Vista aérea de la misa de Benedito XVI en La Habana, en el 2012. Foto: CubaDebate. |
Tomado de CubaInformacion
Por José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.
Hace
unos días se celebraba en La Habana la VI Asamblea General del Consejo
Latinoamericano de Iglesias (CLAI), donde 300 líderes protestantes de 20 países
condenaban el bloqueo de EEUU a Cuba (1). Y lo hacían con conocimiento de causa:
en noviembre pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos congeló los
101.000 dólares con que dicho Consejo de Iglesias, cuya sede central está en
Ecuador, pretendía organizar este evento en La Habana (2). La congelación de
fondos obligó a suspenderlo en su fecha prevista, febrero, y finalmente, con
tres meses de retraso, ha podido celebrarse.
El incidente no fue seleccionado como noticia por la
redacción de los grandes medios internacionales. Y ningún articulista de la gran
prensa mundial lo presentó como ejemplo de los obstáculos del gobierno
norteamericano a la libertad religiosa.
Por contra, el pasado 20 de mayo, el Gobierno de EEUU
presentaba su informe sobre la libertad religiosa en el mundo, con denuncias
explícitas a Cuba (3) y a otros países oponentes a sus intereses, como Venezuela
(4). Estas denuncias sí eran convertidas en noticia internacional en numerosos
medios.
El citado informe del Departamento de Estado ataca al
Ejecutivo de Cuba porque éste -por ejemplo- trata de "limitar la influencia de
grupos religiosos en ciertas áreas geográficas, sociales y políticas" (5). En
otras palabras, porque en Cuba se sigue manteniendo una política estricta de
laicidad de la Administración, y una separación clara entre Estado y confesiones
religiosas.
El informe es un compendio de denuncias y
especulaciones de la llamada “disidencia” cubana, a la que el Gobierno de EEUU
–recordemos- subvenciona. En el texto se citan denuncias de supuestos obstáculos
gubernamentales al culto religioso presentadas por fuentes tan genéricas y poco
creíbles como “varios pastores de la zona oriental de Cuba” o “muchos grupos
religiosos”. Y todo sin la menor prueba.
Y es que el método de trabajo del Gobierno
norteamericano no deja de resultar curioso, por su elevado grado de cinismo:
recordemos que, cada año, asigna 20 millones de dólares a numerosos grupos
–entre ellos varios de corte religioso- para que realicen denuncias contra el
Gobierno cubano (6). Estas denuncias, después, son las que aparecerán en los
sucesivos informes del Departamento de Estado sobre libertad religiosa, derechos
humanos, o gobiernos que amparan el terrorismo, en todos los cuales Cuba figura
como país acusado (7). Conclusión: el Gobierno de EEUU paga a sus informantes
para recibir denuncias a la medida de sus intereses
geopolíticos.
Lo cierto es que en Cuba existe una absoluta libertad
de culto, de la que disfrutan no solo las iglesias evangélicas y protestantes
que se reunían recientemente en La Habana. También la propia Iglesia católica,
enfrentada durante años con el Gobierno cubano por su respaldo y amparo a la
dictadura de Fulgencio Batista (8). Además, el Islam (9), el judaísmo (10), el
budismo (11), la Iglesia cristiana ortodoxa (12) o los cultos sincréticos de
origen africano (13) tienen espacios plenamente autónomos en la Isla.
Sin embargo, en no pocos medios internacionales vemos
convertidas en noticia, no solo las denuncias del Gobierno norteamericano, sino
también las de organizaciones católicas de derecha, como Solidaridad Cristiana
Mundial (14) o Ayuda a la Iglesia Necesitada. En uno de los informes de esta
última organización leemos que “en Cuba la situación de la Iglesia católica es
grave” (15). La explicación de esta “grave situación” es sumamente
clarificadora. Leemos: “No hay una persecución material real de los católicos,
sino una forma más sutil, que intenta relegar(los) (...) a los márgenes de la
sociedad y la política”. Y añade, “la Iglesia, de hecho, no tiene acceso a la
prensa. No se permite la enseñanza de la religión católica en las escuelas
estatales. Y es imposible abrir colegios privados católicos”. Esta organización
describe así cuál es la raíz del conflicto de intereses -siempre latente, a
pesar de las actuales buenas relaciones- entre la Iglesia católica y el Estado
cubano, que no tiene absolutamente nada que ver con la libertad de culto. El
problema es que el carácter socialista de la sociedad cubana impide que
entidades privadas como la Iglesia católica accedan, mediante sus enormes
recursos económicos, a poderosos resortes ideológicos, como los medios de
comunicación o la educación, garantizados como públicos en la Constitución
cubana.
En cualquier caso, ni la propia Iglesia católica
cubana actual respalda ya los inventos y especulaciones del Gobierno de EEUU
sobre una supuesta persecución religiosa en Cuba, cocinados por una “disidencia”
cubana a la que previamente subvenciona.
La creencia más reconocida dentro y fuera de la isla esa es la Santería, una mezcla de catolicismo y religiones tradicionales Yoruba. En Cuba hay un proverbio que dice: "Nadie cree en nada, pero todos ponemos un vaso de agua bajo de la cama" |
(8) http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrlaiglesiacatolicaylarevolucioncubana55/
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