Por Liz Martínez Vivero
Iba por la calle, con tremendo
estilo de Carilda, rogando que no se me muriera el canario. Tristísima iba,
como la Hija Ilustre de Matanzas, todo lo triste que ella podía estar el día
que pensó en ese poema. Los poetas casi siempre tienen muchísimos motivos para
estados de crisis existenciales pero no soy poeta y a menudo me encuentro en
esos lugares apartadísimos donde cabemos, exactamente y apretándonos mucho, mi
soledad y yo.
Entre las cosas que pueden ser
publicadas, suspiraba por Gerardo y Adriana. Pensaba en lo complicada que es en
sí misma la palabra injusticia que tacha de las listas de sueños, una pila de
cosas que no podemos tener porque no nos tocan, al menos no en esta galaxia.
Pero existen también un sinnúmero de privilegios que nos arrebatan y en otro
saco, abultado igual, figuran elementos inmateriales que son parte indisoluble
de lo que somos y por mucho empeño de las fuerzas de lo que conspira en contra
nuestra contra NO NOS PUEDEN QUITAR (con mayúscula incluida).
Gerardo y Adriana han burlado las
barreras espaciotemporales. Ese tipo de obstáculo conspira en contra o a favor
de uno, en dependencia de hasta donde le permitas llegar. Por culpa de lo que
en su destino, afirmo y recontrafirmo no estaba escrito, llevan 16 años sin
verse. Puede parecer poco o mucho tiempo, visto desde fuera a mí me parece una
eternidad.
El dolor de sus corazones se
multiplica por 200 mil en estas fechas señaladas donde millones de personas, de
diferentes latitudes, unen sus voces en contra de un injusto encierro. Idéntico
y malvado calvario el que sufren dos corazones que laten al unísono, a más de
90 millas de distancia. Y rectifico porque distancia es una palabra carente de
significado real en el diccionario que consultan Adriana y Gerardo.
Mi tristeza se reduce a la mínima
expresión cuando recuerdo la historia de amor que se aleja de los cánones
cinematográficos. Pareciera una versión de Romeo y Julieta, bastante mediocre y
carente de sentido el papel de “las fuerzas de lo oscuro” que en vano intentan
la disminución de un sentimiento. En esta galaxia, les toca unirse.
Está escrito desde la era de piedra:
el amor triunfa todas las veces.
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