Anthony Weiner |
Por David Brooks.
Nueva York, 9 de agosto.
De Carlos Danger, el Cliente #9, al alcalde que más
manosea a mujeres (desde las que posan como Marilyn Monroe a verdaderas
almirantes), el mundo político estadunidense está, para variar,
envinado por la perversión e hipocresía sexual.
Advertencia: esta información es sólo para adultos; se trata de
comportamiento infantil de políticos. Los reporteros, editores,
fotógrafos y jefes de este periódico, que sobre todo se destacan por el
decoro y el respeto a lo decente, han intentado evadir tocar este tema
tan delicado, pero el deber de reportar la noticia es supremo. Se trata
de (disculpen ustedes) penes en la política.
De costa a costa de Estados Unidos, figuras nacionalmente reconocidas
(y no sólo por sus caras) están enfrentando crisis causadas por sus
impulsos sexuales aparentemente imparables (perdón, otra vez).
Para empezar, el señor Danger. Su nombre real es Anthony
Weiner, primero integrante del consejo municipal de Nueva York, después
representante federal hasta 2011 cuando renunció al revelarse que había
enviado imágenes vía Twitter de su
bultoy de su cuerpo a una mujer joven que conocía sólo por el ciberespacio. Primero mintió, pero finalmente ofreció disculpas al mundo y a su esposa, juró que buscaría tratamiento y se esfumó del escenario. Su esposa, Huma Abedin, en ese tiempo era asesora y amiga cercana de la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton.
Weiner reapareció este año al postularse como candidato a la alcaldía
de Nueva York, y logró llegar a ser uno de los más favorecidos en la
pugna electoral que culminará con la elección local en septiembre. Pero
su pasado interrumpió su resucitación política cuando otra mujer reveló
que había tenido una relación cibernética sexual con él mucho después de
su renuncia al Congreso, y esta vez se difundieron no sólo imágenes de
su pene, sino mensajes eróticos, en los cuales firmaba como
Carlos Danger.
Durante las últimas dos semanas, y de nuevo con su esposa humillada
al lado, Weiner ha tenido que responder a preguntas incesantes sobre sus
relaciones cibernéticas, y confesó que había tenido este tipo de
intercambios tal vez con seis o hasta 10 mujeres,
supongo, y que tres fueron después de renunciar su curul en el Legislativo. Preguntado si hay más mujeres que podrían presentarse con más ejemplos de su comportamiento, dijo
no sé, espero que no. Ciertamente no me gusta hablar de ello.
Pese a que figuras políticas de su Partido Demócrata, la junta editorial del New York Times y el Daily News,
entre otros, han pedido que abandone su campaña, y su apoyo en las
encuestas se ha desplomado, Weiner ha rehusado rendirse ante su
inevitable derrota.
Pero tal vez lo más notable de todo esto es que éste es el primer
ejemplo de un escándalo sexual cibernético de un político. Las
relaciones de Weiner con todas estas mujeres existieron, hasta donde se
sabe, exclusivamente en el ciberespacio. Su derrota pública es más por
hacer el ridículo –de tener un escándalo sexual sin contacto físico y
menos sexo– que cualquier otra cosa.
Pasando al Cliente #9: Eliot Spitzer, el ex gobernador de
Nueva York, cuya fama fue en parte por ser un fiscal que se atrevió a
perseguir a la Mafia y a poderosas figuras de Wall Street, mientras
perseguía también prostíbulos, y que por un momento se contemplaba como
potencial candidato presidencial, cayó desde lo más alto cuando en 2008
se descubrió que el entonces gobernador había contratado prostitutas, el
servicio que usaba lo identificaba sólo como el Cliente número 9.
Obligado a renunciar y desaparecer durante un tiempo, buscó
resucitar su carrera como comentarista político en televisión. Este año,
Spitzer decidió que el momento había llegado para buscar su
renacimiento político y se declaró candidato al modesto puesto, para él,
de contralor de la ciudad de Nueva York, donde por ahora es el favorito
según las encuestas. Aunque su historia como
clienteno ha sido del todo superada, Spitzer no tuvo pena en opinar que Weiner no debería de ser alcalde de Nueva York por su atroz comportamiento.
Mientras, del otro lado del país, continúa el gran escándalo de Bob
Filner, el alcalde de San Diego, y ex representante federal, quien
primero fue acusado por una mujer de hostigamiento sexual, algo que
negó, pero durante las últimas semanas otras mujeres han hecho la misma
denuncia y a la fecha, van 11, con la última, una enfermera, sumándose a
la lista este martes. Entre éstas hay una mujer que se dedica a posar
como Marilyn Monroe, pero otras son figuras prominentes, como una ex
almirante de la Marina de Estados Unidos, una decana de la Universidad
Estatal de San Diego, una empresaria y hasta su ex jefa de
comunicaciones entre otras de sus empleadas.
Línea directa
Las que han denunciado hostigamiento sexual por el
alcalde suman al menos 13, incluyendo ocho veteranas militares, quienes
conocieron a Filner cuando éste era representante y presidente del
Comité de Asuntos de Veteranos.
Al parecer habrá más, ya que la oficina del alguacil de la ciudad ha
instaurado un número de teléfono dedicado sólo a esas denuncias. Filner
ha sido obligado a reconocer que su comportamiento no ha sido
respetuosocon las mujeres, pero ha rehusado renunciar, a pesar de que casi toda la cúpula política de su ciudad y sus ex colegas en el Congreso han llamado por su retiro de la política. Filner informó que estará en sesiones de terapia intensa durante las próximas dos semanas para abordar su
condición.
La famosa abogada de celebridades Gloria Allred, que representa a dos
de las víctimas, afirmó esta semana que “usar su poder como alcalde de
la ciudad de San Diego para satisfacer sus necesidades sexuales es
claramente inapropiado y no debería ser tolerado. Creo que es hora de
que la ciudad ponga un cartel de advertencia frente a su oficina,
alertando a las mujeres de actuar bajo su propio riesgo. Deberían ser
informadas de que el alcalde está en su oficina y podría haber peligro
en proceder”, reportó Político.
Estos tres casos resultan ser del Partido Demócrata, pero según
estudios, la mayoría de los escándalos sexuales de políticos en este
país son de republicanos. Al parecer, a pesar de la gran queja sobre la
polarización política entre demócratas y republicanos en este país, por
lo menos los hombres en ambos partidos comparten más de lo que desean
reconocer.
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