Programas de alimentación escolar en Cuba. Foto: PMA en Cuba |
Cubahora dialoga con Laura Melo, representante en Cuba del Programa
Mundial de Alimentos, sobre un tema que a todos ocupa y preocupa: la
alimentación de los cubanos…
Por María del Carmen Ramón
Laura Melo lleva dos años al frente del Programa Mundial de Alimentos en Cuba
y no duda en asegurar que en este país tiene el mejor equipo PMA del
mundo. Por muy críticos que a veces seamos los cubanos cuando vamos a
los mercados y escasean determinados alimentos debido a los problemas de
productividad que aún no acaban de despegar en el país, Laura es
enfática en reconocer la gestión del gobierno en función de la seguridad alimentaria y el diseño de políticas públicas para la protección social. Para un país que aún vive en su piel el Bloqueo más
largo de la historia y que sufrió un Período Especial que dejó enormes
huellas en la población cubana, las estadísticas muestran a Cuba en
posiciones interesantes a nivel global en términos alimentarios.
2015 marcó una fecha clave a nivel global, pues representa el año límite para la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio, por lo que durante la recientemente concluida Cumbre de Desarrollo Sostenible se adoptó una ambiciosa agenda de cara al 2030, que parte de trazar 17 objetivos de desarrollo sostenible,
entre los cuales el tema del hambre continúa aflorando como uno de los
problemas más graves a nivel global. ¿En materia de seguridad
alimentaria, qué ha logrado Cuba? Sobre esto y mucho más, conversamos
con Laura Melo, vísperas del Día Mundial de la Alimentación.
—¿A qué nos referimos cuando hablamos de seguridad alimentaria?
¿Qué diferencias existen entre ese concepto y el de soberanía
alimentaria?
—La seguridad alimentaria es una expresión que uno a veces escucha como
si fuera cotidiana, pero muchos no saben exactamente qué significa.
Seguridad alimentaria es disponibilidad y acceso estable de alimentos a
lo largo del año, así como su consumo adecuado. Se expresa en que
cualquier persona en un país, comunidad o familia, tenga la posibilidad
de acceder a los alimentos que necesita, que sean buenos, estén dentro
de su capacidad de adquisición y que los haya siempre. Antes se hablaba
solo de desnutrición, pero hoy también se hace referencia a aquellos
consumos que no son los adecuados, y que ocasionan por ejemplo la
obesidad.
“La soberanía alimentaria es un concepto que ha generado varias interpretaciones. Hay países que lo ven como autosuficiencia alimentaria, o sea, que el país tiene que producir todos los alimentos que se necesitan nacionalmente sin acudir a las importaciones. Pero para otros significa que toda la población tenga acceso a los alimentos que necesita y que les gusta en el cuadro de su territorio. Tiene un poco que ver con el tema de las redes alimentarias: garantizar que los alimentos existan en el país, y que el gobierno tenga la soberanía de hacerlos disponibles para la población”.
—En términos de seguridad y soberanía alimentaria, ¿en qué lugar estaría Cuba con respecto al resto de los países?
—Cuba ofrece una enorme importancia tanto a temas de soberanía
alimentaria como de seguridad alimentaria. De hecho, cuando uno lee los Lineamientos del Proceso de Actualización del Modelo Económico,
el tema de la alimentación aparece como prioritario. Hay varios
lineamientos que están relacionados con temas tanto de seguridad como
de soberanía alimentaria.
“Es un país que a lo largo del tiempo ha hecho grandes esfuerzos para
garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de la población y es
uno de los que en muchas ocasiones se ha reconocido entre los que logró
eliminar el hambre. Esto es muy importante, sobre todo cuando uno piensa
que entre los recién aprobados Objetivos de Desarrollo Sostenible el número dos es “Cero hambre”. Aunque este concepto de hambre cero
no es solamente que la gente no se muera de hambre, sino que tenga
acceso a alimentos de calidad, que se elimine todo lo que es
desnutrición y que haya una aportación de alimentos por pequeños
agricultores.
“Cuba está en un proceso avanzado comparado con otros países, pero
siempre hay espacio para mejorar, y un tema muy importante en este
sentido es el de las importaciones. Cuba tiene una situación positiva
desde el punto de vista de seguridad alimentaria y erradicación del
hambre, en gran parte gracias a sus extensos programas sociales basados en alimentos: la libreta de abstecimiento,
programas de alimentación escolar, programa de leche para niños… en
general, programas de protección social basados en temas alimentarios.
