El Ejército sirio respaldado por la Fuerza Aérea rusa lanza ofensiva contra el Estado Islámico. (Foto: AFP.) |
Tomado de CubaDebate
Por:
Manuel E. Yep.
“Estados Unidos está perdiendo con rapidez el mínimo respeto de que gozaba en todo el mundo su política internacional. La propaganda de Estados Unidos se está volviendo cada vez más infantil.
Cualquier persona racional, mínimamente informada se asombra por el
volumen de declaraciones ridículas, engañosas, falaces y absurdas que
constantemente emiten altos funcionarios de Washington”, según criterio del analista geopolítico Steven MacMillan, editor de la revista The Analyst Report, en un trabajo especial para la publicación digital “New Eastern Outlook” publicado el reciente 12 de octubre.
Uno de los últimos y más grotescos episodios de este fenómeno
fue cuando el presidente estadounidense, Barack Obama, intentó
argumentar la falacia de que los ataques aéreos rusos contra el supuesto estado islámico en Siria solo están resultando en el fortalecimiento de esta organización terrorista.
Según el presidente estadounidense, la oposición moderada en
Siria será una necesidad para que pueda haber una transición política,
pero la política rusa está conduciendo a este sector de la ciudadanía a
la clandestinidad, creándose una situación que fortalece al Estado Islámico.
Pero la realidad es que los ataques de Rusia han debilitado
seriamente al Estado Islámico y a las demás fuerzas terroristas en Siria al bombardear sus almacenes de armamento, campos de entrenamiento, centros de comandos terroristas y otros objetivos claves.
Sobre todo, por comparación de sus resultados con los de la campaña de la coalición encabezada por Estados Unidos, los ataques aéreos rusos han desenmascarado la falacia de que Estado Islámico estaba siendo golpeando efectivamente
y a poner en duda las verdaderas intenciones de las acciones de los
ataques de la coalición occidental liderada por Estados Unidos.
La genialidad diplomática de Rusia ya había superado a
Occidente en las relación con Siria en 2013, cuando Moscú condujo al
gobierno sirio a renunciar a su arsenal de armas químicas y así evitar
una invasión en gran escala que preparaban las fuerzas occidentales.
Obviamente, la narrativa occidental de que hay terroristas
“moderados” combatiendo en Siria en quienes se puede confiar y que se
les debe armar, es una falacia total y siempre lo ha sido.
En realidad, nunca ha habido moderados en el conflicto sirio.
Estados Unidos se lamenta de que Rusia bombardee a sus protegidos, que
son los salafistas, la Hermandad Musulmana y el AQI (Al Qaeda
en Irak) que coincidentemente son las principales fuerzas que conducen
la insurgencia en Siria, según lo aseguraba en 2012 un informe de
inteligencia de la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados
Unidos), recientemente desclasificado.
Un sólo día después que numerosos países, incluyendo a
Estados Unidos, acusaran a Rusia de haber atacado a civiles en Siria,
Washington debió reconocer que sus fuerzas habían cometido un crimen de
guerra al bombardear un hospital en Afganistán que era operado por la ONG Médicos sin Fronteras, provocando 19 civiles (tres niños incluidos) muertos y 37 heridos.
De ahí que en los propios Estados Unidos han comenzado a aparecer
voces de gran peso político en la superpotencia que están aconsejando
una óptica diferente en la nueva situación.
El ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, analiza
en un artículo publicado en el “Wall Street Journal” que el operativo
antiterrorista ruso dirigido contra el Estado Islámico en Siria “ha
acabado con el orden político en la región de Medio Oriente
liderado por Washington a lo largo de 40 años. La Casa Blanca debe
actuar de manera más constructiva y reconocer que la destrucción del EI
es más importante que derrocar al régimen de Bashar al Assad”.
“EEUU ya ha aceptado el papel militar de Rusia y, a pesar de lo
triste que esto sea para los arquitectos del sistema en 1973, la
atención actual en Medio Oriente debe permanecer centrada en lo esencial
y el Gobierno norteamericano a reconocer la necesidad de dialogar con
otras grandes potencias”, declaró el ex canciller de Estados Unidos.
Según Kissinger, EEUU debe acabar de entender, que “la
principal preocupación de Moscú consiste en evitar que el colapso del
régimen de Assad pueda reproducir el caos de Libia, imponer el
poder del Estado Islámico en Damasco y convertir a toda Siria en un
paraíso para terroristas, que posteriormente podría extenderse a las
regiones musulmanas dentro de Rusia, en el Cáucaso y en otros lugares”.
“Pero cualquiera que sea su motivación, las fuerzas rusas ya están en
la región y su participación en las operaciones de combate constituye
un desafío a la política norteamericana en Oriente Medio a una escala
jamás vista al menos a lo largo de cuatro décadas”, aseveró.
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