Por Ollantay Itzamná.
En la ciudad
de Barranquilla, Colombia, del 2 al 5 de septiembre del presente año, se
realizó el I Congreso Internacional sobre Movimientos Sociales y Movimientos
Revolucionarios Armados en América Latina y El Caribe, organizado por la
Universidad del Norte, CLACSO, y otras instituciones académicas.
En dicho
evento participaron investigadores/as y activistas reflexivos provenientes de
más de 10 países de Latinoamérica, quienes presentaron y debatieron sus
trabajos sobre la correlacione-interacción entre movimientos sociales y
movimientos armados ocurridos, en el pasado siglo, y algunos impactos
sociopolíticos actuales producto de aquella historia reciente.
Según
investigaciones del colombiano Darío Villamizar, en Latinoamérica, entre 1953 y
2014, se organizaron 370 organizaciones guerrilleras, en 23 países. Varias de
estas desparecieron sin ninguna acción militar de alcance nacional. Otras, sin
ejecutar ninguna acción militar.
Lo poco que
se conoce sobre el origen, historia e impacto de los grupos guerrilleros en la
región, no sólo está determinado por estereotipos o estigmas, sino que la
gestión del miedo y el terror estatal instaurados durante la guerra
antisubversiva configuró en los pueblos una memoria selectiva que condena casi
a una amnesia colectiva sobre dichos sucesos.
Muchos
teóricos/as sobre las guerrillas de Latinoamérica aún consideran que los
procesos revolucionarios armados desde la segunda mitad del pasado siglo en la
región fueron y son impulsados por la Revolución Cubana. Otros, aún buscan
identificar las condiciones objetivas y subjetivas que activaron los procesos
revolucionarios. En parte quizás tengan razón. Pero, lo cierto es que los
procesos revolucionarios no se exportan, ni obedecen únicamente a la
simplificación de la realidad entre lo subjetivo y lo objetivo.
Muchos
grupos guerrilleros surgieron con la finalidad de tomar el poder (llegar a ser
gobierno) e instaurar un proceso revolucionario con justicia social de arriba
hacia abajo. Otros, nacieron enarbolando únicamente demandas sectoriales, sin
mayor perspectiva de transformaciones estructurales en los estados. Pero, todos
ellos fueron fecundados por las injusticias estructurales prohijadas por los
estados, y la sistemática anulación de los canales de participación
democrática.
En muchos
casos, los grupos guerrilleros, conformados por la vanguardia de la conciencia
revolucionaria, crearon movimientos sociales con la finalidad de agenciarse un
apoyo material y expandirse ideológicamente. En otros casos, los grupos armados
no activaron, ni promovieron movimientos sociales. En este último caso, las
utopías revolucionarias desaparecieron con la aniquilación o desmovilización de
los combatientes.
Experiencias
como el de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, ambos
aniquilados en el Perú, no dejaron legado sociopolítico significativo. No
aportaron para la acumulación de la fuerza sociopolítica mediante la activación
de movimientos sociales. En Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Uruguay, Brasil,
los grupos guerrilleros activaron movimientos sociales, no sólo como soporte
material, sino como una dinámica de expansión y profundización ideológica. Por
ello, en estos países, con excepción de Guatemala, la izquierda
militar-izquierda social sí tuvo la capacidad de convertir su fracaso militar
momentáneo en victoria electoral posterior.
Colombia y
Guatemala son los países donde las guerras internas han cobrado la mayor
cantidad de vidas humanas. En Colombia (en vísperas de la firma de los acuerdos
de paz), ya suman más de 900 mil asesinados. En Guatemala, en los 36 años de
guerra interna, se asesinó más de 200 mil personas, de los cuales más del 90%
fue responsabilidad del Ejército. Aún no sabemos cuál será el legado
sociopolítico de los grupos armados en Colombia post acuerdos de paz.
En
Guatemala, la actual convulsión social creciente frente a la sistemática
invasión hidrominera-monocultivos hacia los territorios indígenas, y las
consecuencias nefastas de la privatización de los servicios básicos y bienes
públicos, en buena medida, es dinamizada por sobrevivientes o ex combatientes
de la guerra interna. Aunque también es evidente la ruptura entre los
movimientos sociales y la actual izquierda política (víctima de su pasado
militar).
* Indígena quechua, abogado y antropólogo.
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