain y
el demócrata Bob Menéndez, presidente de la comisión de Exteriores del
Senado. También firmaron Mark Kirk, republicano por Illinois; Bill
Nelson, demócrata de Florida; Mark Warner, demócrata de Virginia, y
Robert Menéndez, demócrata de Illinois. ¡Una pléyade de honestos
personajes que no requiere más presentación!
En la carta hablaban de un “sospechoso accidente de automóvil” e
incluían las declaraciones de Carromero. Un portavoz de Menéndez dijo
que el senador hablaba expresamente del “asesinato”de Payá.
¡Cómo no iba a sentirse presionado el benjamín del PP, hoy convertido en sucursal miamense!
The Washington Post era suficiente para armar el jaleo mediático en
Estados Unidos, pero hacía falta más para la derecha latinoamericana y
vinieron nuevas ficciones del culebrón del “asesinato” en El Mundo, de
España, el 11 agosto de 2013, y El Nuevo Herald, de Miami, el día 14.
Así estaba completo el tinglado para lanzar a Rosa María Payá, ahora
exiliada miamense, a lo más conspicuo del Chile de Pinochet, entre otros
espacios.
Si se quiere saber el triste papel asignado al españolito “pepero”,
cambiando sus historias de aquí para allá, atiéndase al ingenioso
argumento de Rosa María Payá: “Es la manera que él escogió, él tendrá
sus razones…”
Carromero, aunque en su momento se declaró culpable de homicidio
involuntario al conducir y pidió públicamente dejar de manipular los
hechos, ahora se desdice. Ha contado una inverosímil persecución,
primero, de un viejo auto, y luego de varios, contra uno moderno. Una
gran tensión que, sin embargo, no despertó a su copiloto, el sueco Aron
Modig, quien dormía plácidamente y dice no recordar nada. Ha dicho que
sí y que no tuvo comunicación con su señora madre, que lo “mantuvieron
sedado”, que “le abofetearon”, que no vio y que vio…
Obviamente, de que Carromero tiene razones, las tiene y solo hay que
ver en los medios quiénes instigan y fraguan una conspiración improbable
para un asesinato político. Diga lo que diga, está sin pruebas, pero
tiene apoyo en el tinglado miamense anticubano que mueve los hilos de la
“disidencia” en la Isla, de Aguirre con la casta del PP o el del
director del Mundo, Pedro José Ramírez, quien ha expresado en Ttwitter
que el benjamín “encarna el idealismo del Peace Corps, la Alianza para
el Progreso y la nueva frontera kennediana”.
Poco más se requiere para comprender las non sanctas razones de Ángel Carromero para ser centro de esta campaña paranoica contra Cuba.
CUBAHORA
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