El respeto a los derechos sexuales de una persona pasa porque cada quien sea reconocido y valorado dentro de la sociedad. (Terra) |
Por Ana María Domínguez Cruz.
¿Conoce usted cuáles son sus derechos sexuales? Si es así, ¿considera
que en nuestro país se respetan estos derechos? ¿Cuántas veces ha oído
usted mencionar temas asociados a estos?
Cuando hablamos del respeto a los derechos sexuales de
una persona es que a ella se le reconozca, en la sociedad y a partir de
cada uno de nosotros, su derecho de elegir cuándo y con quién tener
relaciones sexuales, la manera para protegerse en ellas.
Y mire que tampoco se trata solo de eso porque bastaría entonces con
recorrer nuestra historia y encontrar el momento justo en el que los
matrimonios dejaron de ser concertados, o en el que las parejas
comenzaron a “manejar” sus intereses en función de una reproducción que
podía llegar o no. El tema es mucho más complejo, porque tener o no
tener hijos, usar este o aquel método anticonceptivo o elegir ante quién
me desnudo no es lo único.
Se trata de que si usted, hombre o mujer, es homosexual, no sea
discriminado por ello, ni en el seno de su familia, ni en el centro de
trabajo, ni en la comunidad. Cuando hablamos del respeto a sus derechos
sexuales, nos referimos también a que si tomó la firme decisión de ser
un transexual, no sufra entonces experiencias desagradables propiciadas
por quienes le rodean. Mencionamos también a quien porta el VIH y le
agobia, más que su condición médica, el maltrato y la ignorancia de sus
amigos, familiares, colegas.
Escribo sobre el tema a propósito de la celebración del Día Mundial de la Salud Sexual,
instituido por la Asociación Mundial de Salud Sexual para cada 4 de
septiembre con el objetivo de promover y abogar por la salud y los
derechos sexuales, Cuba no se mantendrá al margen de la celebración, no
solo porque el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) haya
organizado intensas jornadas a partir de hoy con el lema Queremos hablar de sexualidad,
sino porque a todos los que vivimos en este país nos sobran razones
para hablar del tema y sentirnos respetados, sean cuales sean las
opiniones y pensamientos que tengamos al respecto.
Es que si la salud sexual, según define la Organización Mundial de la
Salud, es ese estado de bienestar físico, emocional, mental y social
relacionado con la sexualidad que no precisamente (y esto hay que
entenderlo bien) se asocia a la ausencia de enfermedad, disfunción o
incapacidad, entonces a Cuba hay que anotarla en los primeros lugares de
una lista que, a nivel mundial, reúna a las naciones en las que los
derechos sexuales se respeten, se protejan y puedan ser ejercidos a
plenitud.
Todo parece cosa fácil, pero no ha sido así. Mucho ha avanzado nuestro
país en estas cuestiones, aunque apenas el camino comienza a
transitarse, como me ha hecho saber Manuel Vázquez Seijido, director del
Equipo de Asesoría Jurídica del CENESEX:
Uno de los avances fundamentales que nos distingue de otros es que el
Centro es la institución que lidera los temas asociados a los derechos
sexuales relativos a la orientación sexual y la identidad de género,
como parte del Programa Nacional de Educación Sexual, responsabilidad
que asumen en otras latitudes algunas organizaciones no gubernamentales u
otro tipo de instituciones alejadas del Estado. Aquí marcha a la par,
(o al menos se intenta) el Estado y la sociedad.
Si hablamos de la posibilidad que tienen, de manera gratuita, las
personas transexuales para construir su vida, incluso a partir de una
intervención quirúrgica que les propicie la reasignación del sexo y el
apoyo jurídico que se les garantiza para su cambio de nombre y de sexo,
es ese otro derecho sexual respetado en Cuba y en el que se sigue trabajando.
No podemos perder el impulso, como se dice popularmente. Sobre la mesa están los debates relacionados con una Ley de Identidad de Género,
que de manera concreta y con fuerza legal, regule o paute todo estos
procedimientos asociados a las personas transexuales y a otras, así como
la propuesta de un nuevo Código de la Familia, mucho más enriquecido,
con la inclusión del derecho a la libre orientación sexual e identidad
de género y el reconocimiento legal a parejas de igual sexo.
Claro que, si queremos que el Estado y la sociedad marchen al mismo
ritmo, pues no podemos querer estos cambios y olvidarnos de la educación
que cada uno debe recibir, desde que nace, en función de sembrar un
respeto para sus semejantes en el futuro.
Con todo lo logrado hasta la fecha, será lógico que a partir de mañana,
cuando se inicien las actividades dedicadas a niños y adolescentes
sobre temas relacionados con la salud y los derechos sexuales en
Pabexpo, muchos serán los participantes. A todos nos interesan los
juegos de participación colectiva, los materiales educativos que se
entregarán y los trabajos de promoción sanitaria. La música será otra de
las principales motivaciones, porque si nos sobran razones para
conmemorar esta jornada, tenemos que dejarlas florecer.
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