Estos son muy valiosos, pero significan una gran carga presupuestaria
para el país, justamente porque importa una amplia cantidad de alimentos
que son distribuidos en estos programas. Entonces, un tema prioritario
para el país es el aumento de la producción, para que se produzca más
dentro del territorio y se gaste menos en la importación.
“Desde el punto de vista de nutrición siguen existiendo temas
importantes que trabajar. En Cuba desde el punto de vista nutricional
hay índices de prevalencia de anemia relativamente altos. Por eso el
gobierno tiene un Programa Nacional de Prevención y Control de Anemia, donde nosotros estamos bastante implicados en apoyar al país”.
—¿En qué consiste el trabajo de PMA en Cuba?
—Nuestro trabajo está muy ligado al tema de aumentar la producción de
alimentos a nivel nacional, el fortalecimiento de las cadenas
productivas de alimentos— particularmente el frijol que es básico para
Cuba—, porque no basta con producir más alimentos, uno puede aumentar la
producción pero si no hay almacenes de calidad, si no hay transporte,
si no hay capacidad de secado, una buena parte del frijol se echa a
perder. Este problema de encadenamiento es fundamental, y los programas
sociales de Cuba necesitan mantenerse, pero desde un punto de vista
sostenible; porque si son demasiado caros se convierten en un problema.
“Nuestra misión es acompañar al gobierno y apoyar para que estos programas sociales
sean más efectivos y sostenibles, costando lo menos posible. Aumentar
la producción de frijol, fortalecer la cadena, para que después este
frijol entre en estos programas sociales a nivel local, que ya no
implicaría grandes problemas de transporte…
“Al mismo tiempo, apoyamos al gobierno en el trabajo con los grupos
considerados de mayor vulnerabilidad, como las personas mayores, niños y
madres embarazadas. Otra parte del trabajo tiene que ver con manejo de
riesgo y alerta temprana, dado que Cuba es un país con mucha
vulnerabilidad a huracanes, la sequía que hoy se está viviendo y
potencialmente terremotos.
“En ese caso, se utilizan mecanismos de monitoreo y alerta temprana,
justamente para informar a los decisores, agricultores y cooperativas
sobre lo que está pasando, para que empiecen viendo que hay que hacer un
mejor manejo de agua, utilizar semillas de mayor resistencia.
Ofrecemos asesoría técnica, acompañamiento y herramientas para el
monitoreo de impacto que la sequía puede tener en el país.
“Estas son las grandes áreas de trabajos que tenemos en Cuba. Un
país donde no vivimos en una situación de desespero, no es un país como
otros tantos donde se impone la necesidad de salvar vidas, no es ese el
trabajo.
“Dentro de los mensajes que queremos levantar en este Día mundial de
la alimentación se encuentra el llamado al trabajo en socios para este
objetivo de hambre cero hasta 2030, una agenda que tiene en vista no
solo evitar que la gente muera, sino la posibilidad de que mujeres y
niños tengan acceso a una alimentación de calidad, y que esta sea
sostenible”.
— A veces no todos comprendemos qué es una alimentación
saludable. Muchos tenemos predilección por los refrescos de gas y los
alimentos fritos, por ejemplo, e invertimos en ellos por encima de las
frutas y vegetales ¿Cómo caracterizaría usted los hábitos alimentarios
de los cubanos y que otros pasos se podrían dar para una mejor
comprensión— más allá del tema económico que también determina lo que
comemos— sobre qué es más sano comer?
—Este es realmente un tema que es cada vez más pertinente, no
solamente para Cuba. La tentación por la comida chatarra, con demasiada
grasa o hidratos de carbono
es un problema de gran inquietud global. Yo creo que hay que incidir a
diferentes niveles y de formas diferentes y creativas porque nosotros
somos lo que comemos.
“Hay que trabajar con los niños y con los padres y en ese sentido hay
muchos espacios que pueden ser usados para este tipo de comunicación.
Hay que hacer campañas creativas que llamen la atención de la gente
para despertar el interés desde los círculos infantiles, la escuela, los
centros de salud. Porque es más accesible una comida chatarra que otra
que conlleve más preparación y tiempo, pero hay que mantener la
sensibilización de que realmente un pedazo de pizza es muy rico, pero no
es suficiente, hay que complementar con vegetales y frutas.
