Tomado de Descubriendo Verdades.
Xavier
Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista
y escritor
El 10 de octubre pasado hubo una gran manifestación en
Ankara, Turquía. Miles de personas recorrieron la ciudad condenando atentados
habidos y exigiendo la paz. Empero, una gran explosión provocada por dos
terroristas suicidas dejó 95 muertos y 245 heridos: el peor atentado de la
historia moderna de Turquía.
El gobierno turco aprovechó el ataque para acusar a
las milicias kurdas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), con las
que está en conflicto, pero fuentes de la seguridad del Estado indicaron desde
el principio que la masacre apuntaba al fundamentalista y sanguinario Estado
Islámico. Pero también hay otras responsabilidades y culpabilidades del
atentado de Ankara y de otros.
Aunque puede parecer la trama cutre de una película
mediocre de serie B, hay evidencias para afirmar que los países más
desarrollados de Occidente son también responsables de la barbarie
islámico-fundamentalista. Hay diversos modos de ser culpable: no asesina sólo
quien aprieta el gatillo. El derecho penal establece el grado de responsabilidad
en la comisión de delitos. En los crímenes hay autores intelectuales,
inductores, ejecutores, cómplices necesarios, cómplices y encubridores. De esas
responsabilidades por crímenes terroristas, algunas corresponden a gobiernos
occidentales.
Recordemos que el Estado
Islámico es un despiadado grupo terrorista de milicias que dicen ser yihadistas
suníes, se autonombran Califato de todos los musulmanes y ocupan militarmente
algunas ciudades de Siria. Se organizó en 2003 como grupo armado en la órbita
de Al Qaeda para combatir la invasión estadunidense de Irak. Pero
paradójicamente Estados Unidos ha apoyado a Al Qaeda desde sus inicios. Osama
bin Laden, fundador de Al Qaeda, fue reclutado y entrenado por la Agencia
Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) estadunidense en 1979, al
comienzo de la guerra en Afganistán contra la entonces Unión Soviética. La CIA
también creó en Pakistán campos de entrenamiento para terroristas, y de 1982 a
1992 reclutó más de 30 mil yihadistas para luchar contra la Unión Soviética.
Anuncios pagados por la CIA en periódicos de todo el mundo llamaban a alistarse
en la “guerra santa”, la yihad, contra los soviéticos. Ronald Reagan
incluso osó llamarlos “luchadores por la libertad”.
Más cerca, desde principios de 2011, en el intento de
controlar el máximo territorio de Siria, el Estado Islámico no sólo se ha
enfrentado a tropas gubernamentales del dictador sirio, sino también a rebeldes
laicos sirios, a otros grupos musulmanes y a nacionalistas kurdos.
El Estado Islámico impone la Sharia en los territorios
que controla, y Amnistía Internacional ha denunciado “torturas y ejecuciones
sumarias” en centros de detención secretos del Estado Islámico, donde encierran
a ciudadanos sirios por fumar cigarrillos, tener sexo fuera del matrimonio o
simplemente pertenecer a un grupo que no sea el Estado Islámico. También han
detenido a docenas de periodistas extranjeros y a trabajadores de
organizaciones humanitarias.
El canadiense Michel Chossudovsky, director del Centro
de Investigación de la Globalización en Montreal, ha recopilado docenas de
evidencias que muestran que el Estado Islámico fue creado con la colaboración y
financiación de la CIA, del Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales
israelí y el MI6 británico, más los servicios de espionaje pakistaníes y de
Arabia Saudita. Por su parte, la Organización del Tratado del Atlántico Norte y
el Estado Mayor del Ejército de Turquía han colaborado en contratar o han
impulsado la contratación de mercenarios para el Estado Islámico desde marzo de
2011, cuando empezó la guerra de Siria. Soldados de Fuerzas Especiales
británicas y agentes de espionaje occidentales han entrenado a rebeldes
yihadistas en Siria, incluso en la utilización de armas químicas.
Todo empezó, según Chossudovsky y otros autores, con
los atentados de Nueva York, Estados Unidos. Aquel brutal ataque terrorista del
11 de septiembre de 2001 proporcionó la justificación para librar una guerra
abierta contra Afganistán, entonces considerado patrocinador del terrorismo de
Al Qaeda como casus belli. Y para sentar las bases de la llamada guerra
global contra el terrorismo que hoy dice librarse en Siria. Pero, ¿quiénes son
los terroristas en esa guerra? Por otra parte, y es mucho más preocupante, los
componentes de esa guerra tienen derivaciones en gran parte del mundo y son una
espada de Damocles para las libertades y derechos de la mayoría de la
gente. En África, sin ir más lejos.
El terrorismo es un tremendo azote pero, como ha dicho
Noam Chomsky, “hay una manera sencilla de acabar con el terrorismo, no del
todo, pero sí en gran parte, y es dejar de ser parte del mismo”. En Occidente
se ha recurrido al terrorismo para combatir el terrorismo.
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