Tomado de El Heraldo Cubano.
Por Arthur Gónzalez.
La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, ha declarado que Estados Unidos está “profundamente preocupado” por la liberación del capo mexicano Rafael Caro Quintero, quien había sido condenado a 40 años de cárcel por el secuestro, tortura y asesinato del agente antidrogas estadounidense Enrique “Kiki” Camarena.
Recientemente
un tribunal federal mexicano ordenó su liberación, al estimar que fue
enjuiciado indebidamente por una corte federal por delitos de fuero estatal.
Sin embargo, el Gobierno norteamericano se lava las manos como Poncio Pilatos respecto al terrorista connotado y asesino en serie, Luís Posada Carriles,
prófugo de una cárcel venezolana cuando extinguía sanción por la
voladura de un avión civil cubano en pleno vuelo, donde murieron 73
pasajeros.
¿A caso el agente antidrogas norteamericano asesinado no es un ser humano igual a los 73 pasajeros asesinados por Posada Carriles?
¿No tienen preocupaciones de que un asesino en serie como él se pavonee
libremente por las calles de Miami, después de planificar la voladura
del paraninfo universitario de Ciudad Panamá, donde hablaría el
presidente de Cuba con la presencia de cientos de estudiantes y
profesores?
Posada
también planificó y financió los artefactos explosivos que estallaron
en 4 hoteles y un restaurante de la Habana, donde murió un turista
italiano.
Si
la Casa Blanca se preocupa tanto por la liberación de un asesino, la
Isla de Cuba en pleno está sumamente preocupada por la complicidad
mostrada por ese Gobierno con el asesino Luís Posada Carriles, el que ni siquiera ha sido juzgado por sus múltiples crímenes.
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