Por Iroel Sánchez.
Como hizo en la guerra de Vietnam, enviando negros y latinos como carne de cañón, Estados Unidos
sigue encargando a sus norteamericanos de segunda hacer el trabajo
sucio. El pasado junio se supo que 165 reservistas puertorriqueños
fueron enviados a la Base Militar que Washington mantiene en el territorio cubano ilegalmente ocupado en Guantánamo para ejercer como policías carcelarios.
La prisión más cara del mundo le cuesta al
contribuyente estadounidense cerca de quinientos millones de dólares al
año para cubrir los costos de una elevada plantilla que supera los 800
guardias, invasivos sistemas de vigilancia y la alimentación forzada de
una buena parte de los reclusos que protagonizan sucesivas y extensas
huelgas de hambre.
Privados del derecho más elemental, saber de qué
están acusados, cada uno de los 166 reos que permanecen en el penal más
conocido del mundo le cuestan a Estados Unidos entre 700 000 y 900 000
dólares al año, diez veces los gastos de un reo en suelo estadounidense.
Y por esa razón -más que por lo injusto de su encierro- la extraña
democracia norteamericana vuelve a preocuparse por ellos.
Este miércoles, en el Senado de Estados Unidos la
legisladora Dianne Feinstein dijo que semejante gasto “es un derroche
masivo de dinero” y el líder adjunto de la mayoría demócrata en el
Senado, Dick Durbin, lo calificó de “fiscalmente irresponsable”. Esta es
la primera audiencia del Senado sobre el tema desde 2008, cuando el
asunto protagonizó la campaña electoral del entonces candidato Barack
Obama y este -en otra de sus promesas incumplidas- prometió cerrarlo,
algo que volvió a retomar presionado por la masiva huelga de hambre
desatada en el reclusorio desde marzo pasado.
Por tal circunstancia, Obama levantó en mayo pasado
la moratoria para transferir a los reos a Yemen y designó al abogado
Clifford Sloan para retomar la idea de cerrar la prisión. En junio, los
republicanos de la Cámara de representantes respondieron con un proyecto
de ley que impide asignaciones de dinero al Departamento de Defensa
para construir o modificar las prisiones del país donde reubicar a los
166 reos de Guantánamo. La misma legislación, que será votada en ambas
cámaras del Congreso este verano, busca que el Pentágono no tenga dinero
para trasladar los prisioneros a sus países de origen aunque sí le
destina 247 millones de dólares para remodelar la cárcel.
Como casi siempre en EE.UU. todo termina en
cuestiones de dinero, aunque detrás de él se escondan injusticias
monstruosas. Mientras tanto, se reclutan guardianes entre los ciudadanos
de segunda para que cuesten menos, y si provienen de una colonia,
mejor.
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