“No es que uno no pueda consumir un poco de todo, pero es que hay una
tendencia a una utilización muy alta de los refrescos, de alimentos
procesados con mucha grasa. Cuando se tiene ese consumo sin que sea
intercalado con otras cosas es un gran peligro para la salud”.
—El Período Especial constituyó una etapa muy difícil para los
cubanos, con una alta incidencia en los niveles calóricos y en la
aparición de enfermedades por la falta de nutrientes. Los datos muestran
que logramos revertir esa etapa, pero ¿qué problemas usted cree que ha
dejado latentes en la población cubana?
—Yo creo que el Período Especial
acentuó quizás algunos hábitos alimentarios de no muy buena calidad,
porque como había una variedad muy limitada de alimentos, algunas
personas se quedaron con costumbres que no incluían todos los
componentes nutricionales que uno necesita. Si uno come uno a dos tipos
de alimentos, tiene una amplia probabilidad de no tener todos los
micronutrientes que necesita. No es solamente un tema de cantidad, sino
de calidad y diversidad.
“Por otro lado, el Período Especial afectó mucho la capacidad de
producción de alimentos del país, fue un momento difícil por las
limitaciones que se establecieron en ese entonces, y eso sigue teniendo
impacto en la cantidad de alimentos que se produce y en la capacidad
productiva de los campesinos”.
— Los Estados frente a la erradicación del hambre y el resto de
los objetivos de desarrollo sostenible... ¿qué debe hacer un estado
para mostrar su compromiso con esta meta? ¿Qué está haciendo Cuba?
—Este marco de los 17 objetivos de desarrollo sostenible
es de los Estados. Fueron los estados quienes los negociaron, los que
los aprobaron y ahora toca a los estados implementarlos y monitorearlos.
Cuba, como signataria, hará grandes esfuerzos para ir construyéndose
igualmente con los objetivos de desarrollo del milenio.
“Cuando uno lee el objetivo número dos sobre el hambre, uno de sus
subcomponentes es poner fin al hambre y poner acceso a todas las
personas a una alimentación sana y nutritiva. El gobierno de Cuba tiene
varios programas para eso y nosotros los apoyamos: hay programas
destinados a evitar todo el impacto de la malnutrición; existen los
programas de fortificación, como lo que estamos haciendo con la
introducción de las chispitas, que son micronutrientes
para dar a niños en zonas de menor riego. Se usa sobre todo en las
provincias de Oriente, donde hay una mayor prevalencia de anemia. Igual
distribuimos una harina fortificada para los niños de 3 años para arriba
y a las mamás. También por supuesto las políticas dirigidas a los
grupos más vulnerables de la población, entre ellos los más ancianos.
“En realidad, en Cuba estamos apoyando programas que ya existen, no es que estemos montando programas paralelos”.
—¿En otros países, por ejemplo, puede ocurrir que tengan que crear esos programas de cero?
—Sí, hay países donde hemos tenido que crear programas, dadas las
carencias alimentarias existentes. Hay lugares donde el PMA asume el
liderazgo de establecer un programa de alimentación escolar, por
ejemplo, o centros de distribución de alimentos para niños y madres
malnutridas. Trabajamos también en campos de refugiados, como la
situación en Siria, para dar respuesta específica a estos problemas.
— Dos años en Cuba representando al PMA ¿cómo valoraría su
experiencia con respecto a la que ha tenido en otros lugares del mundo?
—Para mí lo más positivo de todo es Cuba. Cuba es un país maravilloso,
me encanta y creo que aquí tengo el mejor equipo PMA del mundo. Tenemos
una relación muy positiva y constructiva con las autoridades y las
contrapartes con que trabajamos.
“Realmente fue una gran satisfacción el hecho de que lográramos por primera vez montar el programa de país que
tenemos para Cuba. Aunque ya hace 50 años que estamos trabajando aquí,
es un programa que nos da posibilidades de trabajo muy interesantes.
“Hay una tendencia a asociar el trabajo del PMA con países muy pobres,
con grandes problemas de conflictos internos y económicos, y por eso
era muy cuestionado el papel del PMA en un país como Cuba, sobre todo en
los últimos años. Ahora hemos creado un programa que demuestra la
importancia del PMA en acompañar a los gobiernos en tratar los temas de
seguridad alimentaria y nutricional. Es algo que da mucha satisfacción".
L PMA apoya a grupos vulnerables en Cuba como las embarazadas (Foto: PMA en Cuba) |
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